Isaac Palomares / Abogado

Hace unos días el día 15 de octubre se celebraba el día internacional de las mujeres rurales, y el día de Santa Teresa de Jesús. Y quiero unir la imagen de ambas, la de la Santa y la de todas y cada una de esas mujeres que cada día desde que se levantan hasta que exhaustas y agotadas se van a la cama, lo dan y darán todo por los suyos, siendo ejemplo de generosidad y de amor hacia los demás.

Siempre digo que tengo la suerte de haber nacido en uno de esos pueblos de la mal llamada España vaciada, en el que viven y han vivido grandes mujeres, luchadoras, emprendedoras, auténticas guerreras que desde que han sido niñas se han puesto el mundo por montera y sin ningún tipo de complejo, sin ningún tipo de miedo, sin ningún tipo de agobio han ayudado a que sus familias salgan adelante.

La palabra Familia es de las más grandes de la creación pues entorno a ella gira la vida, gira el amor verdadero, gira el mundo. Sin las familias sería imposible que la humanidad hubiera llegado hasta el siglo XXI.

La mujer, y en este caso la mujer rural ha sido siempre el pilar sobre el que se ha asentado la familia, puesto que ella ha sabido conjugar los diferentes sentimientos, ha sabido gestionar como la mejor empresaria su hogar para que a los suyos no les faltara de nada.

La mujer rural es, una super mujer que hace y sabe hacer de todo y para todos. Desde que se levanta se convierte en la mejor cocinera, en la mejor cuidadora, en la mejor esposa, en la mejor madre, en la mejor hermana, en la mejor hija, en la mejor vecina, en la mejor ganadera, la mejor agricultora, la mejor gestora de sus pequeños negocios, poniendo su sonrisa al servicio de la humanidad.

Hoy os quiero rendir mi pequeño homenaje a todas vosotras, a las mujeres rurales, a ésas que sois capaces de poneros unas botas katiuskas y un mono de trabajo para ordeñar a vuestro ganado, para trabajar la huerta, para limpiar vuestras pequeñas instalaciones ganaderas de estiércol, de podredumbre, cosa que es muy necesaria en estos momentos en que esta sociedad camina hacia un precipicio por su falta de valores y principios y a vosotras que sois capaces de vestiros de princesas en cualquier celebración en vuestros pueblos, de bailar y de mirar al cielo dando gracias a Dios por la vida y por haberos puesto en nuestros pueblos, en esa mal llamada España vaciada, que está llena de luz, amor y generosidad gracias a vosotras.

Me consta que en estos tiempos tan complicados sois el apoyo y soporte importante de vuestros maridos, de vuestros hijos, en momentos en los que vuestras explotaciones agrícolas y ganaderas están pasando por muchas dificultades por el aumento de los precios de los fertilizantes, de las semillas, del gasoil, de la energía eléctrica, del gas.

Sé que estáis matando vuestro ganado para subsistir, sembrando menos para intentar gastar menos, y que muchas noches no dormís al igual que vuestros compañeros de viaje. Quiero enviaros toda la fuerza, todo el cariño y la admiración por la labor que hacéis desde nuestro mundo rural, porque sin vosotros la ciudad no comería, y quiero recordar los tiempos de pandemia cuando os llamaban heroínas y héroes aunque muchos ya lo hayan olvidado. Tenemos que seguir la estela de nuestros antepasados y hacer lo que mejor sabemos, defender nuestros principios, nuestros valores, nuestras costumbres y nuestros pueblos, porque tenemos que dejar a nuestros descendientes al menos el doble de lo que nuestros padres nos dejaron, y no solo me refiero a nivel patrimonial sino sobre todo a dejar una herencia llena de respeto, cariño por lo nuestro y los nuestros. Continuemos cada uno de nosotros, desde donde nos encontremos, luchando por nuestras raíces y por nuestra gente.