A lo largo de su historia, Belmonte, situado en la provincia de Cuenca, ha sido designado por diversos nombres, como son: Bellomontium, Belmot, Bellomonte, Velmonte y Belmonte. No se sabe con exactitud cuál es el origen de Belmonte. Hay indicios de que ya existía en la época romana, e incluso en épocas anteriores. En 1976 se descubre bajo el ábside de La Colegiata de San Bartolomé, aproximadamente a tres metros de profundidad, una tumba, y en la cabecera una piedra plana con un Crismón del siglo V. Debajo del piso del ábside de la colegiata se encuentran los cimientos de una iglesia Visigoda, lo que prueba que la población es más antigua de lo imaginado.


A los pies de su Castillo, la villa de Belmonte, rinde pleitesía al edificio que lo identifica y corona su estampa. Entre las calles y casas, el rumor de los siglos nos muestra la iglesia de la Colegiata que le disputa su liderazgo de piedra y cultura.


Castillo.- El castillo de Belmonte es un singular edificio que hace por su estado de conservación, por su especial estructura, y por su aspecto exterior, prácticamente el mismo que tuvo en el momento de su construcción, constituye un valioso tesoro patrimonial. Fue construido en la segunda mitad del siglo XV, por orden de Don Juan Pacheco, primer marqués de Villena.


Por enlaces matrimoniales el castillo pasa a la casa de Montijo y, en el siglo XIX, lo heredó la condesa de Teba, Eugenia de Montijo, que se convertiría en emperatriz de Francia al casarse con Napoleón III. Ella lo mandó restaurar encargándole las obras al arquitecto Sureda, quien las realizó siguiendo los gustos de la época.


El Castillo con su exterior pentagonal extiende sus brazos de murallas hacia la población, cilindros de piedra flaquean sus vértices y le otorgan su soberbia planta castellana. En el interior nos sorprende con el esquema triangular de su patio de armas. Sus cubiertas interiores repletas de artesonados mudéjares vuelven a atraparnos en su belleza que se agranda en la decoración gótica de sus chimeneas.


Colegiata.- La Colegiata de San Bartolomé, reclama su matriarcado sobre la villa desde su estilo mayoritariamente gótico. Sus bellísimas puertas del Sol y de los Perdones exhiben sus pináculos y arcos germinados y son antesala del magnífico tesoro que albergan sus muros. En el interior una nueva pugna por el protagonismo de sus incontables tesoros, arquitectónicos, mobiliarios y artísticos: capillas, retablos, bóvedas, pinturas, esculturas, el coro y la pila.


Este pequeño municipio ha tenido un papel importante y significativo en el mundo del cine. Aquí se rodaron películas como El Cid, El crimen de Cuenca, Los Señores del Acero o El Caballero Don Quijote.


Asimismo, en esta localidad nació el teólogo, humanista y poeta agustino Fray Luis de León, en una fecha imprecisa entre 1527 y 1528, y en su homenaje la ciudad le destinó una escultura.

Torneo de Combate Medieval y Recreación Histórica

A lo largo del año son varias las actividades que se desarrollan en el Castillo y su entorno, como por ejemplo el Torneo de Combate Medieval y las Jornadas de Recreación Histórica. En el primero de ellos, luchadores de toda España (y algunos extranjeros) nos harán vibrar y disfrutar de este deporte de acción, sintiendo la emoción en cada golpe, en cada movimiento. Además, podrás revivir la magia de la Edad Media gracias a la detallada ambientación del Castillo: mercado artesanal medieval, puestos de comida y taberna, actividades para niños, un parque de réplicas de armas de asedio… Una variada oferta entre deporte y entretenimiento de calidad, no se trata de luchas coreografiadas ni de espectáculo, sino de una competición del más alto nivel donde todos y cada uno de los luchadores está dando lo mejor de sí mismo para conseguir la victoria. Por otro lado, las Jornadas de Recreación Histórica es una actividad que persigue la rigurosa imitación de las formas de vida y las costumbres de una determinada época. Y los encargados de vivir y transmitir dicha época son los llamados “recreacionistas”. Entre los recreacionistas se puede ver, disfrutar y sentir como en la Edad Media.