Francisco Manuel Boza / Gerente de la residencia Virgen del Pilar (Boadilla).

Corrían los primeros días del mes de abril de 2020, los peores momentos del COVID 19 en la Residencia Virgen del Pilar. De hecho, en la Residencia Virgen del Pilar no hemos vuelto a tener ningún caso de COVID desde entonces. En aquel momento todas eran malas noticias: no contábamos con pruebas diagnósticas, con pocos EPIS para protegernos, muchos trabajadores que atendían a las personas que vivían en la residencia se encontraban de baja médica, y los médicos de la residencia tenían muchas dificultades para hacer derivaciones de enfermos al hospital. Un grupo de personas que presentaban síntomas compatibles con el COVID se encontraban aislados en una zona del Centro. Una mañana, después del desayuno, me pasé por esa zona para ver qué tal estaban las cosas. Cuando entré en una de esas habitaciones, un señor de más de 90 años me agarró del brazo, me miró a los ojos, y con una sonrisa en su cara me dijo: “don Francisco, de esta salimos”. Aquella frase retumbó en mi cabeza y en mi corazón durante muchos días y fue un auténtico acicate en los momentos de desánimo. Si él, con su edad, enfermo, me decía eso, yo no tenía ningún derecho a quejarme ni lamentarme por nada.

Y así fue, ¡salimos de esa! Él y yo y la gran mayoría de los que vivimos y trabajamos en la residencia. Fueron muchos días de confinamiento en las habitaciones. De no mantener contacto físico con familiares y amigos. Días de incertidumbre, de no saber qué iba a pasar. Pero lo lograron, señoras y señores de más de 80, 90 y 100 años. Superaron el COVID en muchos casos, superaron el confinamiento, superaron la soledad y las dificultades de aquellos días.

Y hoy, un año después, ya todos con las dos dosis de la vacuna puesta, disfrutamos de nuestra vida, con nuestras limitaciones y problemas, pero disfrutamos de relacionarnos unos con otros, de un sinfín de actividades que ofrece la residencia, del buen tiempo, de las maravillosas vistas de nuestro monte, de los paseos por nuestro jardín, de las salidas con familiares y nos ilusionamos con los planes para el verano.

Fueron unos días duros, llenos de incomodidades, pero nuestros mayores nos volvieron a dar un ejemplo inmenso. Por su autodominio, reciedumbre, constancia, paciencia, fortaleza psicológica, moral y física. Estoy convencido de que son una generación indestructible, que sólo el inexorable paso de los años podrá vencer definitivamente. Me dan pena las personas que dicen o que piensan que nuestros mayores son un estorbo, que no valen para nada, que sus vidas no aportan nada, que son una carga. Hoy día hemos idolatrado la juventud, la fortaleza física, en busca de una perfección que no existe, que no es real y nos hemos tragado unos estereotipos que lo único que nos procuran son frustración y ansiedad. Nos hemos olvidado del valor de la vida y de las personas.

Antes de la pandemia, tuve la oportunidad de visitar con mi familia los yacimientos arqueológicos de Atapuerca, en la provincia de Burgos. Allí descubrieron en 1992 uno de los cráneos más antiguos de Europa y que bautizaron con el nombre de Miguelón. Un antecedente de nuestra especie homo sapiens de 450.000 años de antigüedad. En ese cráneo, de unos 112,5 cm³ de capacidad, se aprecian un gran número de lesiones y golpes. En uno de esos golpes encontraron la causa probable de su muerte. La ruptura en vida de un diente, le ocasionó una severa y prolongada infección en el lado izquierdo de la cara. La infección dejó apreciable huella a nivel óseo. Las secuelas derivadas de la infección le alcanzan al ojo. Por lo que, en ese grado de desarrollo, la infección no se detendría y pasaría a la sangre. Una septicemia parece la causa probable de muerte de Miguelón. Contaba con una edad no inferior a los 35 años. Miguelón formaría parte de un grupo de cazadores y recolectores del Paleolítico y que con su enfermedad lo más probable es que tendría que ser cuidado y alimentado por el resto de los miembros del grupo y que en ningún caso podría valerse por sí mismo.

Te cuento toda esta historia para decirte que uno de los rasgos que nos define como humanos es el cuidado del más débil, del que no es capaz de valerse por sí mismo. Por eso, a veces me pregunto si no estaremos retrocediendo en la escala de la creación.