Luis Andrés Domingo Puertas / Historiador y arqueólogo

La de Arroyomolinos es una de las torres de homenaje más bellas y elegantes de la Comunidad de Madrid. Como ha ocurrido con otros casos simi­lares en la región, el elemento más destacado de la que fue una forti­ficación señorial más compleja eri­gida en las últimas décadas del si­glo XV, quedó aislada tras el desmantelamiento del sistema de­fensivo complementario a partir del siglo XVII. No obstante, las excavaciones arqueológicas realizadas en su entorno durante las úl­timas décadas, han permitido des­velar numerosas estructuras que evidencian la verdadera configu­ración del conjunto original.

escudos de Gonzalo Chacón y Clara Alvarnáez, señores de la fortaleza.

La torre que actualmente es em­blema cultural y foco de proyec­ción turística del municipio de Arroyomolinos, se remonta al último tercio del siglo XV. Su cons­trucción y la del resto del castillo, se inicia en el convulso marco de las disputas nobiliarias acaecidas durante la guerra de sucesión al trono de Castilla. De hecho, en un documento fechado el 14 de sep­tiembre de 1476, se menciona que el inicio de las obras fue promo­vido por Juan de Oviedo, un anti­guo secretario de Enrique IV, que recibió la población del propio rey en 1472 y posteriormente la defendió de los ataques de Pedro López de Ayala y de Gonzalo Chacón, siendo expul­sado en 1476 por las tropas de la ya entonces reina Isabel de Castilla. Sin embargo, la for­taleza había quedado a medio construir y fue finalmente concluida por Gonzalo Cha­cón tras convertirse en señor de Arroyomolinos. Por ello, de los tres escudos de már­mol blanco que se conservan actualmente en el torreón (tuvo seis hasta los años 50 del siglo XX), uno exhibe las armas del propio Gonzalo Chacón, en el ángulo nor­deste, y otro, ubicado en el ángulo noroeste de la torre, las de su esposa Clara de Aver­naes. El tercer escudo es el de las armas de los Reyes Católicos, situado en el matacán sur. La torre del homenaje es una estructura de planta rectangular con esquinas redon­deadas y unas dimensiones de casi nueve metros de ancho por doce de largo y una altura de diecinueve metros. Construida con ladrillo, se asienta sobre un zócalo de dos metros de altura de mampostería de piedra caliza y bloques de granito. El interior del torreón consta de cinco plan­tas en las que se distribuían las estancias reservadas al señor, y su acceso se encontraba situado en altura en la fachada sur, si bien ya en época contemporánea se abrió una nueva puerta en la fachada norte debido al uso de la estructura como palomar y granero. El coronamento de la torre destaca por los garitones que se sitúan por parejas en sus esquinas.

Estructuralmente, la fortaleza tenía una configuración cuadran­gular, con el torreón en el centro. Alrededor de este se erigió una antemuralla rodeada por un foso en forma de U de unos cinco metros de profundidad y una an­chura de diez metros, cuya es­carpa estaba construida con la­drillos, cantos y argamasa. El acceso principal al recinto forti­ficado se situaba en el ángulo sureste, si bien se han documen­tado dos poternas o accesos secundarios en la muralla. Además, la fortaleza contaba en sus esquinas con torres con troneras: una torre circular, un bas­tión poligonal y dos torres protegiendo el acceso principal.

Izq.: La bella torre de Arroyomolinos, en todo su esplendor. Centro: una instantánea del yacimiento. Dcha.: Otra foto de la fortaleza. (Fotos: Wikipedia)

Al interior, el castillo disponía de un es­pacio que permitiría la circulación intramu­ros. Ocupando este espacio, se encontraban algunas habitaciones de servicio, entre las que destaca por sus dimensiones la situada en el frente oeste, que ha sido interpretada como las caballerizas de la fortaleza, si bien pudo servir también y en parte como alma­cén. La otra estancia se ubicaba al este del torreón y pudo corresponder a un espacio de cocina. Como tantas otras torres de homenaje que han quedado como supervivientes soli­tarias de grandiosas forta­lezas, la de la localidad de Arroyomolinos ha recupe­rado, para orgullo y memo­ria de sus vecinos, parte de lo que fue el conjunto for­tificado original. Los restos que acompañan a esta her­mosa torre han sido excavados y posteriormente musealizados, formando parte actualmente de la Red de Yacimientos Visitables de la Co­munidad de Madrid.