La pandemia de Covid-19 puso en el disparadero al Sistema Sanitario español en marzo del año 2020. Muchos fueron los que dudaron del mismo y de su capacidad de reacción ante una situación como la que sobrevino de manera fulgurante, y diversas fueron las opiniones de, si con las medidas que tenía, podía o no hacer frente a la situación. Se culpó a recortes presupuestarios anteriores, también se dijo que era imposible responder a situaciones inesperadas de este alcance y que los medios con los que se contaban eran suficientes…Han corrido ríos de tinta sobre todo aquello y cada cual tiene su opinión o su punto de vista.
Si algo quedó claro de aquello fue que los sanitarios españoles se desvivieron dando lo mejor de ellos en pro de la salud de la ciudadanía, y la Farmacia comunitaria, como no podía ser de otra manera, estuvo al pie del cañón como un agente sanitario más, demostrando que somos parte del sistema y podemos ser de muchísima utilidad.
La red de farmacias de Castilla- La Mancha (CLM) está compuesta por 1.255 farmacias con más de 3.000 profesionales farmacéuticos, una red que supone un recurso sanitario extraordinario para la promoción de la salud en nuestra región, llegando al 98% de la población. En una Comunidad tan extensa como la nuestra y con tan baja densidad de población, la farmacia rural es un actor fundamental por la accesibilidad que tiene el paciente a ella, la farmacia rural de CLM es la fortaleza de la farmacia comunitaria en nuestra región, allí donde no hay otro profesional sanitario está el farmacéutico.
La pandemia no solo nos trajo las tensiones al sistema sanitario, de las que hemos hablado antes, sino algo que en pleno siglo XXI era inimaginable, el desabastecimiento de ciertos productos sanitarios básicos como el alcohol, mascarillas o guantes y, cuando por fin se ponen a disposición de los ciudadanos los test de detección de la COVID a través de las farmacias para garantizar una distribución sanitaria, con información sobre la forma correcta de usar y medidas a tomar en función de los resultados, nos llega a otro desabastecimiento a las puertas de la sexta ola en la Navidad de 2021, motivado por el incremento de la demanda en más de un 500% y la entrada en la distribución de agentes ajenos a la distribución farmacéutica provocando escasez y aumento de precios.
Pues ahora nos estamos enfrentando a otra situación similar, pero esta vez el desabastecimiento es de medicamentos, algo más delicado. Muchas son las causas: dependencia de países externos, como China o India, en cuanto a producción de materias primas exponiéndonos a sufrir carencias cuando ellos tengan algún problema y precios del medicamento superiores en países de nuestro entorno. A todo esto, se suman otras causas más circunstanciales como la guerra de Ucrania, el aumento del coste de la energía, de los transportes y de todas las materias primas. En este punto hay que recalcar que el tener un Sistema de precios regulados ha impedido que éste suba, pero lo cierto es que la falta de medicamentos es demasiado elevada y aquí es donde la Farmacia debería tener un papel más determinante en pos de solucionar el problema.
Afortunadamente, la legislación sanitaria nos habilita a sustituir medicamentos, pero sólo en el caso de que sean de igual composición, forma farmacéutica y tamaño de envase, por lo que el tratamiento del paciente estaría garantizado. El problema viene cuando la escasez del fármaco es todo el conjunto homogéneo, esto es, de los que todos los que son sustituibles entre sí, o de algunos fármacos que no podemos sustituir aun siendo el mismo principio activo o cuando el fármaco no tiene sustituto. En estos casos es el médico el que tiene que decidir qué hacer, y conlleva al sistema la saturación por la doble visita del paciente, además de la incomodidad a éstos últimos de tener que volver a acudir al médico, cuando la mayoría de ellos son personas mayores, con problemas de movilidad o dependientes. La habilitación para sustituir el mismo principio activo por otra forma de administración (cápsulas por sobres, por ejemplo) solucionaría parte del problema, pero cuando no se da esta circunstancia, una comunicación más directa con el médico sería de muchísima utilidad.
Hace ya 10 años que en Castilla-La Mancha tenemos instaurado el sistema de Receta Electrónica, un sistema de prescripción dispensación mucho más ágil y funcional que el de la receta de papel tradicional, que podría ir más allá convirtiéndose en un medio de comunicación bidireccional entre médicos, enfermeros y farmacéuticos para solucionar este tipo de problemas, evitando consultas innecesarias, cuando puedan solucionarse con una simple interlocución, y así no saturar la Atención Primaria con consultas duplicadas.
Está en manos del sistema sanitario sacarle provecho y darle todo el recorrido que tiene este sistema y obtener las ventajas que nos brinda la tecnología aplicada a la Sanidad y al bienestar de los pacientes.