Cómodamente en el sofá, dando un paseo, en el bar de la Uni, en un semáforo, haciendo croquetas, de cervezas con los amigos, haciendo como que estudias en la biblio, poniéndote cachas en el gym…, en cualquier sitio y a cualquier hora estamos conectados a las redes sociales. Y lo hacemos bien por ocio o negocio, o por ambas cosas. Los beneficios de un uso responsable de una red social son muchos, aunque también tienen sus contras que tendríamos que evitar. De redes y de sus usos hablamos este mes en nuestro reportaje de portada. Redes que te quiero redes.

Las redes sociales conviven con nosotros desde hace tiempo, aunque históricamente son un fenómeno relativamente reciente. La comunicación en tiempo real con cualquier otra persona en las antípodas, la posibilidad de obtener información de cualquier rincón del planeta, la promoción de tu marca personal o profesional como nunca antes se ha hecho, la difusión de conocimiento con una posible audiencia de millones de personas… Tan fácil nos hace lo que años antes era difícil o imposible para la humanidad, que las redes sociales se han instalado plenamente en el mundo, y no solo eso, sino que han transformado nuestro modo de entender la vida, hemos ‘caído’ plenamente a sus encantos.

Este último año y medio, asolados por una pandemia sanitaria, confinamientos y restricciones a la movilidad, las redes han demostrado su fuerza y poder, con más penetración social, una mayor frecuencia de uso y un aumento de la base de usuarios de todas las plataformas, como si de una nueva revolución se tratase, igual que supuso la industrial en su época.

El 80% de españoles conectados.- El uso de redes sociales en el mundo y en nuestro país da buena cuenta de la magnitud de esta tecnología. Según el informe Digital 2021, realizado por Hootsuite y We Are Social, el 80% de españoles (unos 37 millones de personas) utiliza alguna plataforma online para ver información, por entretenimiento, para contactar con otros usuarios, compartir contenidos o alcanzar retos profesionales. Las apps Social Media, según el mencionado informe, ocupan el segundo lugar en frecuencia de uso, por detrás de las apps de mensajería tipo WhatsApp. En el último año, coincidiendo con la crisis sanitaria, ocho millones de nuevos usuarios han utilizado las redes sociales. Los españoles se conectan, de media, dos horas diarias a sus perfiles.

En el mundo, el 60% de la población utiliza la Red, es decir, 7.830 millones de personas buscan algo en internet y curiosamente cuatro de las cinco webs más visitadas (Google lidera el ranking) son redes sociales, por este orden: YouTube.com, Facebook.com, Twitter.com e Instagram.com. Lo más habitual es acceder a ellas a través de la app del móvil. Por otro lado, cabe destacar que WhatsApp registra más de 2.000 millones de usuarios en todo el mundo, por delante de sus competidores, la app china WeChat, con 1.150 millones y la rusa Telegram, con más de 365 millones, según se indica en Cinco Días.

La pandemia y el estar más tiempo en casa beneficiaron a algunas plataformas sociales como Tik Tok, entre otras. Ha registrado ya 9 millones de usuarios en España, ‘los tiktokers’ publican y suben vídeos para que sus seguidores realicen los conocidos como ‘challenges’ (retos). Este fenómeno hace que muchas marcas se planteen dirigir su estrategia de marketing y publicidad hacia esta red.

Mención obligada son las apps utilizadas para videoconferencias que han experimentado un boom en todos los niveles. El teletrabajo y la ‘teleenseñanza’ en algunos casos derivó en un uso exponencial de aplicaciones hasta entonces poco conocidas para el ciudadano de a pie, hablamos de Zoom, Meet, Google Hangouts, Facetime, WhatsApp (que ahora permite la conexión de 8 usuarios en vez de 4), etc. Y de videoconferencias saben mucho los empresarios en estos tiempos, ¡bendito Zoom! comentan algunos. Estas apps les han permitido mantener el interés del mercado por su producto, estableciendo relaciones comerciales virtuales que de otro modo no podrían haberse celebrado.

Difusión sumamente rápida de una marca.- Otro aspecto vital para una empresa es la gestión de sus redes sociales a través de un community manager. Es el caso de Carmen Gloria, una joven experta en el manejo de las Social Media y formadora en Ventas. En su opinión, la principal ventaja del uso de RRSS es la difusión sumamente rápida de una marca, “hay que tener en cuenta que la población de 14 a 65 años está presente en internet”, comenta a Ayer&hoy. Sin embargo, uno de los contras que cometen muchos empresarios es querer abarcar todas las redes sociales sin llegar a gestionar por completo todos los canales, dando una imagen negativa, añade. Por ello, Carmen Gloria aconseja a los neófitos dirigirse en principio solo a una red social, atendiendo plenamente a los clientes y/o usuarios. Pero antes de ello, es preferible seguir unos pasos sencillos que resume en tres etapas: marcarse unos objetivos claros, tener un plan de acción o ‘briefing’ y sobre ello, crear una cuenta en RRSS. Con ello, “en un mes se obtendrá un feedback o resultados gracias a la inmediatez de esta tecnología”. No por ello, esta community manager aconseja dejar olvidados otros canales que fidelicen la marca, “todo es complementario, no se debe dejar de invertir en publicidad tradicional teniendo en cuenta que también tiene su público objetivo”. Por su parte, José Manuel manifiesta que el diseño de una estrategia es fundamental para tener éxito en redes. Este economista reconvertido en community manager, debido a su pasión por la informática, considera que el hecho de tener un negocio en redes a veces no supone una gran inversión como sí tiempo para pararse a pensar qué imagen de marca se quiere proyectar, cómo y cuándo. El asesoramiento de profesionales como es su caso, es un valor añadido a tener en cuenta por las empresas deseosas de promocionar su marca pero sin experiencia en el mundo virtual.

Otro perfil habitual en redes sociales es el de los y las influencer, personas que cuentan con una credibilidad en algún tema en concreto y con una cifra importante de seguidores o ‘comunidad’. Dentro de esta categoría, existe la distinción de macro y microinfluencer, de 40.000 o más seguidores y de más de 8 ó 10.000 respectivamente. En ambos casos, la formación, la preparación y la información son vitales a la hora de generar contenidos en el perfil. Para Esther Valero, autora del blog ArmasdeMujer y con el perfil en Instagram @armasdemujer, otro aspecto primordial es la coherencia de los mensajes “si publicas algo que no tiene demasiado sentido con lo que tú defiendes, con tu estilo de vida, puede resultar demasiado artificial”. Los seguidores reales, continúa, “suelen ser bastante exigentes, no siguen a cualquier influencer, tienen que sentirse identificados contigo y se dan cuenta si estás intentando venderle la moto”. Las colaboraciones con firmas de moda, belleza, salud, alimentación… son otro de los pilares importantes de una o un influencer. Grandes profesionales como la actriz Paula Echevarría, con más de tres millones de seguidores, o María Pombo, con dos millones, no colaboran con cualquier firma, generan mucho retorno y su comunidad se siente muy identificada, “de ahí la importancia de llevar un hilo argumental”, explica.

RRSS, un cambio de paradigma social.- Según apunta el doctor en Ingeniería Informática, José Ángel Olivas, existe la falsa sensación de que todo está hecho en redes sociales, porque son accesibles a través del móvil y relativamente baratas, pero lo cierto es que “estamos en estados iniciáticos en cuanto a tecnología, el horizonte está lejísimos”.

Lo que sí está ocurriendo en el presente es una digitalización y globalización de fenómenos ya existentes en nuestra sociedad, “el individuo que antes criticaba a un político en un mitin ahora lo hace a través de las redes sociales”, ejemplifica. El foro, además, ha pasado de un entorno local a una audiencia mundial, “provocando la aparición de nuevas figuras harto conocidas como los youtuber, influencer, etc.”. Por ello, el también profesor manifiesta que las redes sociales juegan un papel fundamental en la globalización, “ya no va a tener sentido generar opinión en el medio físico, incluso los modelos económicos, de negocio o la banca van encaminados hacia la digitalización”.
No todos los aspectos son positivos para este experto. Las fake news (noticias falsas) y la falta de reputación en redes sociales son dos inconvenientes muy importantes. En este año y medio de pandemia, casi el 50% de los mensajes en redes sociales sobre COVID eran falsos. “Se puede manejar muchísima información falsa que, llevado a su punto más extremo, puede derivar en un peligro para el receptor si ve noticias como, por ejemplo, que debe tomar tal pastilla para curar tal enfermedad”. Esto conlleva a su vez una falta de reputación en redes sociales de parcelas como la académica y científica, “si alguien da una conferencia en un auditorio, se reconoce quién es, pero si pone una opinión en un hilo de Twitter, ¿cómo se confirma que la información es de un reputado experto y que está contrastada?”, se pregunta el profesor. A este respecto apunta un fenómeno social existente, el de los adolescentes que no ven la televisión, se informan a través de contenidos digitales o a la carta.

Preguntado por la idea peregrina de que un youtuber con millones de seguidores pudiera llegar a ser dirigente político de un país en el caso hipotético de que se presentase a unas elecciones, José Ángel Olivas asegura que es improbable que ganara por la franja de edad y nacionalidades diferentes de sus seguidores, si bien es un fenómeno muy interesante “que refleja las inquietudes de la sociedad actual”. Como analista de estos hechos, José Ángel Olivas considera que la aparición de estas figuras conlleva un cambio de paradigma social a tener en cuenta, aunque teniendo sumo cuidado a la hora de saber quién emite los mensajes y quién los recibe, “alguien con don de palabra y mucha repercusión en redes puede llegar a influenciar sobremanera al que recibe el mensaje, incluso a nivel personal, como ha ocurrido en jóvenes con trastornos alimentarios o suicidios”, concluye.

 

Entrevista a Daniel Martínez, psicólogo de la Fundación Recal

“Muchos adultos, en menor medida que los jóvenes, presentan también un uso patológico de internet”

Pregunta.- ¿Existe en psiquiatría el término “adicto a las redes sociales”? Respuesta.- Actualmente, ni el DSM-V de la American Psychiatric Association, ni la clasificación internacional de las enfermedades de la OMS, reconocen la adicción a Internet como un trastorno mental. Actualmente se encuentran en vías de estudio para su posible inclusión.

P.- ¿Qué rango de edad es más propenso a estar más tiempo conectados? R.- Frecuentemente los jóvenes, aproximadamente entre 13 y 24 años. Debido a tener aún un cerebro no maduro a nivel frontal, son el sector más vulnerable de cara a poder sufrir una dependencia, puesto que el abuso se relaciona con la impulsividad.

Se está observando que fuera de ese rango de edad, muchos adultos presentan también, aunque en menor medida, un uso patológico y dependencia de internet.

P.- ¿Cuáles serían las primeras señales de alerta de una persona que no puede vivir sin estar pendiente de las redes sociales? R.- Entre otras, una necesidad creciente de pasar tiempo y colgar contenido en esas redes sociales; inquietud o irritabilidad cuando se le interrumpe o detiene su uso; miente para intentar tapar o minimizar el consumo de dichas redes; descuido de actividades familiares, académicas, laborales o de ocio y tiempo libre; se pone a la defensiva cuando se le dice que puede tener un problema y patrón de sueño alterado.

P.- ¿Qué pautas son las que deben seguir estas personas dependientes de las redes sociales para rehabilitarse? R.- Intentar reducir o suprimir su uso; borrar aplicaciones de acceso rápido a ellas; realizar actividades alternativas a dicho consumo de redes sociales que no contemplen el uso de dispositivos móviles, ocio, deporte, actividades de índole social donde puedas tener lejos del alcance el aparato con el cual consumes redes sociales; tratar de limitar el uso. No coger el móvil hasta cierta hora de la mañana y no usarlo a partir de una hora de la tarde/noche; no desayunar/comer/cenar usando el móvil; limitar el número exacto de tiempo de uso al día y pedir ayuda especializada en caso de no ser capaz de mantener el cambio y poder ser consistente (recaídas), en estos aspectos.

 

Texto: Oliva Carretero Ruiz, Ayer&hoy
Fotos: Pixabay