En España existen más de 13 millones de animales de compañía, entre perros, gatos, peces, pájaros, pequeños mamíferos y reptiles, según la Red Española de Identificación de Animales de Compañía. Son mascotas que conviven a diario en los hogares con los miembros de la familia y, en el exterior, en caso de requerir salidas para su bienestar, con el resto de animales y con la ciudadanía en general. Sin duda, todo un reto, una responsabilidad, y un coste, para la persona o familia que se hace cargo, además de un compromiso global para la profesión veterinaria, la administración competente y la sociedad en general.

Al hecho palpable del incremento del número de mascotas en las viviendas; el consecuente aumento de clínicas veterinarias para atenderlos y la libre competencia en el establecimiento de precios se une, o debería al menos, la sana convivencia entre seres humanos y animales, y el cumplimiento de la normativa para tener a una mascota en buenas condiciones. Algo que cada vez está más instalado en la sociedad, tener a la mascota como se merece, pero que en el conjunto de la población animal, entre mascotas y animales abandonados o callejeros, lamentablemente, no es tal, con un 40% de perros no identificados, no controlados ni vacunados, según un Consejo Autonónomico de Veterinarios, para perjuicio y riesgo del bienestar social y, lo más preocupante, de la salud pública.


Los perros son los que más abundan en nuestras casas, 9,3 millones, según los últimos datos de la Asociación Empresarial Española de la Industria de Sanidad y Nutrición Animal. La gran variedad de razas y tamaños y su carácter fiel hacen que se adapten muy bien a un variado perfil de personas y sus diferentes situaciones. Por su parte, los gatos han experimentado un gran incremento durante la pandemia. En todo caso, todos los dueños de animales de compañía coinciden en una cosa: la fidelidad, la compañía, el cariño e incluso la protección que aportan en el hogar, y eso no se paga con nada.


No obstante, su alimentación, vacunas, desparasitación, revisiones veterinarias, complementos, juegos, hace que ‘el precio del cariño’ no sea barato, en opinión de la mayoría de las personas consultadas en nuestra sección de El Termómetro, sobre todo si se debe realizar alguna prueba, intervenciones quirúrgicas o tratamientos continuados. La cifra de precios oscila en función del tipo de centro o clínica, del tratamiento, de la intervención quirúrgica, del tipo de animal… A modo de ejemplo, Manuel asegura que por dos operaciones de rotura de pata de su perro le cobraron 2.500 euros; otros han pagado 300 euros por una esterilización.


Carmen tiene dos perros, un dálmata de 10 años y un mestizo de 8. El segundo, Taz, apenas pisa el veterinario, para su vacuna y desparasitaciones regulares, pero Rulo sufre problemas renales desde que tenía un año, en tratamiento desde entonces. A esas pastillas (8 euros al mes) se le une un tratamiento para tratarle de espondilosis en la espalda (120 euros) y sucesivas consultas para ponerle una sonda al no poder hacer pis, con anestesia “carísima, va por peso y Rulo pesa 39 kilos”; una radiografía, 90 euros; un TAC, 400 euros; un análisis de orina, 55 euros; perfil SDMA (indicador sensible de la función renal), 110 euros… Carmen se vio obligada a hacer un seguro de mascotas hace más de 5 años para garantizar a Rulo el bienestar que merece, considerado por los profesionales como paciente geriátrico, “si no hubiese sido por el seguro, con una póliza de 22 euros mensuales, yo no podría tener perro; lo recomiendo al 100%, a mí me ayuda mucho porque me devuelven gran parte del coste de las pruebas y los tratamientos”. Sin embargo, cualquier servicio de carácter preventivo o la comida específica que necesita este animal no lo cubre dicha póliza, “Rulo necesita un pienso renal especial que cuesta 72 euros y dura menos de un mes”. En cierta ocasión, Taz requirió del servicio de Urgencias, una obstrucción de las glándulas salivales le había creado un bulto enorme en la cara. 120 euros. Pero Carmen lo ha hecho y lo volvería a hacer cien veces si fuese necesario…


Porque pese a todo, algunos dueños de mascotas consultados reconocen que la veterinaria es un servicio profesional que se presta para tener al animal como se merece y eso conlleva un precio, como bien indica Adriana: “si quieres adoptar, debes ser consciente del trabajo y el gasto económico que supone. Las mascotas merecen unos cuidados especiales y tenemos que proporcionárselos; para tenerlas mal es mejor no tener ninguna”. O como agrega Enrique: “debemos mantenerlos en condiciones para que no generen ningún problema de sanidad animal ni riesgos para la ciudadanía, por lo que los costes veterinarios son un justo precio por el servicio que se da”.


Adriana adoptó hace unos años dos perros, sin raza, pero que le han aportado muchísima felicidad. A su juicio, los costes del veterinario son elevados, cada vez que surge cualquier problema le puede suponer unos 50 euros la consulta más el tratamiento, “una vez se le enganchó una garrapata en el campo y me costó 70 euros”. A eso se añade la alimentación, que ha subido igual que la cesta de la compra, de media se gasta cada mes 50 ó 60 euros. Afortunadamente, añade, no acude regularmente a peluquería ya que sus mascotas, Betty y Paquito, no tienen el pelo largo.


Detrás de los perros, las mascotas más predominantes en nuestras casas son los gatos. Es una de las especies domésticas que está experimentando un repunte debido principalmente a los menores cuidados que precisan y a la vida ajetreada que llevamos, “son animales más hogareños, no hay que sacarlos de paseo y no precisan tanto gasto en comida como los perros; el 70% de los gatos son adoptados”, precisa Arturo Expósito, especialista en nutrición animal y dueño de una tienda de animales. Tras los felinos, le siguen los peces, pájaros, pequeños mamíferos y reptiles. Sin embargo, la Ley de Bienestar Animal, que entró en vigor en enero del año pasado, ha prohibido la venta y tenencia de algunas mascotas. Ya desaparecieron de los escaparates de las tiendas los gatos, perros y hurones.

“Los honorarios van acorde con la calidad y el prestigio profesional”.- Para el presidente de un Colegio de Veterinarios y consejero de la Organización Veterinaria Colegial de España, José Ramón Caballero, los honorarios de los veterinarios son libres, en función de unos parámetros de calidad, conocimientos y prestigio, “la ley de la competencia no nos deja actuar como órgano colegial ni tampoco lo pretendemos, somos profesionales sanitarios y como tales, tenemos que hacernos valer”. A este respecto, recomienda a la ciudadanía la búsqueda de una buena relación calidad-precio, dejándose asesorar por su veterinario de cabecera. Asimismo, en la mayoría de webs de colegios existe un listado de centros homologados.


De similar opinión es Luis Seguido, dueño de una clínica veterinaria con más de 20 años de experiencia, “creo que los precios no son elevados, somos profesionales de la Veterinaria, tenemos nuestra formación académica y posterior, además de los conocimientos que adquirimos en el día a día, la inversión en el negocio, los costes de personal, gastos fiscales, seguros y la maquinaria”. A este respecto, enfatiza el “carísimo” coste de los equipos, que deben renovarse mínimo cada diez años, porque se estropean o se quedan obsoletos, “un ecógrafo puede suponer unos 20.000 euros, un endoscopio 25.000, más la curva de aprendizaje que necesitas para llevar a cabo los diagnósticos”. Y añade: “cuando queremos resultados sobre qué le pasa a tu mascota, debemos recurrir a equipación y personal bien formado y eso cuesta dinero”, advierte.


Recuerda por otro lado la lucha del sector veterinario para volver al 11% de IVA en vez del 21% actual, “ahí sí que se podrían entonces bajar un poco los precios a los ciudadanos, una reivindicación más que razonable, porque a fin de cuentas la salud de los animales redunda en la salud de las personas y eso parece que los políticos no terminan de entenderlo”, lamenta. Explica que en el término ‘One Health’ también se incluye indirectamente la salud animal, “si tenemos a los animales en malas condiciones, al final también podemos enfermar nosotros, pero no se nos reconoce como actividad sanitaria, sobre todo a nivel impositivo; a nivel fiscal, psicólogos, fisios o dentistas, nadie paga IVA, nosotros tenemos un 21”.


Para el presidente colegial, la profesión veterinaria debe hacer frente a un importante reto como es el cumplimiento de las normativas específicas en cuanto a identificación de animales y las vacunaciones obligatorias de la rabia o el control de parasitosis como la leishmaniosis, “en la actualidad, los veterinarios valoramos unos censos que pueden ser erróneos, posiblemente queden muchísimos más sin controlar ni vacunar, para lo que sería necesaria la ayuda de la autoridad competente en el control y en la comunicación a los ciudadanos del cumplimiento de sus obligaciones a todos los niveles”. Recuerda el representante del sector que el control de la sanidad animal repercute en la salud humana y en el bienestar social, y el único profesional que la garantiza es el veterinario, de ahí la relevancia de seguir a pie juntillas sus recomendaciones, permitir el desarrollo lógico de la profesión, difundir el conocimiento ciudadano y obtener el apoyo de la autoridad.


Otro escollo a salvar es el antropomorfismo en la sociedad actual, considerar al animal de compañía como una persona, “es peligroso caer en el antropomorfismo animal, somos veterinarios y, como tales, debemos establecer un punto medio para evitar llegar a unos límites”.


Negativa es también la opinión de los profesionales sobre la Ley de Protección y Bienestar Animal, “no se nos ha consultado, no es una ley bienintencionada, creo que esta normativa no va a favorecer a la ciudadanía, pero habrá que estar expectantes”.

Una buena alimentación, por 40 céntimos al día.- La subida de precios, la escasez de cereales por la guerra de Ucrania y la crisis económica también ha afectado sobremanera al mercado de la alimentación y nutrición animal. En este sentido, lo recomendable es acudir a establecimientos especializados que pueden asesorar sobre el mejor pienso para tu animal de compañía, independientemente de que el precio sea más caro o barato que en una gran superficie porque, a la larga, la repercusión en la salud de la mascota evitará enfermedades renales, hepáticas y gastos veterinarios. En opinión del veterinario consultado por Ayer&hoy, los piensos de alta gama están muy equilibrados en la actualidad, “si en el futuro el animal padece alguna patología, algún problema renal o intolerancias alimentarias, por otra parte muy frecuentes, estos piensos hipoalergénicos responden muy bien”. En el caso de que el animal esté acostumbrado a una comida casera equilibrada, “puede suceder que el día de mañana, si necesita una alimentación bien formulada y de prescripción, el perro la rechace porque está acostumbrado a comida casera”, apunta.


Por su parte, Arturo Expósito, con formación en nutrición animal, considera que una buena alimentación para un perro medio, de 5 ó 6 kilos de peso, puede suponer unos 40 céntimos de euro al día, “la nutrición canina ha cambiado mucho, existen marcas súper conocidas que siguen trabajando con subproductos animales y un excesivo cereal”. El cereal, según Expósito, puede ocasionar alérgenos, por lo que ahora se busca un equilibrio entre carne fresca y deshidratada, “no proteínas de origen animal, porque eso pueden ser vísceras, patas o plumas, de peor calidad”. A este respecto, alerta de que lo barato puede salir caro, “es importante fijarse en el etiquetado, saber lo que se compra, si los primeros 3 ingredientes son cereales, mala cosa, y averiguar el origen de las proteínas animales”, especifica.


Por último, en 2022, casi 2.000 millones de euros ha facturado la industria española dedicada a la sanidad y alimentación animal, incluyendo cabañas de ganado de explotaciones agropecuarias. Los segmentos que más facturan son productos farmacológicos, biológicos, aditivos, otros productos nutricionales, suplementos nutricionales e higiene pecuaria, según Veterindustria. Perros y Gatos encabezó en 2021 por primera vez el listado en el segmento de Especies, consecuencia directa del aumento de la tenencia de estas mascotas, y de la consideración cada vez más de las mismas como otro miembro de la familia, lo que incrementa su distancia del Porcino en segunda posición con el 23,56% y del Vacuno en tercera posición con el 19,80%.

Animales que no se pueden tener en el hogar con la nueva Ley de Bienestar Animal

El Consejo de ministros de España lleva desde 2013 actualizando el Catálogo Español de Especies Invasoras de manera regular. Se consideran especies invasoras aquellas que no son autóctonas de España y que, además, se aplica especialmente a aquellos animales que, al ser abandonados, supongan un peligro para el ecosistema español. En su momento se consideraron que mascotas como los mapaches, los erizos, los cerdos vietnamitas o los agapornis, entre otros, bien por ser especies invasoras, bien porque no se cubrían todas sus necesidades en una casa privada o porque estén en peligro de extinción, no podíamos tenerlos en casa como animales de compañía.


Actualmente, varias son las mascotas clásicas que muchos de los españoles tenemos en nuestro hogar que, con la entrada de la nueva Ley de Bienestar Animal, ahora están prohibidas por considerarse también especies invasoras. Entre ellas encontramos los hámsteres y los pequeños ratones que ya no podrán corretear por nuestros hogares. Las chinchillas o los conejillos de indias, también están prohibidos junto con los conejos. En cuanto a aves, los periquitos, los agapornis, las cotorras o los loros no podremos tenerlos en casa, además de las distintas aves originarias de otros países. Las tortugas y las arañas tampoco. En cuanto a reptiles: las serpientes, los camaleones, las iguanas o los geckos.


En el artículo 81 de la Ley de Bienestar Animal, que entró en vigor el pasado 4 de enero de este mismo año, especifica en la disposición transitoria segunda que “queda prohibida la tenencia como animales de compañía de los animales pertenecientes a especies que cumplan alguno de los siguientes criterios, relativos a su peligrosidad y a la necesidad de aplicar un principio de precaución en materia de conservación de la fauna silvestre amenazada:


1. Artrópodos, peces y anfibios cuya mordedura o veneno pueda suponer un riesgo grave para la integridad física o la salud de personas y animales.
2. Reptiles venenosos y todas las especies de reptiles que en estado adulto superen los dos kilogramos de peso, excepto en el caso de quelonios.
3. Todos los primates.
4. Mamíferos silvestres que en estado adulto superen los 5 kg.
5. Especies incluidas en otra normativa sectorial a nivel estatal o comunitario que impida su tenencia en cautividad.


Las personas que tengan animales pertenecientes a especies que cumplan alguno de los criterios establecidos en los párrafos anteriores, tendrán la obligación de comunicar a las autoridades competentes la tenencia de estos animales, en el plazo de seis meses a partir de la entrada en vigor de la presente ley”.

Texto: Oliva Carretero Ruiz. Fotos: Ayer&hoy, Pixabay