Ana Aller / Presidenta de ACBM (Asociación de Comerciantes de Boadilla del Monte)

Hagamos un ejercicio mental sencillo. Cerremos los ojos e imaginemos las calles de nuestra ciudad, pueblo o barrio desiertas y que, cuando sales de la puerta de tu casa, sólo ves coches aparcados, que paseas y no hay tráfico ni gente, que las persianas de las casas están bajadas, que sólo ves paredes de ladrillo. ¿Qué está ocurriendo?, te preguntas notando en tu interior una sensación de soledad, abandono y tristeza que te genera al menos sobresalto y alarma.

Si con esta sencilla prueba te has sentido solo o desprotegido, ahora imagina nuevamente qué puede sentir un comerciante saliendo de su casa, abriendo su pequeño comercio y que, tras una dura jornada, sólo haya visto coches aparcados, calles con poca gente y persianas bajadas. Solamente dos buenos días más tres buenas tardes, es lo que ha conseguido ese día.

A esto, poco a poco, estamos empujando al pequeño comercio local. A la mercería de la vuelta de la esquina, a la ferretería o a esa pequeña tienda de comestibles donde siempre acudíamos a última hora si nos faltaba algo. Vivimos para ya y soltamos, así, en frío, sin más, un “en mi pueblo no tenemos casi de nada”. Es mentira. Y no hay por qué ir contra los tiempos. No, no se trata de no hacer compras online o rechazar las grandes superficies que nos rodean. Se trata de que reflexionemos, sólo un poco y de que nos planteemos, poner en valor esos comercios que nos rodean, esos comerciantes poniendo su mejor sonrisa al cliente día a día, luchando para sacar el negocio adelante, sólo eso, que pensemos al ir a comprar en los comercios de nuestra localidad. Entra. Y ya verás.

Se acercan fechas muy especiales. En nuestras manos está lanzar un pequeño salvavidas al comercio de barrio. Son fechas de invitaciones, de regalos de navidad, de detalles de porque sí, también de regalos de cumpleaños, de aniversario y, a tu alrededor, tienes mil opciones para satisfacer y acertar.

Detrás de los mostradores de los comercios de tu pueblo encontrarás a tus conocidos, vecinos o incluso familiares con negocios, en algunos casos, de varias generaciones. Comprarles a ellos es siempre un valor añadido. En el comercio local encontrarás también un trato personalizado y especializado. Te llamarán por tu nombre, te explicarán a la perfección ese producto o servicio que conocen como nadie y crearán contigo un vínculo de cercanía que te generará confianza.

Las tiendas de barrio son una fuente de oportunidad laboral para la localidad gracias a emprendedores, empresarios y autónomos, contribuyendo así a la creación de riqueza. Su apuesta por productos locales y nacionales ofrecen un plus de calidad.

El comercio de barrio es más sostenible. Su proximidad hace que el consumidor llegue a él a pie, sin utilizar medios de transporte y, además, facilita su acceso a determinados colectivos, como los de la tercera edad, favoreciendo así su calidad de vida.

En muchas ocasiones, las tiendas próximas ayudan también a la economía doméstica. El consumidor compra aquello que necesita y no se le van generando necesidades de consumo extra, como muchas veces nos parece que nos ha pasado en las grandes superficies, con sus técnicas de marketing tan agresivas.

El comercio cercano ayuda también a dar diversidad a nuestra localidad. Los establecimientos se especializan en productos que no se encuentran en los centros comerciales. Entre las tiendas de barrio hay artesanos, marcas nacionales o pequeños productores. Tiendas que, en la mayoría de los casos, se adaptan a los nuevos hábitos de consumo. Van introduciendo el servicio online en su oferta, están presentes en redes sociales y ofrecen productos o servicios mediante webs o apps.