Elena Rodríguez Tato / Directora de equipo Begara Luxury Real Estate

Las plantas siempre nos han acompañado en nuestros espacios domésticos. Son un básico que mejora cualquier gesto decorativo.

Un rincón oscuro mejora estéticamente. Nos proporcionan un toque nostálgico a una estancia o nos viste de aire selvático un salón. Pero, sobre todo, las plantas descontaminan, refrescan, levantan el ánimo y regalan vida.

La locura por las plantas forma parte de la cultura del siglo XXI. Grandes o en miniatura, únicas o en composición. Desde una maceta a un jardín vertical.
Las plantas son versátiles y quedan bien en cualquier lugar: encaja el “verde” en todos los espacios y tu hogar se llenará de vida.

Aunque con las plantas no se tiene por qué seguir ninguna norma, conviene tener en cuenta algunas cosas.

Las hay grandes, medianas, pequeñas y diminutas. Las grandes, las de hojas exageradas, las de gran volumen y altura quedan genial simétricas, enmarcando una puerta o un gran ventanal. En soledad, en un rincón o junto a un sofá.

Su gran porte contagia elegancia y glamour allí donde las coloques. Un “sosaina” pasa a rincón “fabuloso” con este simple toque. Son un acierto en interiores muy blancos y asépticos.

Los baños, si tienen luz, “plantados” relajan e invitan a llenar la bañera de espuma y encender velas. Sin duda, es aquí donde cualquier planta alcanza la felicidad con el aporte natural de humedad que regala el baño.

Una cocina llena de alegría, ¡no te olvides de las aromáticas! ¡Del aroma del poder! ¡Del “todo a mano”! Una planta de orégano para las pizzas hechas en casa las noches de verano y otra de albahaca, además de maravillosa en ensaladas, ¡ahuyenta a los mosquitos!

Para auxiliares, incluso centros de mesa, las crasas en miniatura y de distintos colores van geniales.

Otra opción es la flor cortada. En ramos exagerados o en composición de jarrones de cristal.

Un gran ramo en la entrada recibe e invita. Salpica color y levanta el ánimo nada más entrar en casa.

La oferta en flor es infinita y las puedes combinar de mil formas y maneras.

Los tulipanes del mismo color en un jarrón de cristal o cerámica. Tres gerberas en tres jarrones iguales para formar una composición sobre la gran mesa del comedor o sobre esa chimenea que en estos meses duerme.

Para estancias más románticas, las peonías aportan dramatismo y nostalgia. No solo su color, su olor lo inunda todo.

En los espacios minimalistas, olvídate de plantas o ramos de flor cortada. ¡Hojas! Solo hojas, de magnolio, ramas de papiro, una costilla de Adán gigantescas… y deja que ellas solas hagan su magia.

El jazmín huele a verano y los frutales están en plena explosión. Otra idea es hacer tú misma una composición con frutas, jugando con plantas o flores.

Puedes utilizar la alegría de las margaritas para las uvas. Hojas grandiosas con frutas exóticas. Frutos rojos con velas… ¿Te animas? Son maravillosos para tus mesas de verano.