Elena Rodríguez Tato / Directora de equipo
Begara Luxury Real Estate

Dice un proverbio chino que el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo. Y es que, si nos lo proponemos, los pequeños cambios pueden generar grandes resultados. Cómo transformar nuestra casa en un mecanismo eficiente que minimice el consumo de recursos y dé una nueva oportunidad a los objetos y materiales antes de tirarlos a la basura. La Tierra nos lo agradecerá y además viviremos mejor. Desde ahora, se escribe con R.

Naturales: La huella mínima.- La construcción es una de las actividades humanas que más consume. Desde hace años, los arquitectos y las empresas más concienciadas están desarrollando prácticas que reduzcan el impacto ambiental de la arquitectura. El auge de la prefabricación y del montaje en seco contribuyen a esta tendencia, al facilitar la reutilización de los elementos constructivos. El modelo a imitar es la naturaleza, que no conoce el concepto residuo: la muerte de unos organismos significa la vida para otros. “La suprema realidad de nuestro tiempo es la vulnerabilidad de nuestro planeta” (John F.Kennedy).

Concienciados: Del derroche incesante a la economía circular.- El sistema lineal de nuestra economía (extracción, fabricación, utilización y eliminación ) ha alcanzado sus límites.

Se vislumbra ya el agotamiento de los recursos naturales, especialmente de los combustibles fósiles. La economía circular propone un nuevo modelo de sociedad que utiliza de modo más eficiente los flujos de materiales, la energía y los residuos. Básicamente, se trata de que los residuos de unos se conviertan en materias primas para otros. Los productos deben diseñarse para ser deconstruidos, reparados y reutilizados. Este modelo, el diseño ecológico y la reutilización, es generador de riqueza y puestos de empleo.

Gangas en la calle.- Aprovechar lo que otros tiran ha dejado de ser una vergüenza para mucha gente que tiene la suficiente imaginación para ver la utilidad oculta en esa silla destartalada o ese sofá raído abandonados junto al contenedor de la basura.

Hay incluso una tendencia a rescatar muebles de los años 50, 60, 70, que no llegan a categoría de antigüedades, los cuales se pintan, protegen y tapizan de colores llamativos para que hagan contraste con la decoración moderna. Y para que el valor ecológico de este rescate sea más auténtico, la restauración puede realizarse con ceras, pigmentos y resinas naturales. Otra alternativa es la donación de los muebles que uno ya no quiere a organizaciones gubernamentales que los arreglan y venden como parte de su financiación. Recuperar y reutilizar mobiliario cobra una especial relevancia para el medioambiente teniendo en cuenta que sus materiales son de gran valor ecológico, como la madera.

Solidarios: Consumir no es acaparador.- “Compartir antes era de pobres, ahora es de listos” (Albert Cañigueral). El consumo colaborativo promueve el acceso a los bienes por encima de la propiedad. Contribuye a crear una sociedad más eficiente ya que conseguiremos hacer más con menos cuando colaboremos y compartamos de forma inteligente.

Hábitos que ayudan al bolsillo.- Reducir el consumo energético no implica de entrada tener que invertir en instalaciones y aparatos eficientes. Con un simple cambio de hábitos podemos notar la diferencia en la factura al cabo del tiempo. Lavar por debajo de 30º o utilizar programas de baja temperatura del lavavajillas. Ducharse en lugar de bañarse o cerrar el grifo mientras nos cepillamos los dientes. “No heredamos la tierra de nuestros ancestros, la tomamos prestada de nuestros hijos” (Proverbio).

Integrar el lugar del pasado en el nuevo interiorismo.- En proyectos de reforma, arquitectos e interioristas apuestan cada vez más por rescatar elementos originales que aporten valor estético añadido e incorporarlos al nuevo diseño. Reciclar el pasado en forma de viejas vigas y suelos de madera, techos de bovedillas, baldosas hidráulicas o muros de piedra supone una mirada más respetuosa a la historia del lugar, contribuye a ennoblecer el interiorismo contemporáneo, y tiene además, repercusiones ecológicas positivas: se consume menos material nuevo y el coste del proyecto se reduce.