Carlos Caballero /
Arqueólogo
Colegio de Profesionales de la Arqueología

Hay en la ciudad de Madrid una gran obra de ingeniería prácticamente ignorada: la Estación de ferrocarril de Delicias, un imponente edificio industrial con soluciones audaces en su tiempo y que, considerada hoy un monumento es, sin embargo, desconocida por muchos madrileños.

La situación de la Estación de Delicias en la ciudad facilita que sea un monumento inadvertido: localizada, por razones puramente técnicas, en una hondonada junto al Paseo de las Delicias, envuelta después por la trama urbana y oculta su airosa fachada principal por la desafortunada construcción de un edificio en los años 70 del siglo XX, nadie que no vaya expresamente a visitar la Estación será consciente de su existencia.

Ese emplazamiento se eligió porque el sur de la ciudad se había configurado como un enclave ferroviario y la nueva estación se insertó en la línea de circunvalación que iba de Atocha a la Estación del Norte, hoy conocida como Príncipe Pío. Sin embargo, en el momento de su construcción, no solo fue la primera estación permanente de Madrid (pues, por entonces, Atocha era un simple apeadero y Norte contaba solo con un edificio provisional), sino que incorporó unos alardes técnicos que solo habían sido utilizados hasta entonces en la Galería de las Máquinas de París, apenas un año antes, por Henri de Dion, que daría nombre a este sistema constructivo. La estación madrileña fue diseñada por otro ingeniero francés, Émile Chachelièvre, y su aspecto más destacado es su espectacular cubierta de hierro, preparada por la misma compañía que poco después diseñaría la estación de Orsay, en París.

Izq.: Detalle de la cristalera. Dcha.: La Estación de Delicias en construcción, hacia 1879. (Foto: Pedro Martínez de Hebert-Museo del Ferrocarril)

Las piezas de la armadura de la Estación se montaron en el norte de Francia, en Lille (aunque algunos autores apuntan que el montaje se hizo en Bruselas), y se trasladaron a España para su instalación, como recoge una fotografía de época de Pedro Martínez de Hebert. La ligera estructura resultante cubre, sin sujeciones intermedias, un espacio amplísimo, de 170×35 metros, con una altura de 22. La estructura metálica que soporta la cubierta, en la que la decoración desempeña un papel fundamental, especialmente en el exterior del edificio juega para la iluminación del interior con las luces y sombras de la ciudad. Durante su construcción, además, se pudo conocer uno de los yacimientos paleolíticos que marcan el origen de la investigación arqueológica madrileña. Inaugurada en el año 1880, Delicias nació como cabecera de la línea Madrid-Ciudad Real-Badajoz, y se integró pronto en la compañía MCP (Madrid-Cáceres-Portugal), cuyo logotipo, con las iniciales entrelazadas, se ve aún en la decoración exterior de la Estación. Desde su inauguración, Delicias ejerció como estación término de esta línea y, a partir de 1885, con la entrada en funcionamiento del servicio de coches-cama, se convirtió además en la cabecera de la línea Madrid-Lisboa. La vida activa de la Estación se prolongó hasta que en 1969 se cerró el transporte de viajeros y en 1971 el servicio de mercancías, clausurándose, entonces, definitivamente.

Desde ese momento, comenzó a acoger antiguas unidades de ferrocarril, lo que daría lugar a la creación, a finales de 1984, del Museo Nacional Ferroviario. El Museo conserva una destacada colección de maquinaria ferroviaria que permite reconstruir la historia del ferrocarril en España, desde los primeros trenes de vapor, hasta las primeras unidades del Talgo, y solo por eso, en este Año Europeo del Ferrocarril, ya valdría la pena visitar esta Estación que, aunque discretamente oculta, es un hito urbanístico de Madrid.

Izq.: Fachada oeste de la nave de viajeros. Centro: Museo del Ferrocarril. Dcha.: Pabellón de entrada al edificio de viajeros. 

* (Las actividades del Museo y la historia de la Estación pueden consultarse aquí: https://www.museodelferrocarril.org/)