Isaac Palomares /
Abogado, director de Cruce de Caminos y gestor administrativo

Aún recuerdo los es­tertores de la crisis que comenzó en 2008 y que todo el mundo negaba, aquella crisis de los brotes verdes, del plan E, de los prestamos ICO, que iban a salvar la economía na­cional ante un desastre que los economistas y expertos apolí­ticos y con sensatez venían avi­sando meses atrás.

Ahora nos encontramos con una crisis económica provo­cada por una pandemia, que está diezmando la población es­pañola, haciendo estragos en los mayores de cuarenta años, y muy especialmente en los mayores de 65 años, la genera­ción que nació tras una guerra civil y que se sacrificó hasta unos extremos para nosotros desconocidos para sacar adelante a sus familias, y por ende a nuestro país.

Seguro que ahora mismo todos nos es­tamos preguntando que ocurrirá en el día “0”, cuando todo acabe y volvamos a la normalidad de nuestro día a día. Pues sin­ceramente, y en mi modesta opinión he de decir que habrán cambiado muchas cosas, algunas a nivel humano y personal para bien, pero otras muchas a nivel económico para mal.

Asistimos a un parón en seco de la eco­nomía en la mayoría de los sectores de producción, y en otra forma ralentizada. Se va a mostrar realmente el músculo que tiene la economía española, la fragilidad de nuestros negocios, de nuestras PY­MES y autónomos, que no olvidemos que son los que crean más del 80% del empleo en España.

España ha tapado durante años una gran realidad, muchos de los empresarios, me refiero a los pequeños empresarios, no se han recuperado de la anterior crisis y sobreviven como pueden con cuentas embargadas por la Seguridad Social, Ha­cienda, Bancos, acreedores, no pudiendo tener cuentas en el banco a su nombre, puesto que euro que entra, euro que vuela.

Esta situación se ha agravado por la entrada en escena de los fondos buitre que han comprado deudas de bancos y que avasallan a los morosos a llamadas telefónicas a cualquier hora del día a lo largo de la semana con tal de cansar al deudor y conseguir que cancele la deuda cual mercado persa.

En ese día “0” muchos no tendrán ape­nas recursos para iniciar de nuevo su ac­tividad, los trabajadores por cuenta ajena estarán ansiosos por volver a sus trabajos con normalidad tras los cientos de miles de ERTES que se han iniciado, ansiosos por volver a tener ingresos normales con los que mantener a sus maltrechas fami­lias.

Los trabajadores por cuenta propia o autónomos se encontrarán con que han “solicitado esos maravillosos préstamos a sus bancos, avalados por el Es­tado, pero, con una pequeña pega, que el banco, si no tienen solven­cia para poder devolver los préstamos o créditos que soliciten no creo que les concedan ni un euro, porque si no se consideraría una especie de donación sin retorno.

Será el campo de los buitres, de las grandes compañías, de los usureros, de los que esperan cual hiena a que haya carroña para ce­barse en los mas débiles, y los más débiles van a ser tanto tra­bajadores por cuenta propia como por cuenta ajena que apenas ten­drán recursos para continuar. Tendrán la esperanza del paro, un paro que en mu­chos casos se acabará muy pronto y en otros, sobre todo los autónomos que to­davía tienen deudas con la seguridad so­cial no tendrán derecho a él; deberán con­tinuar pagando sus cuotas a la seguridad social, y si tienen trabajadores deberán pagar las cotizaciones sociales, impues­tos, gastos del negocio, proveedores, hi­potecas…

Volverán a aparecer las paguillas de los abuelos que sobrevivan, así como sus casas para socorrer a hijos y nietos y que puedan seguir adelante tras este gran crack.

El error es pensar que el día “0” todo seguirá igual, que habremos pasado unas vacaciones en casa y de nuevo nos pon­dremos el traje, cogeremos el coche, ire­mos al despacho y los clientes estarán esperando con ganas de traernos negocio para seguir manteniendo nuestras fami­lias.

Debemos armarnos psicológicamente para saber que el día “0” nadie sabe lo que le espera y que lo más probable es que si no hemos cargado baterías, la de­sesperación y el desánimo cabalgue por España como el virus del Covid 19 y cause tantos estragos como una guerra.