Ya está la final servida del campeonato del Mundo de Rugby: Inglaterra – Sudáfrica. Ambos ya saben lo que es ganar un mundial, Inglaterra en 2003 y Sudáfrica en 1995 y 2007, pero ahora mismo el pronóstico es incierto.

El mundial de Japón ha traído muchas sorpresas y novedades. Sorpresas, sin duda el gran rendimiento de Japón que llegó a los cuartos de final, complicándole la vida a Irlanda, Escocia y Sudáfrica. También fue sorpresa el bajo rendimiento de la selección de Argentina; los pumas no pasaron de la primera fase, siendo un equipo de muchísima categoría. Y por supuesto el batacazo de Nueva Zelanda que venía a obtener su tercer mundial y que ha sido apeada con todo merecimiento por una magnífica Inglaterra.

En el capítulo de novedades podemos destacar el mayor peso del árbitro de video; el video arbitraje ha tenido un enorme protagonismo, sancionando muchas cuestiones que a simple vista durante la vorágine del partido pasaron desapercibidas a los árbitros de campo. Ejemplo que ha tenido mucha trascendencia en el desarrollo deportivo del mundial ha sido la expulsión de Vahaamahina en Francia por un codazo en la cara a un tercera galés que supuso que los de la flor de lis volvieran del revés el marcador cuando Francia estaba a punto de ganar claramente. Así mismo, la aplicación del protocolo de evaluación de lesiones de cabeza ha permitido un mayor control y cuidado de posibles lesiones que antes, con una leve conversación y alguna sencilla prueba, devolvían al jugador medio “grogui” al campo.

Lo menos sorprendente y novedoso ha sido el excelente juego defensivo desarrollado en este mundial con una excepción que ha dado color y vistosidad a un deporte que, en la élite, cada vez se parece más a un choque de superhéroes indestructibles, y ésa ha sido la brillante ejecución del juego a la mano de Japón. Parecía un equipo de seven dentro de un equipo de Xv.

Aún no se sabe quién estará en lo más alto, en cualquier caso, el buen rugby.

FOTOGRAFÍA: www.rugbyworldcup.com