Pasión, vocación, dedicación y ayudar a los demás, es lo que hace Miguel Assal. A través de sus contenidos en Redes Sociales y en su libro ‘Salvar vidas. Salvar una vida depende de ti’, Miguel no sólo educa sino que ha logrado que personas corrientes salven vidas convirtiéndose en héroes cotidianos al aplicar las enseñanzas de este agente de emergencias del SAMU, para salvar sus vidas y las de otros. Una profesión/vocación que Miguel lleva ejerciendo desde los 19 años. Ahora a sus casi 45 años, el objetivo de Miguel además de seguir trabajando como agente de emergencias, es crear generaciones que sepan de primeros auxilios.

“Mi padre, médico de emergencias en la UME, fue quien me inició. Salvar una vida no tiene precio”

Pregunta.- ¿Cómo descubriste tu vocación? Afirmas que desde joven te has sentido identificado por el mundo de las emergencias, ¿hubo alguien que te orientó?
Respuesta.-
Realmente sí, hay alguien muy importante, mi padre, que es médico de emergencias en la UME. Fue él quien me inició en esto de las emergencias porque me llamó para trabajar de socorrista, así empecé en el año 99. He de decir que tuve una experiencia con mi abuelo que también me marcó. De pequeño, mi abuelo me cruzó la calle y al volver, le atropelló un coche, lo presencié todo, estuve a su lado, le miraba pero no sabía realmente cómo actuar, qué hacer. Mi abuelo se recuperó totalmente de esas lesiones, pero dos años después, tenía yo unos ocho años, mi abuelo muere. Cuando nos llaman y vamos a su casa, me encuentro a una persona haciéndole una RCP y unas ventilaciones con un pañuelo. Tengo ese recuerdo de mi abuelo asfixiado y a una persona haciéndole la RCP, y pensé que tenía que saber o conocer algunas técnicas para poder actuar yo como primer interviniente. Y mira donde estamos.


P.- ¿Recuerdas tu primera intervención?
R.-
Mis primeras intervenciones son todas en playas porque es donde empecé. Estoy en una zona en el Mar Menor donde hay muchos ahogados, prácticamente tengo el recuerdo de las primeras imágenes de esos ahogados cuando tenía 19 años y te impactan. Es verdad que el adulto no te impacta tanto como el niño. Hay un caso que sucedió en La Manga y fue en mis primeros años, de un niño con 2 años, los padres entraron en la casa de alquiler, dejaron las puertas abiertas y la piscina no tenía valla, el niño se lanzó y cuando reaccionaron y dieron el aviso, nosotros llegamos diez minutos después y ya no pudimos hacer nada.


P.- Estás hablando de un caso que es más habitual de lo que parece. ¿Cuáles son las situaciones de emergencia más habituales y que con unos conocimientos mínimos podríamos solventar?
R.-
La causa que más muertes produce son las paradas cardíacas. Tenemos de 30.000 a 40.000 paradas al año y sólo se salvan de 1.500 a 3.000. Cómo actuar en esos primeros momentos es fundamental. Si estuviéramos formados multiplicaríamos por nueve estas cifras. Luego está el atragantamiento, que es el más común de todos. La gente no lo sabe pero cada 3-4 horas muere una persona en España atragantada, esas cifras no salen en ningún sitio, pero una simple técnica con tus manos dependiendo si es adulto o niño, porque las maniobras son diferentes, puedes salvar una vida. Esas son las dos emergencias más comunes.


P.- ¿Cómo se podría formar a un ciudadano en emergencias para que supiera actuar? No sé qué sugieres este sentido, que haya más formación en la escuela, en entidades privadas…
R.-
Sí más formación, de hecho mi libro Salvar vidas. Salvar una vida depende de ti, lo escribí con ese objetivo. En él cito los seis casos más importantes de primeros auxilios para una persona lego, esa persona que no sabe nada porque no es ni médico, ni enfermero y que pueda con este libro tener esa base de conocimientos mínimos para poder actuar. Uno de mis objetivos era introducir ese libro en los colegios. De hecho, muchos centros ya se han hecho con él y lo explican dentro de la asignatura de educación física. El libro lleva unos códigos Qr que te redirige a un vídeo donde todo va explicado para que sea más visual para los niños. Lo bonito de todo esto, que me estoy dando cuenta cuando voy de conferenciante a los teatros, es que el 40 % del público son niños y adolescentes que arrastraban a sus padres a mis charlas y es que estos niños ya están salvando vidas. Vamos creando generaciones que ya saben primeros auxilios, eso es muy bonito.


P.- ¿Qué te ha aportado el saber que gracias a muchos de tus consejos a través de redes sociales, donde tienes más de 13 millones de seguidores, hay gente que ha salvado vidas?
R.-
Hay muchos comentarios, algunos que puedo recuperar, otros no porque soy incapaz de poder leer todos los que me llegan cada día pero hay muchos que te ponen la piel de gallina, de gente que ha salvado vidas, de niños que han podido salvar a sus padres, de madres que no han podido hacer nada pero lo han intentado…, por eso explico tanto lo bueno como lo malo, pero el saber qué hacer en esos primeros minutos es la clave para salvar o no la vida.


P.- Hablabas antes de las emergencias más comunes pero ¿hay alguna que no sea tan común pero que con un mínimo de conocimiento podamos reaccionar adecuadamente?
R.-
Hay una, la hemorragia, que es la gran desconocida. Una caída en bicicleta o en moto, los cuerpos de seguridad que pueden recibir un disparo o una puñalada…. Estamos hablando que en unos segundos puedes entrar en shock y si entras en shock por una hemorragia exsanguinante, no vas a poderte hacer nada ya, por lo tanto tendrá que haber alguien que te pueda ayudar. Si hay alguien que sabe hacer ese control del sangrado, esa presión directa primero, colocando un torniquete o esas vendas, ese empaquetamiento en los primeros momentos de la herida, podremos salvar esa situación pero la mayoría de la gente lo desconoce.


P.- Entiendo que te seguirás formando continuamente, ¿verdad?
R.-
Siempre, de hecho dentro de nuestro servicio de Protección Civil tenemos esas 40 horas de formación obligatorias que nos dan cursos pero, a partir de ahí, van saliendo cosas y entre nosotros, que somos un grupo de veinticuatro, nos vamos actualizando. Al final el secreto es actualizarse, tenemos manuales anticuados que se siguen dando y al igual que la ciencia avanza, la Medicina de Emergencias también.


P.- ¿Alguna anécdota que recuerdes de todos estos años de tu trabajo?
R.-
Hay muchas pero una muy llamativa que ocurrió hace 2 años aproximadamente. Un chaval que estaba peleando en un ring cayó fulminado en una parada cardíaca súbita, nadie ahí sabía qué hacer, nosotros llegamos en 3 minutos 20 segundos y comenzamos a hacer esa RCP. Éramos tres compañeros, le colocamos el desfibrilador, le dimos dos descargas y a los 4 minutos el chaval despertó, empezó a respirar y se lo llevaron a la UCI vivo. No supe nada de él hasta un año después que me contactó su madre por Facebook porque querían conocerme. Vinieron y lo realmente impactante de todo esto, que se me siguen poniendo los pelos de punta, es que el chaval, que está bien aunque no puede hacer deporte, tiene una malformación congénita y le pusieron un desfibrilador auto implantado, pero tiene seis hermanos y los seis tienen la misma enfermedad que fue detectada porque él sufrió esa parada cardíaca. Ellos en cualquier momento podrían haberla sufrido y ahora están medicados. Una vida salvó siete.


P.- Entiendo que por vuestro trabajo, que os enfrentáis a situaciones impactantes, necesitaréis apoyo psicológico, ¿no?
R.-
Sí, pero nunca lo hemos recibido. Llevo trabajando en esto toda la vida, desde el año 99 y nunca hemos tenido ese apoyo psicológico, lo hemos mamado tanto desde pequeños que ya está muy interiorizado. Al final nosotros junto con la Guardia Civil damos ese apoyo psicológico a las familias. Hace poco tuvimos que apoyar a una familia en la que su hija falleció en un accidente y sólo se la reconocía por un tatuaje. al igual que los suicidios que es la primera causa de muerte no natural, hay uno cada hora y media, es una locura.


P.- ¿Para hacer este trabajo tienes que ser de una manera especial?
R.-
Es pasión y vocación, pero luego la recompensa es muy bestia, es muy bonita. Salvar una vida no tiene precio.

Texto y fotos: Kathy Montero