Luis Andrés Domingo Puertas, Historiador y arqueólogo

Durante el siglo XVIII, la dinastía borbónica española puso en marcha una decidida política de nuevas construcciones militares que apostaban por la modernización y la adaptación a los nuevos tiempos de los acuartelamientos, centrándose principalmente en Madrid, en las capitales de los Departamentos marítimos y en los puestos fronterizos. Enmarcado en esta nueva política de edificaciones militares destaca la construcción del Cuartel de las Reales Guardias Walonas de Leganés. Está bien atestiguado, gracias a la investigación realizada hace unas décadas por Virginia Tovar, el proceso que dio lugar al inicio de las obras de este ya emblemático edificio. El proyecto original de Sabatini y el conjunto de planos que lo definen se conservan en el Archivo General del Palacio Real de Madrid. Este gran complejo cuartelario, una de las joyas del Patrimonio Histórico del municipio de Leganés, fue diseñado por Francisco Sabatini que, además de arquitecto del rey Carlos III, fue teniente general del Ejército.


La construcción de esta imponente edificación militar fue aprobada por el rey en 1775, con un presupuesto de ejecución de dos millones y medio de reales y la dirección de la obra, a propuesta del propio Sabatini, corrió a cargo de José de Hermosilla y Sandoval, arquitecto y Capitán del Real Cuerpo de Ingenieros. Su construcción fue rápida y las obras alcanzaron su finalización en el año 1783. A lo largo de su historia, el cuartel ha sido sede sucesiva de distintos cuerpos del ejército. Los primeros en ocupar el cuartel fueron las Guardias Walonas y, más adelante, ya durante la Guerra de la Independencia, estuvo acantonada en el cuartel la División de Húsares del ejército francés. Avanzado ya el siglo XIX, a partir de 1833, fue sede del Regimiento de Infantería Princesa y, después, de los regimientos de infantería Isabel II e Iberia. En distintos periodos, también guardias civiles y legionarios pasaron por este cuartel. En 1939 llega el Regimiento de Infantería Motorizada de Saboya número seis que permanece en Leganés hasta el año 1991, momento en que el edificio, reacondicionado, se convierte en una parte importante de las instalaciones de la actual Universidad Carlos III de Madrid.

A parte de su importancia como acuartelamiento en la periferia de la capital y de ser un exponente de la nueva política de construcciones militares desarrolladas durante el siglo XVIII por la dinastía borbónica, el de Leganés es un ejemplo de las nuevas tipologías arquitectónicas aplicadas funcionalmente al ámbito de lo militar. El de Sabatini es un proyecto en el que confluyen conceptos arquitectónicos del pasado y las novedosas perspectivas que se abren a las necesidades de los ejércitos contemporáneos. Se ha dicho de este proyecto que en él conviven el interés por las formas geométricas más elementales y la necesidad de funcionalidad con un cierto acomodo con las fórmulas tradicionales.

En las imágenes, diversos aspectos de la fachada e interior de esta imponente edificación militar diseñada por Francisco Sabatini y aprobada por el rey Carlos III en el siglo XVIII. En la actualidad, acoge una de las sedes de la Universidad Carlos III de Madrid. (Fotos:Ayuntamiento de Leganés y Wikipedia)

El edificio, de gran porte y majestuosidad, se articula en torno a un enorme patio de armas interior adoptando una distribución simétrica y soluciones sobrias para alcanzar una eminente funcionalidad. La fachada principal es un magnífico ejemplo de sobrio equilibrio simétrico, con una disposición sumamente elegante de las ventanas en torno a la portada principal. Se ha llegado a decir que el diseño de este cuartel refleja las vacilaciones de la época, en la que junto a la inclinación a las reminiscencias pasadas, se advierte una evidente proyección hacia lo nuevo, en la que además el arquitecto busca armonizar lo práctico con lo bello. Desde principios de los años 90 del siglo XX, este cuartel ha pasado a ser un referente de distinto signo, al haberse convertido en una de las sedes de la Universidad Carlos III. El edificio, reconvertido en espacio universitario mediante una acertada rehabilitación, ha demostrado su carácter funcional y polivalente y, de algún modo, pese a su orientación inicial, evidencia la grandeza de la concepción arquitectónica de Sabatini y su adaptación atemporal al mundo actual.