Elena Rodríguez Tato / Directora de equipo Begara Luxury Real Estate

“Mamá quiero ser artista” y es que nuestra piscina puede serlo. El arte está en la originalidad del diseño y en su integración en el paisaje.

Una apuesta ganadora: un espacio exterior surcado por la piscina, tratada como un estanque natural. Escaleras de obra por las que se accede al interior de la piscina, una escultórica pieza de hierro como surtidor por donde cae el agua en forma de pequeña cascada. El interior, revestido de cemento color gris, dará un tono verdoso al agua. La corona y los alrededores, pavimentadas con lamas de ipe. En el jardín, podemos combinar zonas revestidas con tarima con parterres de césped donde plantar algún árbol. Palmeras, olivos o un granado que en esta época está en floración.

Si buscamos algo más atrevido, un canal de agua junto a la casa será de lo más resultante. Más que como una piscina, el trazado de la superficie acuática se trata como un canal, lo que no impide que sea apta para el baño. El canal discurre pegado a la fachada de la vivienda e incidiendo en materiales naturales para que el conjunto se integre en el paisaje. Estos pueden ser madera de teca para la carpintería, piedra natural en los muros de sillería y pavimento de madera de teca. Todo esto dotará a la vivienda un carácter orgánico reforzado por la lámina de agua que parecerá desembocar en el mismísimo horizonte.

Si el lugar donde va a nacer nuestra piscina está rodeado de frondosa vegetación y con inmejorables vistas, lo mejor es dejarnos hechizar por las líneas muy depuradas para ceder todo el protagonismo al paisaje. Optar por estilo sobrio donde menos es más, puede resultar de lo más sofisticado.

Mármol Capri para revestir la cama y el vaso de la piscina que creará un curioso efecto, ya que la transparencia del agua deja ver la textura del fondo provocando la sensación de que el agua cubre un plano continuo y como guinda del pastel, un original y escueto diseño de la escalerilla: un tubo de acero que emerge de la piscina.

Una piscina en dos tramos: uno cubierto y el otro al aire libre.- Disfrutar de un baño al aire libre es muy placentero, pero son pocos los meses en que la temperatura es adecuada. Una solución para poder usar la piscina todo el año es situarla en un recinto cubierto. Perpendicular a la vivienda y cerrado con grandes planos de cristal enmarcados en carpintería de iroco. El techo y el suelo, lamas de madera de ipe. La escalera para acceder al interior del vaso de la piscina podríamos diseñarlo en acero, por ejemplo. En el exterior, para dar una sensación de continuidad, podemos revestir los aledaños con la misma tarima de ipe y en el interior del vaso, una secuencia de focos solucionará la iluminación nocturna.

Una vía entre la casa y la piscina.- Una vivienda de líneas cúbicas y una piscina desbordante riman perfectamente con esta idea. El espacio situado entre la piscina y la vivienda, en lugar de ajardinado, se plantea como un camino que comunica los dos ámbitos. Organizado simétricamente el exterior, trazando un camino entarimado de madera que conduce hasta la piscina, y viceversa. La madera se puede disponer en forma de T que acoja dos rectángulos pavimentada con piedra de marés, reforzando la simetría.

En los límites.- Esta solución es un juego de formas y contenidos. Trazando dos rectángulos paralelos: uno que corresponderá a la zona de césped y el otro a la piscina. Mientras que las líneas rectas encierran la superficie de césped, la piscina adopta líneas sinuosas que recuerdan el movimiento del agua. El interior del vaso de la piscina revestido de gresite color turquesa para proporcionar al agua un tono intenso y la corona, apostaría por piedra Cenia.