En España, la etapa escolar obligatoria es de 6 a 16 años, ambos inclusive, once años en los que nuestros menores adquieren unas competencias básicas para dar el salto hacia un aprendizaje o formación más específicos acorde a sus preferencias o capacidades. Es a partir de los 16 años cuando el joven empieza a decidir y encarrilar su futuro hacia esa carrera universitaria deseada, a la profesión soñada o a ese empleo que, a fin de cuentas, le dará la emancipación e independencia que necesita. En esta tesitura se encuentran 481.883 menores en nuestro país, 2.370.710 si tenemos en cuenta a los jóvenes de entre 16 y 20 años, edades clave en la decisión de un futuro profesional, donde a la cuestión de ¿y ahora qué? solo asaltan dudas e interrogantes.

Una vez obtenido el título de Graduado en Educación Secundaria se abre un enorme mundo de posibilidades que a veces abruma al joven estudiante y también a sus padres y familia que dudan por qué camino seguir, pensando siempre en la mejor opción para sus hijos.

La capacidad del propio estudiante y la libertad de elección a la hora de elegir una opción son a priori una garantía de éxito, aseguran los expertos, complementado con una buena información y orientación educativo-profesional. Es entonces cuando el joven empieza a decidir, ¿sigo el curso natural de la educación con bachillerato? ¿Hago un ciclo medio o superior de FP? No quiero estudiar, ¿en qué trabajo? ¿Me preparo unas oposiciones a Policía? ¿Monto un negocio? ¿Me hago youtuber, influencer, tiktoker?, ¡Quiero ser futbolista!, “Me da igual, un trabajo donde me paguen”, dicen otros. Lo cierto es que la gran mayoría de nuestros jóvenes, pasados los 16 años, continúa la enseñanza reglada, independientemente de si se decantan por el Bachillerato en cualquiera de sus modalidades (Ciencias, Humanidades y Ciencias Sociales o Artes) o por la Formación Profesional.

Uno de cada tres jóvenes accede a la Universidad.- La enseñanza universitaria es la elección mayoritaria por los jóvenes a partir de los 18 años, accediendo a ella bien a través de la Prueba de Acceso a la Universidad o mediante la Formación Profesional. La oferta de titulaciones universitarias en España (Datos y Cifras del Sistema Universitario Español del Ministerio de Universidades, publicación 2020-2021) es de 3.008 grados, 3.638 másteres y 1.156 doctorados. Más de 1.600.000 estudiantes están matriculados en la Universidad, uno de cada tres jóvenes de 18 a 24 años de edad está estudiando un título, mayoritariamente mujeres (55%). Las diferencias por sexos según el grado siguen siendo notables en algunas enseñanzas, por ejemplo en la rama de Ingeniería y Arquitectura dominan ellos, mientras que en Ciencias de la Salud predominan ellas de forma abrumadora.

La movilidad de los estudiantes de grado es otro aspecto destacable en las universidades españolas que reciben casi un 10% de alumnado extranjero, un hecho destacable fruto de la globalización y del prestigio adquirido por las universidades españolas. Dentro de nuestras fronteras, los movimientos son dispares según las comunidades autónomas, en Madrid, Cataluña o Valencia, el 90% de los estudiantes que realizan la Prueba de Acceso a la Universidad se queda, mientras que en Castilla-La Mancha es del 50%. Otro aspecto destacable es la tasa de rendimiento universitario, significativamente mayor en los centros presenciales que no presenciales, tanto públicos como privados.

Asimismo, el acceso a algún máster tras los estudios de Grado es una opción que va en aumento, en los últimos cinco años ha crecido un 60% el interés de nuestros universitarios por complementar su título con esta formación. A este respecto, cabe señalar que los resultados académicos son incluso mejores que en los estudios de grado (con una nota media de 8,16 frente al 7,26 de Grado). También va en aumento el número de jóvenes que se apuntan a un doctorado, casi 90.000 se matricularon en estos estudios en el curso 2019-20, tres de cada diez son estudiantes internacionales.

Una herramienta útil y práctica que pueden desconocer algunos estudiantes es la aplicación QEDU del Ministerio de Universidades (Qué Estudiar y Dónde), donde se combinan numerosos indicadores que pueden facilitar la búsqueda de los jóvenes estudiantes. Accediendo a través del enlace https://www.educacion.gob.es/notasdecorte se encontrará toda la oferta de títulos universitarios, tanto públicos como privados, presenciales y no presenciales en España, así como el rendimiento de cada uno y la inserción laboral de esos grados.

En cuanto a las becas, es clara la necesidad acuciante de una mayor cuantía. En el curso 2018-19, la Administración General del Estado otorgó 836.628,4 miles de euros en becas en el ámbito universitario, además de una nueva ayuda por excelencia académica de 6 millones de euros que benefició a 84.888 becarios. Las comunidades autónomas y las universidades también disponen de fondos, concediendo 257 millones de euros en concepto de ayudas al estudio o como complemento a las ayudas estatales.

La FP: de la más fea del baile a una enseñanza en auge.- En el último año, se ha registrado un incremento de matriculación de casi el 10 % en la Formación Profesional en España, la mayor subida registrada en diez años, fundamentalmente en las enseñanzas profesionales de Grado Medio y Superior. Casi un millón de jóvenes (974.445) se matricularon en este tipo de educación, más del 50 % en ciclos de Grado Superior, 41 % en ciclos medios y casi un 8% en FP básica. Las familias profesionales con mayor demanda son servicios socioculturales y a la comunidad; administración y gestión; informática y comunicaciones; sanidad; electricidad y electrónica; transporte y mantenimiento de vehículos.

La Formación Profesional ya no es la fea del baile y está quitándose la mala fama de ser el nido que cobijaba a jóvenes que no querían estudiar o malos estudiantes. Así lo corrobora la gerente de un colectivo de jóvenes empresarios, “las propias empresas comprueban que la FP ofrece una formación mucho más práctica, el joven formado en esta enseñanza comienza en unos días a trabajar”. En este aspecto recuerda el caso de dos jóvenes, uno estudiante de ADE y una joven procedente de un ciclo de Administración y Finanzas, “ninguno tenía problemas en materia de contabilidad, pero él no estaba al mismo nivel que ella”. En su opinión, añade, los jóvenes optan ahora por la Formación Profesional por varios motivos, “los ciclos superiores imparten una formación muy buena, también está el aspecto económico, no todos los jóvenes se pueden permitir pagar una matrícula universitaria además de la inserción laboral de algunos universitarios, que se alarga en el tiempo después de haber estudiado un grado y un máster”.

La demanda de plazas y nuevos ciclos de Formación Profesional así como una reforma de estos estudios, más flexibles y adaptados a las necesidades empresariales y laborales, ha impelido a las administraciones a tomar cartas en el asunto y ya el Gobierno nacional trabaja desde hace unos años en un Plan de Modernización de la FP en España con una Ley Orgánica de Ordenación e Integración de la Formación Profesional cuyo anteproyecto se presentó en Consejo de Ministros el pasado mes de junio. De momento, durante el curso pasado se crearon 60.000 nuevas plazas y se prevén unas 200.000 en los próximos cuatro años. La FP no obstante, no es una educación finalista, sino que el alumno puede continuar, si así lo desea, en la Universidad.

Es sabido que el nivel educativo alcanzado por las personas determina sus ingresos salariales. A medida que aumenta la formación, por lo general, también aumenta su salario. En cifras, según datos de 2018, una persona con estudios inferiores a Secundaria primera etapa cobraría una media de 8.684 euros anuales mientras que aquellos con licenciatura o máster pueden estar en torno a los 24.608 euros. En la última década, además, se observa un distanciamiento más acusado si cabe entre estos extremos, tomando como 100 % el salario de una persona con 4º de la ESO, el ingreso del licenciado ha subido del 160 al 181 % mientras que el de la persona con estudios inferiores a Secundaria ha pasado del 82 al 64 %.

Y si no estudio, ¿qué opciones tengo?.- Los responsables de Empleo advierten de que cualquier trabajo ya requiere una cualificación y el título de graduado en ESO es lo mínimo que se solicita para algunas ocupaciones, si bien es insuficiente para otras muchas requiriendo en estos casos alguna preparación profesional. Existe una opción, fuera del instituto y que no precisa de una duración de dos años como el bachillerato o los ciclos de FP: son los llamados certificados de profesionalidad que dotan a la persona de una cualificación profesional, “son los mal llamados cursos del INEM”, precisa un cargo institucional en materia de Empleo. Estos certificados disponen de tres grados o niveles (tras la ESO se inicia con el grado 2) y consisten en un curso de 3 meses que se realiza en un centro colaborador de Empleo con 80 ó 100 horas de prácticas no remuneradas. El responsable de Empleo es taxativo en la necesidad de una formación tras la ESO, bien por la vía académica o bien por la vía profesional, debido a la existencia de unas competencias transversales “no escritas pero muy presentes en las empresas” que determinan la contratación de un trabajador, y éstas son: la capacidad de aprendizaje permanente del alumno, la creatividad, la capacidad de innovación, el interés por la formación continua, la flexibilidad (horaria o de movilidad geográfica) y la capacidad de comunicación ó habilidades sociales.

Si no se quiere realizar un certificado de profesionalidad, ni nada, existe otro camino: buscar directamente algún empleo. Los contratos más frecuentes en este sentido se refieren al peón, el nivel más bajo de la cadena laboral, bien sean de la construcción, ahora en alza; peones agrícolas (especialmente para la ganadería) o peones industriales y de la limpieza (tanto industrial como doméstica). Existen otras ocupaciones, como vendedor, teleoperador, operario de máquinas tragaperras o vending, reponedor y cuidador de animales, que pueden precisar o no una mínima cualificación pero que, sobre todo, requieren un buen manejo de las competencias transversales.

Otro escenario es el de aquellos que no tienen una formación reglada pero necesitan una mínima cualificación para el acceso a esos trabajos. Es el caso de conductores, vigilantes de seguridad o trabajos de mantenimiento como los oficios tradicionales, “están desapareciendo este tipo de especialistas, no se encuentran fontaneros, carpinteros o electricistas”, observa. En definitiva, subraya el responsable de Empleo, es obligado poseer algún tipo de capacidad o cualificación profesional mínima, además del título de la ESO, para poder acceder al mercado laboral.

 

ENTREVISTA A RICARDO DÍAZ MARTÍN *

“Desde la Comunidad estamos potenciando las pasarelas de acceso de la FP a la Universidad”

Pregunta.- ¿Crees que los jóvenes tienen suficiente información a la hora de decidir sobre su futuro profesional? Respuesta.- Actualmente, existe una enorme información sobre la oferta de estudios que existen en nuestra Comunidad. Otra cuestión diferente es si los estudios escogidos podrán satisfacer lo que realmente busca cada estudiante.

Cuando la elección se basa en una clara vocación, unida a una información fidedigna sobre el esfuerzo de trabajo necesario y a un firme compromiso del alumno; el grado de satisfacción con la titulación realizada está garantizado.

Hay que señalar que uno de los criterios fundamentales en la elección de la titulación a realizar es la empleabilidad o de inserción laboral de sus egresados. Si en la elección de los estudios prima este aspecto sobre el resto, la información que se debe buscar se corresponde con las competencias y habilidades que demanda el mercado, o que se cree que serán demandadas cuando el alumno finalice sus estudios.

De cualquier manera, es indiscutible que el distrito universitario madrileño, así como su sistema educativo, conforma un polo de atracción de estudiantes, tanto internacionales como de otras regiones de España. Este hecho en sí mismo, es una garantía de calidad educativa para todo el que se forme en nuestra Comunidad.

P.- Cada vez son más los jóvenes que consideran la formación profesional una buena opción frente a otras alternativas como la Universidad. ¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de la FP frente a los estudios universitarios? R.- La principal ventaja de los estudios de Formación Profesional es su inserción directa en el mercado laboral. No se debe olvidar que la FP no excluye al estudiante a poder cursar estudios universitarios posteriormente a la finalización de sus estudios. De hecho, los Grados Superiores de FP dan acceso a cursar los títulos universitarios de su ámbito.

En este sentido hay que indicar que una de las medidas anunciadas por la presidenta Isabel Díaz Ayuso es, precisamente, potenciar las pasarelas de acceso de la FP a la Universidad. Y en ello es en lo que estamos.

P.- ¿Cómo ha afectado la pandemia a nivel formativo en los estudiantes? R.- La pandemia ha afectado a toda la sociedad y, lógicamente, también lo ha hecho en el sector educativo. Ha afectado tanto a alumnos como a profesores porque se han tenido que aplicar nuevas herramientas y, aunque, en mayor o menor medida (según los casos), las nuevas tecnologías nos han permitido sobrellevar la docencia, es innegable que ha existido un distanciamiento social entre los propios alumnos y entre estos y sus profesores.

La sensación de aislamiento y la falta de contacto social ha producido efectos negativos sobre el estado anímico e inevitablemente sobre la adquisición de conocimientos en muchos alumnos. Sin embargo, debemos felicitarnos por el esfuerzo realizado por la comunidad universitaria y educativa en su conjunto durante esta crisis sanitaria. Lo único bueno que nos ha traído esta pandemia ha sido la oportunidad de implementar de una manera más rápida y eficaz las nuevas tecnologías y la digitalización a nuestro sistema educativo.

P.- No queda nada para empezar, ¿cómo se está preparando en la Comunidad de Madrid este nuevo curso? R.- Como no puede ser de otra manera con mucha ilusión, pero también con mucha precaución sobre la evolución de la pandemia en nuestra región. Lo más importante siempre es la seguridad y la protección de la salud; y en este sentido, cumpliremos escrupulosamente con lo que nos indique las Autoridades Sanitarias. Inicialmente, se contemplarán todos los escenarios posibles en la esperanza de que, en Navidades, la vacunación alcance a los sectores más jóvenes de la población y curse sus efectos positivos en la bajada de la incidencia acumulada. Esta noticia podría llevar a rebajar las medidas de seguridad y alcanzar una situación muy próxima a la anterior a la pandemia.

(*) Ricardo Díaz Martín es director general de Universidades y Enseñanzas Artísticas Superiores de la Comunidad de Madrid.

Texto: O. Carretero, Kathy Montero. Fotos: Pixabay, Ayer&hoy