Nació como un arte popular, pero creció hasta tener nombre propio, el neomudéjar, definido como el estilo arquitectónico genuinamente madrileño. A menudo se cita como su punto de partida la inauguración, en 1874, de la Plaza de Toros situada en las inmediaciones del actual Palacio de los Deportes, en la Avenida de Felipe II. Esta obra, según proyecto de Emilio Rodríguez Ayuso y Lorenzo Álvarez Capra, creó un nuevo estilo simple y claro, con un profundo sentido práctico, y pronto se extendió a numerosos edificios públicos, especialmente iglesias, conventos e instituciones benéficas. A los dos arquitectos citados como pioneros, habría que añadir a Enrique Repullés y a quien, ante la imposibilidad de abarcar en una pincelada de “Nuestro Patrimonio” cuanto supuso el neomudéjar en Madrid, dedicaremos esta entrada: el arquitecto leonés Juan Bautista Lázaro de Diego, una de las figuras más representativas del neomudéjar.
Lázaro fue uno de los impulsores de este estilo, con su iglesia del Pilar en La Guindalera, iniciada en 1881. Desaparecida hoy esta temprana muestra, visitaremos otros cuatro edificios suyos que aún conservamos en diversos puntos de Madrid.
Por orden cronológico, nuestra primera parada será el Real Colegio de Nuestra Señora de Loreto, iniciado en 1889 en la calle del Príncipe de Vergara. Entre los muchos hallazgos de Lázaro en este edificio precursor, destaca el empleo en la iglesia de bóvedas tabicadas a la catalana, una solución económica y funcional que perduraría durante medio siglo en la arquitectura madrileña. El Colegio es un gran volumen aislado en medio de una manzana del Ensanche, pero evita resultar abrumador con la disposición de tres pabellones perpendiculares a calle que rompen la rotundidad de las líneas de fachada y lo convierten en un conjunto amable.

Izq.: Convento de Concepcionistas. Centro: Detalle de La Milagrosa. Dcha.: Colegio de Nuestra Señora de Loreto.
La siguiente parada nos lleva a Chamberí, a García de Paredes: en 1900 comienza la construcción de la Basílica de La Milagrosa. Cuenta en sus fachadas con un amplio programa decorativo, en el que sobresalen las ventanas en arco de herradura apuntado y polilobulado, mientras que la fachada principal destaca con dos airosas torres que enmarcan el acceso, bajo un gran arco apuntado que será una de las firmas de las obras de Lázaro. Bajo la cubierta de la nave principal, encontraremos un enjambre de ladrillo que veremos en varias más de las obras de Lázaro que configuran este pequeño recorrido. Al interior, en cambio, el neomudéjar da paso a otro estilo historicista, el neogótico, en una convivencia habitual en este cambio de siglo.
En la Calle de Toledo nos espera el Convento de Concepcionistas. Iniciado en 1903 para sustituir al Hospital de La Latina, demolido ese mismo año, recupera para sus dos portadas principales el esquema compositivo de la existente en el antiguo Hospital, repitiendo, además, el entrelazado de ladrillos en la cornisa que nos sirve de hilo de Ariadna en esta ruta. Del antiguo Hospital se salvaron dos tramos de balaustrada de la escalera gótica, conservada hoy en la Torre de los Lujanes (Plaza de la Villa) y la puerta principal, reconstruida junto a la Escuela de Arquitectura, en la Ciudad Universitaria.

Izq.: Vista general de La Milagrosa (Fotos: Carlos Caballero). Centro y dcha.: San Ramón Nonato, fachada lateral y principal.
Nuestra última parada será junto al Puente de Vallecas, donde visitaremos la iglesia de San Ramón Nonato, terminada en 1905, en un solar que había donado la familia Villota. Encontraremos detalles ya vistos, como el gran arco apuntado enmarcando la portada principal o el enjambre de ladrillos que sustenta la cornisa, y conoceremos la historia singular de esta iglesia, que perdió su cabecera original durante la construcción de la M–30, en los años 70 del siglo XX, y ocultó entonces sus fachadas laterales con nuevos salones parroquiales. Esas fachadas, ocultas tras la nueva construcción, han sido redescubiertas en 2023, cuando unas obras de rehabilitación dieron de nuevo con lo mejor del neomudéjar de la obra de Juan Bautista Lázaro de Diego, un arquitecto precursor que dio a Vallecas una iglesia digna de figurar en la historia de la Arquitectura.