Manuel Gómez Rodríguez / Comisionado principal del Archivo Histórico de San Babilés

Pronto estaremos de fiesta y lo que procede es mostrarnos y actuar en modo alegría, procurando el máximo grado de participación en los diversos actos programados, cada uno según sus gustos y pareceres; seguro que todos, grandes y pequeños, hallarán diversión.

Como quiera que aquí, en Boadilla del Monte, la historia está casi desaparecida y padecemos una clara carencia de documentación, me consta que resultan poco menos que baldíos los esfuerzos de investigadores, historiadores y escritores para reconstruir la memoria de este pueblo, a la vista de los escasos resultados.

Poco sabemos de nuestra Patrona la Virgen del Rosario; se intuye que su devoción se extendió con motivo de la Batalla de Lepanto en el siglo XVI, año de 1571, en el reinado del gran Felipe II. En esta batalla participó el tutor de don Juan de Austria, don Luis de Requesens, como lugarteniente de la Armada de la Liga Santa. Prometió a la Virgen levantar un convento en su nombre en Villarejo de Salvanés si ganaban la batalla, que se empezó a construir en el año 1573. La Virgen del Rosario es conocida también como la Virgen de la Batalla o de la Victoria. La flota antes de entrar en combate rezó el Santo Rosario por recomendación del papa San Pio V que instauró la fecha del 7 de octubre y agregó a la letanía de la Santísima Virgen la advocación de Auxilio de los Cristianos.

Tendríamos que echar nuestra imaginación a volar, pues quién sabe si en la famosa batalla, además de don Juan de Austria, Giovani Andrea Doria, Álvaro de Bazán y don Luis de Requesens, también participó algún ilustre marino o militar de Boadilla del Monte.

Lo que de momento ignoramos es la fecha desde la que es nuestra Santa Patrona y qué motivó este patronazgo. De Nuestra Señora del Rosario sabemos por la leyenda que en el año 1208 en el Monasterio de Proulihe, al sur de Francia, se apareció la Virgen María sosteniendo en las manos un rosario y enseñó a rezarlo y recitarlo a Santo Domingo de Guzmán y le encomendó que lo difundiera.

La devoción a la Virgen del Rosario en tiempos de la Guerra de Sucesión, entre 1706 y 1710, queda reflejada, por desgracia, en algunos documentos que nos hablan de los sacrilegios, profanaciones y excesos en lo sagrado cometidos por las tropas del Archiduque Carlos, en distintos lugares en los que había un altar en honor de esta imagen mariana.

En Boadilla nos relatan la existencia de una imagen con el título del Rosario en la iglesia parroquial y otra imagen grande de vestir en la ermita de San Babilés.

Actualmente solo se dispone de dos imágenes, una talla del siglo XVIII y la imagen que procesiona.

De las fiestas antiguas, de ayer, remontándonos algo más de 30 años, recordamos con nostalgia cómo empezaron a florecer las peñas con su jolgorio, sus charangas, sus dianas, sus pasacalles y sus locales casi siempre improvisados; sus buenos aperitivos, comidas y sus bien provistas barras con todo tipo de bebidas y, lo más importante, con la música a bastante volumen, cualquier hora era buena para marcarse un buen pasodoble o bailar la música de moda.

El centro neurálgico durante mucho tiempo fue la Plaza de la Cruz. Sobre un escenario montado al efecto, varias orquestas durante las noches de fiesta tocaban hasta el amanecer con la concurrencia de todo el pueblo y alrededores. Según me relatan las personas mayores, era costumbre que los mozos esperaran al coche de línea ya que entre los viajeros solían venir chicas de su edad. Además de las atracciones instaladas en la avenida de Madrid o en lo que ahora es el aparcamiento del Palacio, había encierros y corridas de toros en la plaza de la Barbacana y después en plazas portátiles en distintos emplazamientos. En la actualidad disponemos de recinto ferial donde se instala la gran carpa para las actuaciones musicales, campeonato de mus, día del Mayor, este año ‘Día Internacional del Mayor’, contamos con las peñas locales y en nuestra plaza de toros los correspondientes encierros, corrida y festival taurino. Los actos religiosos en honor de Nuestra Patrona comienzan los días 2, 3 y 4 de octubre con el triduo y besamanos. El día 7, después de la Santa Misa, se sale en procesión por las calles del pueblo acompañando a la Virgen del Rosario. Es tradición que las señoras que les plazca, acudan con mantilla y peineta, como así lo hace la Junta de la Hermandad.