De una desbordante imaginación desde bien pequeño, y con una mente inquieta que no ceja en su empeño de descubrir el por qué de las cosas, Javier Sierra es, sencillamente, un gran narrador de historias. Pero no uno cualquiera: persigue sus historias yendo a los lugares en los que se desarrollaron los acontecimientos para investigar y transmitir al lector esa cercanía de los sitios y personajes que dan sus libros. Premio Planeta en 2017, ahora en su última novela ‘El mensaje de Pandora’ nos lanza un mensaje de optimismo, en medio de esta pandemia.
“Cada fenómeno que no se explica es un desafío al intelecto”
Pregunta.- ¿Quién le mostró el increíble mundo de la lectura?
Respuesta.- Fue mi madre. Siempre ha sido una gran lectora y tuvo el acierto de llenar las estanterías de nuestro salón de novelas clásicas y libros de historia. Nunca los colocó en las estanterías altas del mueble del salón sino en la parte baja, así que desde muy pequeño tuve la oportunidad de acercarme a ellos sin que me dijeran “niño ten cuidado que me los vas a romper”. Como no tuve esta barrera, desde muy joven empecé a asomarme a ellos con curiosidad… y ya no he dejado de hacerlo. Por cierto, durante algunos años mis padres fueron vecinos de Boadilla.
P.- ¿Cuándo escribió su primer libro?
R.- El primero lo publique hace veinticinco años. Con esto no quiero decir que sea un señor muy mayor, pero sí que fui muy precoz. Si hubiera publicado el primer libro que escribí estaríamos hablando no de un cuarto de siglo sino de cuatro décadas, ya que mi primer manuscrito lo terminé en la mesa de comedor de mi madre, cuando aún llevaba pantalones cortos.
P.- La vocación de periodista también le sobrevino a muy temprana edad, ya que con 12 años conducía su propio programa de radio en Radio Heraldo. ¿Cómo lo recuerda?
R.- En realidad, aquel fue mi primer trabajo “profesional”. Conducía un programa de radio matinal para niños cada sábado por la mañana… aunque en realidad jugaba desde que tengo uso de razón a crear periódicos, revistas y a grabar en casetes programas radiofónicos imaginarios. Siempre quise contar lo que me asombraba. Y esa necesidad, al final, se convirtió en una forma de vida. En el fondo, desde que aprendí a escribir no he dejado de jugar con las letras ni un solo día. Recuerdo que mi padre, que era cartero, cuando volvía del trabajo traía el periódico debajo del brazo con las historias que se contaban en nuestra ciudad. El periodismo de entonces era distinto al de ahora, no se dependía tanto de los comunicados de prensa, de las notas de las grandes corporaciones… El periodismo de aquella época, y más en un periódico de provincias como el Diario de Teruel, era un trabajo de calle. El reportero tenía que salir todos los días con las manos en los bolsillos, irse a la plaza de la ciudad, ver qué se cocía y contarlo después en una crónica viva. Aquello daba lugar a noticias que impactaban y que empecé a recortar y coleccionar. A fecha de hoy sigo revisando la prensa, en busca de esa clase de historias, guardo los PDF de las informaciones que me interesan, y a menudo inspiran páginas de mis novelas.
P.- ¿Es verdad que con nueve años fundó su propio periódico?
R.- Tras ganar mi premio literario, un concurso de redacción en 1980, decidí hacer mi propio periódico. Mi familia tenía una casita de veraneo a las afueras de la ciudad, en un pueblo que se llama Castralvo. Allí fundé El Diario de Castralvo y junto con mis amigos de la zona nos dedicábamos a cosas tan pintorescas como explorar los alrededores con nuestras bicicletas, incluyendo las trincheras de la Guerra Civil. De allí sacábamos kilos de metralla, los vendíamos a un chatarrero que nos daba un pequeño dinerito, lo justo para comprar chucherías, helados… y para hacer fotocopias para el diario. El periódico lo convertimos en un medio por suscripción, ¡nos inventamos Netflix en el año 80! Cada una de las familias de los “redactores” nos daba 5 duros por la suscripción mensual. Nos juntábamos con unas 200 pesetas al final de cada mes de verano, y aquello nos hacía ricos por unas horas. Fue un gran “trabajo”. Luego ya llegaría la literatura.
P.- ¿Recuerda los títulos de aquellos primeros libros que escribió en su infancia?
R.- ¡Los recuerdo y los conservo! “El triángulo de la muerte”, “El fantasma del castillo Fontible” o “El fascinante viaje de Pedro Valverde”. Yo ya apuntaba maneras, a mí lo que me gustaba era todo lo misterioso. Se ve, ¿no?
P.- Ha sido el único escritor español en tener una de sus novelas en el “Top Ten” de los libros más vendidos en Estados Unidos por ‘La cena secreta’. ¿Qué sintió?
R.- ¡Vértigo! Desde Vicente Blasco Ibáñez ningún autor traducido del español había logrado convertirse en un bestseller en Estados Unidos. Aquello me llevó a una gira de 21 días por todo el país. Fuí de acto literario en entrevistas, un día tras otro, y aquel esfuerzo culminó con esa entrada en la lista de los libros más vendidos que ya no ha vuelto a repetirse. Créame. Ahora ya lo sé: es casi un milagro que un libro no escrito originalmente en inglés se abra camino en un mercado tan gigantesco como ese.
P.- ¿Qué es lo que más le atrae del más allá, del mundo paranormal?
R.- Que me obliga a hacerme preguntas y no deja que me instale en la comodidad. Cada fenómeno que no se explica es un desafío al intelecto, una provocación. Solo los perezosos y los fanáticos miran a otro lado cuando se cruzan con uno, y yo no soy ni lo uno ni lo otro.
P.- Fue Premio Planeta en 2017 por ‘El fuego invisible’. ¿Ha sido su mejor premio o hay algún otro que recuerde con más cariño?
R.- En mi conferencia en Boadilla hablé de ese primer premio literario que le mencioné antes. Tenía 9 años y valoraron una redacción mía sobre el día del maestro. Es el que recuerdo con más cariño porque casi fue una premonición de lo que habría de venir después.
P.- ¿Qué es lo más complicado a la hora de sentarse a escribir un libro?
R.- Escoger bien el tema y conocer a fondo a los personajes. Todavía hoy esa primera elección es la que más me cuesta.
P.- En su última novela, ‘El mensaje de Pandora’, ¿qué nos vamos a encontrar?
R.- Es un libro muy particular. Se trata de una carta que remite una dama misteriosa, de cierta edad, griega, a su sobrina de 18 años, en la que le habla del misterio de la vida y de la incertidumbre que rodea a trances como la enfermedad o las pandemias. Lo escribí en pleno confinamiento, buscando dar horizonte y optimismo a quien se acerque a leerlo. Creí que era necesario escribir una novela así en estos tiempos tan oscuros.
P.- Ahora mismo está inmerso en el rodaje de la nueva temporada de su serie “Otros Mundos”, ¿no?
R.- Sí. Es una serie de docuficción que se estrenará en el canal #0 de Movistar el próximo 7 de junio, en la que cuento cómo me interesé por los grandes enigmas de la historia. Los nuevos capítulos hablan de “La dama azul” que fue mi primera novela. La historia de sor María de Jesús de Ágreda, una monja del siglo XVII que decía que era capaz de estar en dos lugares a la vez y a la que se le atribuyó la conversión de tribus indias de Nuevo México, Arizona y Texas.
P.- ¿Para cuando su próximo libro y sobre qué tratará?
R.- Espero tenerlo listo en un año. El tema es… secreto.
Texto: Kathy Montero Fotos: Cedidas por Javier Sierra