Francisco Manuel Boza / Gerente de la Residencia Virgen del Pilar de Boadilla

«Caminos de plata» es como se llama el nuevo espacio radiofónico con el que colaboro en el programa que lideran Isaac Palomares y Kathy Montero, “Cruce de Caminos”, en radio 4G, los lunes de siete a nueve de la tarde.

Lo del adjetivo plata no es por el puente del enemigo que huye, sino por el color del pelo que se nos pone a todos cuando vamos cumpliendo años.

Los del pelo de plata no son los mayores en general. Los del pelo de plata son nuestros padres y abuelos, a los que les debemos todo personalmente y como sociedad. Hoy España es lo que es, hoy disfrutamos de nuestra libertad y prosperidad gracias a los del pelo de plata.

Ser mayor, tener el pelo de plata, no es una enfermedad. Es una etapa de la vida, con sus cosas positivas y negativas. Ellos se merecen respeto y consideración. No son un lastre para nuestra sociedad, ni una carga, son parte importantísima de nuestra sociedad.

Y la mejor forma de poderles atender y cuidar en esa etapa de la vida es contando con una sociedad llena de niños y jóvenes. El futuro de nuestras sociedades occidentales está muy comprometido no por el COVID, o por la guerra de Ucrania o por la crisis económica sino por nuestra pirámide poblacional. Nuestra sociedad española está envejeciendo a pasos agigantados. De seguir así, en pocos años nuestro sistema del bienestar será insostenible. Nuestra forma de vida imposible de continuar. Este problema no aparece entre las preocupaciones de los españoles en las encuestas del CIS, ni es un tema habitual en el discurso político, pero la realidad es la que es.

La tasa de fecundidad española es la segunda más baja de Europa, 1,25 nacimientos por cada mujer. Estamos muy lejos de la tasa de reemplazo generacional de 2,1 hijos por mujer. Y esto es así no por una cuestión económica, puesto que en momentos históricos de menos prosperidad económica hemos gozado de mayores tasas de natalidad. Lo cual no quiere decir que las administraciones públicas no deban ayudar e impulsar con ayudas económicas a las heroínas que están dispuestas a tener hijos hoy en día. En España, sufrimos una auténtica brecha maternal de todas aquellas mujeres que quieren tener hijos y continuar sus carreras profesionales.

La crisis de natalidad en nuestra sociedad no sólo es una cuestión cultural o sociológica, sino que está muy relacionada con la crisis de la nupcialidad. La gente no se casa, no se compromete y por eso se tienen menos hijos. Y si nos casamos o nos comprometemos, lo hacemos a edades muy avanzadas por lo que también tenemos menos hijos.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2018, el número medio de hijos por mujer entre 40 y 44 años, por tipo de unión, era 1,81 hijos en los matrimonios, 1,39 hijos en parejas de hecho registradas, 1,21 hijos en parejas de hecho no registradas y 0,88 hijos de las mujeres sin pareja. Es decir, la fertilidad aumenta conforme aumentan las decisiones de compromiso y estabilidad.

Es urgente que en España se hagan tres cosas:
1) Se tome conciencia del problema y amenaza que nos acecha.
2) Se luche decididamente contra la brecha maternal.
3) Se impulse un clima cultural a favor del compromiso en las parejas.
Nuestra supervivencia como nación y sociedad depende de ello.