Pablo Saugar ‘Pirri’, vecino de Boadilla del Monte, proviene de una conocida dinastía torera conocidos en el mundo taurino por los ‘Pirri’. Con motivo del inicio de la Feria de San Isidro en Madrid, entrevistamos a Pablo que nos recibe con una sonrisa. De carácter tranquilo y con una mirada noble, nos cuenta cómo empezó en este difícil mundo del toro, los altibajos que ha tenido y, ahora ya retirado, cómo ve el futuro en su profesión y todo lo que le ha aportado.
“Realizarme como persona y profesional es lo más bonito que me ha dado el toro”
Pregunta.- ¿Quién te metió el gusanillo por el mundo del toro?
Respuesta.- Yo mismo. Mi abuelo, mi padre y mis tíos han estado siempre en este mundo y lo he mamado desde que era pequeño, pero curiosamente el que más se opuso a que me dedicara a esto fue mi padre. De hecho, de niño era muy tímido y a la primera persona que le dije que quería ser torero fue a la psicóloga del colegio donde estudiaba, y ella fue la que se lo dijo a mis padres. Recuerdo que las pruebas y entrenamiento que me hicieron al principio mi padre y mis tíos, con 14 años de edad, toreando becerras pequeñas, fueron duras para que se me quitara la idea de la cabeza, pero lo cierto es que no lo consiguieron.
P.- Llegaste a ser matador ¿verdad?
R.- Sí, tomé la alternativa en un pequeño pueblo de Madrid, Cenicientos, en el año 94 hasta que confirmé en Madrid con Padilla. Mi abuelo, mi padre y mis tíos fueron banderilleros, he sido la tercera generación junto con mi hermano y primo, y he sido el único que ha conseguido ser matador de toros.
Estuve unos años de matador pero la etapa de matador fue muy ingrata, porque dedicas 24 horas 7 días a la semana y no hay ninguna retribución, ni económica ni artística. Eso te machaca psicológicamente muchísimo, crecen muchas dudas sobre ti porque al final uno tiene que estar muy seguro con lo que hace.
Finalmente, decidí seguir los pasos de la familia, haciéndome banderillero, así pude ejercer y realizarme profesionalmente hasta que, desgraciadamente, en el año 2017, sufrí una cogida grave en Pamplona.

P.- ¿Cuál ha sido tu recorrido desde que empiezas con 14 años?
R.- Comencé como novillero en los espectáculos de bombero-torero. En ese tipo de espectáculos había una parte “cómica” con tres becerros pequeños y luego una seria con un novillo. También estuve en la Escuela Taurina de Madrid como alumno aventajado en los años 87-88. Luego como novillero hasta que tomé la alternativa como matador. Esta etapa, como te he comentado antes, fue una lucha muy grande. Vas creciendo profesionalmente y personalmente y tienes que tomar decisiones y mi decisión fue ser banderillero.
P.- Comentabas antes que tuviste que retirarte en 2017 por una grave cogida en Pamplona, ¿cómo llevaste el no poder ejercer esta profesión que tanto amas?
R.- No fue nada fácil. Estaba desubicado y mi mente no sabía desconectar. La cogida fue muy grave, pero los médicos que me operaron en Pamplona fueron unos fenómenos. Esto se produjo un 9 de julio y yo me decía, “bueno el 12-13 de julio reaparezco en Dax (Francia)”. De ahí, nada, me perdí las ferias de Bilbao, Almería y Zaragoza y al final me fue imposible. Los médicos me lo decían pero yo quería creer que iba a poder volver igual que antes.
Finalmente, con 48 años que tenía entonces, te lo piensas porque somos conscientes del peligro que corremos y al final el miedo, no al animal, si no a no poder hacer bien tu trabajo, puede más.
P.- Al retirarte como banderillero, ¿a qué te dedicaste?
R.- Al no poder ejercer mi profesión, estuve en el Patronato de la Fundación del Toro de Lidia unos años, me pareció muy interesante echarlo a andar y ahora estoy representando toreros, de apoderado. Todo lo que pueda aportar a una persona, sobre todo profesionalmente, ahí estoy yo. Pero he de decirte que ahora empiezo a disfrutar de mi jubilación.
P.- ¿Qué te ha aportado de bonito y de menos bonito esta profesión?
R.- Realizarme como persona y como profesional es lo más bonito que me ha aportado, no puedo pedir más. De lo menos bonito te diría cuando los compañeros sufren alguna cogida.
Personalmente, he vivido momentos desagradables, pero quitando eso, esta profesión me ha enseñado a trabajar la frustración, que se llegue o no se llegue al objetivo, nos tenemos que quedar con el recorrido que hemos hecho. Además, una de las cosas ahora mismo que más me enorgullece es tener el reconocimiento de tus propios compañeros.
P.- ¿Qué opinas de ese afán que hay por cargarse la gran cultura taurina que hay en nuestro país?
R.- A mí, todos los gustos me parecen respetables, no estamos obligados a los gustos de otras personas. Confío en el hombre y en ser mejores personas, ahí entra la libertad, la educación, las raíces, la cultura…, no podemos olvidar de dónde venimos. Estamos en una sociedad muy animalista, yo tengo animales en casa y he tenido animales en el campo, pero las cosas hay que ponerlas en su sitio.
Ahora mismo me preocupa la sociedad, es feo decirlo, pero veo a mucha gente que no le importa recoger las heces de su perro, pero les molesta limpiar a su padre si está enfermo. Y por ahí vamos mal, no sé si es bueno o mejor, pero yo no lo comparto, respeto, pero no comparto y ante ese respeto, quiero que me respeten.
P.- ¿Cómo ves el mundo taurino en el futuro?
R.- Con incertidumbre. Las ferias importantes las veo sanas, la gente responde muy bien pero se debería modificar el sistema empresarial. ¿Por qué digo esto? Porque está todo muy endogámico, las figuras del toreo actuales son figuras porque se lo merecen pero, si echamos la vista atrás, hasta hace bien poquito no eran tan longevas.
Creo que la longevidad de un artista perjudica al espectáculo. Creo que como en todas las artes, contra más diversidad de personalidad haya, mucho mejor y eso se hace con sangre nueva.
Ahora para que salga un torero nuevo es muy difícil, salen triunfadores de San Isidro y a los dos años están olvidados y eso no puede ser.
Texto: Kathy Montero Fotos: K.M., cedida por el entrevistado