Toda una vida dedicada a la enseñanza y a las personas

Escribir sobre el Colegio San José de Cluny, es hacerlo desde el cariño, el mismo que siempre han desprendido todas las madres y profesores que han pasado por este grandísimo y especial colegio. Ciento catorce años llevan en la localidad de Pozuelo de Alarcón formando en conocimientos pero sobre todo en valores, a todos los alumnos que en algún momento han pasado por sus aulas.

La historia de esta congregación religiosa no hubiera sido posible sin su fundadora, la beata Ana María Javouhey. Nacida en Jallanges, Francia, a sus veintiocho años tomó sus votos en la iglesia de Chalon junto con otras nueve jóvenes fundando así las Hermanas de San José. Se establecen en Cluny en el año 1812 y de ahí se van expandiendo demostrando su verdadera vocación de misionera por todo el mundo. Falleció en julio de 1851 sin antes haber dejado un gran legado en el que la educación a niños y jóvenes, el trabajo por la liberación de esclavos y ayudar a los más necesitados, han sido siempre sus máximas en la Congregación de San José de Cluny. Sus herederas religiosas han continuaron con su trabajo de una manera excepcional.

Izq.: una competición deportiva en los años 70. Centro.: varias alumnas tocando la guitarra. Dcha.: Fachada antigua del colegio.

Llegaron a España a finales de noviembre de 1903 instalándose en Madrid. Un año más tarde algunas de las religiosas fueron a Vigo y ya en 1905 compraron en Pozuelo de Alarcón una gran finca en el que construyeron un colegio internado femenino en el que se impartía cultura general. El centro estuvo cerrado durante la época de los incendios de iglesias y conventos reabriéndose en el año 1943 tras una gran reconstrucción del edificio. Durante esos años, además de cultura general se daba enseñanza primaria y bachillerato aunque las alumnas tenían que examinarse en el instituto. El segundo gran edificio se construye hacia 1964 aunando así, además de la enseñanza primaria, el bachillerato elemental y superior. El centro en aquellos años era de educación privada y femenino y contaba con internado.

Los dos edificios, el colegio de arriba y el colegio de abajo, tienen cada uno un templo en el que celebrar las misas y comuniones. La arquitectura de la iglesia y del primer edificio que albergó el internado es preciosa y ahora más, ya que desde hace unos años se le realizó una remodelación de fachada y tejado que hacen que luzcan más bonitos, si cabe. Quienes hayan tenido el privilegio de estudiar en este gran centro y hacer la primera comunión, hay que destacar que las escaleras de madera de acceso a la iglesia del colegio de arriba así como el suelo de baldosa hidráulica antes del acceso al templo, sigue siendo el original. Aquellos patios de arena tan grandes, en los que las más pequeñas cogían sus pañuelos de tela e iban vendiendo la arena fina a sus compañeras se han transformado con el tiempo dando paso a columpios más actuales con suelos de goma para la protección de los más pequeños. Los preciosos lilos que separaban el colegio de arriba y el de abajo y que florecían cada primavera decorando la imagen de la virgen María de cada clase, ya no están. Pero lo que sí sigue estando es el fervor, el compromiso de ayuda a los demás sin pedir nada a cambio, las ganas de involucrarse en la educación de los niños para contribuir a un mundo mejor.

Izq.: antiguo estanque. Dcha.: vista general del colegio en 1970.

Una de las personas que mejor nos puede explicar lo que ha significado para ella haber sido alumna del colegio, profesora, novicia y directora, es la madre Fuencisla. En su época de alumna, Sor María Fuencisla nos cuenta que recuerda esa etapa “con mucho cariño y agradecimiento. Sentía el colegio como mi segunda casa y, aunque me gustaban mucho las vacaciones y jugar en casa, venía contenta al colegio. Guardo en el corazón los gestos y el aprecio de las Hermanas y profesoras que nos daban clase y nos cuidaban. Todas me parecían buenísimas y muy listas; admiraba a todas mis profesoras. Siempre me sentí muy protegida, muy cuidada. Agradezco mucho el nivel académico, la formación humano-cristiana y la formación en urbanidad. Me gustaba muchísimo el patio de recreo tan grande, con tantos árboles con flores amarillas, rosáceas…, el merendero, los campos de deporte”.

En la misma capilla en la que tomó su primera comunión hizo su profesión religiosa. Estuvo de profesora en el centro hasta que la nombraron directora del mismo, “una responsabilidad muy grande para responder a la confianza que la Congregación ponía en mí y continuar la misión. Los antiguos alumnos que trabajamos en el Colegio siempre tenemos una ventaja, pues hemos conocido desde pequeños, la vida, espiritualidad y estilo educativo de Ana María Javouhey, el Proyecto y la misión de San José de Cluny así como el perfil del educador San José de Cluny; y no solo lo hemos conocido sino que lo hemos visto reflejado en nuestras educadoras. Fui directora de quienes antes habían sido mis profesoras y mis compañeras. Me acogieron muy bien y me ayudaron mucho. Confiaban en mí y yo en ellas; nos estimábamos mutuamente. He intentado desempeñar mi misión con espíritu de servicio y entrega buscando lo mejor para los alumnos y viviendo unas relaciones cordiales y sencillas con todos los miembros de la Comunidad Educativa” nos explica la madre Fuencisla.

Izq.: actuales instalaciones deportivas. Dcha.: las alumnas en antiguas aulas
de laboratorio.

Muchos son los recuerdos especiales vividos en el colegio por su antigua directora, “el primer día que entré en el colegio, a los cinco años, se me grabó la frase del vestíbulo: “LA SANTA VOLUNTAD de DIOS”. Todavía no sabía lo que significaba, ni quién era la autora, pero el Señor me lo ha ido explicando, desde entonces, día a día. Con frecuencia, recuerdo esa primera lectura y esta frase que resume el carisma de Ana María Javouhey. Los viernes por la tarde siempre fueron especiales: siempre teníamos alguna sorpresa; de mayor, recuerdo que teníamos Arte Moderno, con muchas diapositivas y traíamos siempre algún dulce para acompañar la sesión”.

Los tiempos cambian y el colegio se ha ido modernizando ofreciendo siempre a sus alumnos todo lo mejor a nivel académico, pero lo que no ha cambiado son los valores y el carácter del colegio, en el que la preocupación por formar parte de la vida de sus niños, preocupándose por su desarrollo como personas de bien en el futuro, sigue siendo y será siempre el objetivo de cada religiosa y profesor del Colegio San José de Cluny.

Texto: Ayer&hoy
Fotos: Colegio San José de Cluny