Trabajar la madera de una manera artesanal es una cualidad que no todo el mundo tiene y Juan Pedro Álvarez la aprendió del mejor, de su padre Isidoro Álvarez que a su vez lo hizo del suyo, Lorenzo Álvarez. Y es que, la Carpintería-Ebanistería Álvarez y Asociados lleva en Pozuelo toda su vida.

El bisabuelo de Juan Pedro, Macario, aunque hizo algo de carpintería, su labor principal fue el trabajo en el campo, pero su abuelo Lorenzo fue el que se dedicó en cuerpo y alma a la carpintería, “sé que mi abuelo hacía carros y reparaba las ruedas de madera. Ese trabajo mi padre y mi tío Pepe, que fueron los que relevaron a mi abuelo en la carpintería, no llegaron a hacerlo porque ya no se estilaban los carros pero en la época de mi abuelo sí”, cuenta Juan Pedro.

Izq.: Isidoro con Juan Pedro de niño y un amigo en las fiestas de Pozuelo de Alarcón. 2ª foto: Juan Pedro Álvarez y su primo Vicente en la carpintería en la actualidad. 3ª foto: Juan Pedro en la puerta de la carpintería-ebanistería Álvarez y Asociados. Dcha.: En las fiestas, Isidoro -a la izquierda del torero- y Pepe -al frente, primero por la izquierda -. 

Comenzaron con el taller en los terrenos que los curas de La Salle tenían en la Colonia La Paz. Primero Lorenzo Álvarez con su hijo Isidoro, con el tiempo se unió su otro hijo Pepe que en sus inicios trabajó en la imprenta que tenían los religiosos para luego cambiar de oficio y juntarse con su padre y su hermano. Con el tiempo, los religiosos necesitaron disponer del taller y se trasladaron al centro del pueblo, la que es su ubicación actual en la calle Ramón Jiménez número 11. “Prácticamente todos los trabajos de Pozuelo se hicieron en nuestra carpintería. Los tejados del Ayuntamiento tanto el antiguo como el actual, los hicieron ellos junto con los frailes de la zona. De hecho, a mi padre le tocó irse a la mili justo cuando estaban haciendo el tejado del antiguo ayuntamiento que estaba en la plaza, que con los años lo tiraron y lo volvieron a reconstruir”, recuerda Juan Pedro.

El trabajo que principalmente desarrollaban en esa época era lo que se conocía como la carpintería de armar, se hacían todos los tejados y las ventanas de madera. Juan Pedro comenzó en serio a trabajar en la carpintería con 17 años, “al principio echaba una mano, a medio enredar. Ibas al taller, que si hazme esto, que si hazme lo otro y así empecé con mi padre y mi tío Pepe y unos primos hermanos de mi padre que se llamaban Patricio y Vicente que también estaban por allí”.

De su padre, Juan Pedro destaca que le enseñara la constancia en el trabajo “ser constante, la ilusión y las ganas de tirar para adelante, es lo que aprendí de él, ese tesón y la educación, que es muy importante. Me enseñó a tratar a la gente como se merecía. Y de mi tío Pepe aprendí los mismos valores, era muy parecido a mi padre, pasaron la guerra, tuvieron que salir evacuados a Cercedilla y toda la vida han estado juntos”, recuerda con cariño Juan Pedro.

Izq.: La familia Álvarez (abuelos, tíos Pepe e Isabel, padre Isidoro y Vicente de niño) con los curas de La Salle. 2ª foto: Isidoro y Julia con Mª Carmen (hermana de Juan Pedro). 3ª foto: Cajón de carpintería. Dcha.: Montando la plaza de toros de Pozuelo (Isidoro en el centro con gorra y algo descamisado)

Pozuelo era una localidad de curtidores y éstos en su oficio utilizaban grandes bombos en los que metían las pieles, Juan Pedro hace memoria y nos cuenta que recuerda que llamaban a su padre y a su tío para que fueran a los fabriquines a reparar esos bombos, “las fábricas de pieles tenían unos bombos de madera enormes que es donde metían las pieles para lavarlas y curtirlas con unos motores como si fueran unas lavadoras y entonces cuando se rompían los llamaban para arreglarlos”. Pero qué sería un carpintero de toda la vida de Pozuelo si no contasen con él para armar la plaza de toros y es que cuando llegaban las fiestas se ponían a ello, “se hacía toda la plaza de toros ahí en plaza de la Coronación, ponían las talanqueras, eso lo he vivido y lo he disfrutado”, dice sonriente.

Para Juan Pedro la carpintería ha evolucionado a peor porque se ha perdido ese trabajo artesano que se hacía antes, “recuerdo antiguamente que te mandaban hacer una puerta castellana y la hacías, ahora eso ya no se hace, pasó a mejor vida. Se ha perdido mucho el trabajo artesanal, ya vienen industrias grandes que te lo traen todo terminado. No es igual que te monte una puerta, a que tenga que hacerte la puerta de un tronco, ahí estaba lo bonito, esa creatividad. El trabajo de artesano hay que pagarlo porque lleva muchas horas, es el saber dibujar y trabajar la madera a mano. Eso se ha perdido ahora, es una verdadera pena pero la vida ha evolucionado y tú tienes que evolucionar según viene la vida”.

Del trabajo que más orgulloso se siente es el de haber realizado el presbiterio de la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, además de los bancos del mismo templo así como del confesionario. Actualmente Juan Pedro trabaja codo con codo con su primo hermano Vicente Álvarez, hijo de su tío Pepe, en el mismo taller en el que estuvieron sus padres y abuelo. Una profesión que aprendieron a querer desde bien jovencitos y que continúan dando vida a esa madera con la experiencia recibida de sus progenitores.

Texto: Ayer&hoy Fotos: Ayer&hoy,
Carpintería-Ebanistería Álvarez y Asociados