El municipio de Boadilla ha ido creciendo a lo largo de los años, pero uno de los primeros bares que hubo en la localidad, y que a día de hoy sigue funcionando, es el Bar La Marina. Ángel Nicolás Sevilla inauguró su local en 1970, se abrió como marisquería y por él han pasado en algún momento de sus vidas, sus seis hijos, que siempre han estado ahí echando una mano. Casimiro Nicolás, uno de sus hijos y que actualmente lleva la gerencia de La Marina, nos cuenta que el primero de sus hermanos que estuvo ayudando fue Ángel hasta que cogió el local de bar de copas que estaba enfrente, Los Faroles. “Mi hermana Nieves también se ha hecho cargo del bar y Bea empezó con 18. Pero vamos, hemos pasado todos. Recuerdo que yo aprendí el oficio en este bar con tan sólo siete años. Me subía a una caja de cervezas porque no llegaba al grifo a tirar las cañas y así ayudaba a mi padre, que tenía una úlcera en la pierna para que se sentara un rato a descansar”.

Hasta primeros de los 80, estuvo el padre de Casimiro al frente del negocio con su equipo, pero debido a sus dolores en la pierna, alquiló el local a Antonio y Pilar Nicolás que lo trabajaron durante casi tres años. Luego volvió a manos de los hijos de Ángel Nicolás Sevilla, Juanjo y Gema, hasta 1991 que fue cuando Gema, junto a su marido Antonio “Wilow” se pusieron al frente de La Marina durante algo más de una década.

Izq.: Gema, hija del dueño, junto a su marido, Antonio ‘Wilow’. Dcha.: Ángel Nicolás Sevilla, en la imagen, inauguró el local en 1970.

Wilow y Gema tienen muy buenos recuerdos de esa época “fueron unos años de lucha y felicidad al frente de ese negocio. Fue un placer para nosotros llevar este negocio familiar en el que Gema estuvo con su hermano Juanjo durante dos años y anteriormente trabajando con su padre. Es un negocio de los de antaño, y de esta experiencia nos llevamos muchos amigos, gente que apreciamos y recordamos con mucho cariño. Nos podríamos tirar miles de horas recordando anécdotas y momentos inolvidables, sobre todo en las fiestas que abríamos a las 7 de la mañana y cerrábamos a las 3 de la madrugada. ¡Era algo impresionante!”, recuerda Wilow.

Y es que La Marina en aquellos años 90 era el punto de reunión para cenar algo antes de irse a tomar copas. “Cuando estuvieron Gema y Antonio, yo no he visto un bar en plan raciones, vender tanto, era increíble”, recuerda Casimiro, y así lo corroboran los propios Gema y Wilow, “aquellos bocadillos de tortilla de patata, de calamares, los pepitos de ternera y ¡qué decir de las hamburguesas y los sándwiches! Recuerdo también aquellos impresionantes platos combinados y los callos a la madrileña y mi amigo Antonio “El Pesca” que todas las semanas nos surtía de su buen pescado y marisco. Para nosotros fue algo inolvidable. Por el bar pasaba todo el pueblo, nos sentíamos queridos, lo dábamos todo y trabajamos con mucha alegría. Nos sentimos muy orgullosos de haber llevado este pequeño negocio y haber sido un punto de encuentro para la juventud de aquellos años”.

Sobre estas imágenes, la fachada de La Marina en los años 70 y en los 90 cuando era regentado por Ángel Nicolás al principio y su hija Gema y su marido Antonio ‘Wilow’ posteriormente.

Ambiente muy familiar.- En el 2001 Gema y Antonio se trasladaron a vivir a Torrevieja donde actualmente residen, aunque comentan que “por muy lejos que estemos, siempre llevamos a Boadilla en nuestro corazón”. A partir de ese año, Casimiro recogió las riendas de La Marina hasta el 2010. Luego volvió a estar alquilado durante unos años hasta que su hermana Nieves retomó el negocio. Con ella, La Marina cambió de imagen adaptando su decoración a los nuevos tiempos, pero lo que no cambia en este bar es su esencia. “Es un bar de barrio que te envuelve porque es un ambiente muy familiar”, nos cuenta Casimiro que relevó a su hermana y ahora es quien lleva la gerencia actualmente.

Y es que Casimiro disfruta de su trabajo. La base de la hostelería la tiene de su padre, “él me enseñó a ser honrado, a estar al pie del cañón, a ser formal y a respetar mucho a la gente. Evidentemente luego yo he estudiado el oficio y he trabajado en muchos restaurantes porque es un trabajo que me gusta”.

Izq.: Antonio ‘Wilow’ junto a Selen, camarero de La Marina. Centro: Los sabrosos sandwiches de La Marina preparados por Gema y Antonio. Dcha.: El interior del establecimiento en los años 90. 

La Marina es un clásico en Boadilla, un bar de barrio que ofrece buenos aperitivos, mucha tapa y muy buenos platos de cuchara y de caza. Se ha ido adaptando a los tiempos y a lo que los clientes han ido demandando. Pero para Casimiro el éxito de que el bar vaya tan bien son los clientes, “en La Marina se sabe cuándo se entra, pero no cuando se sale, como dicen algunos de los clientes. Hay algunos días que me quedo sin cerveza. Estamos desde por la mañana con unos desayunos espectaculares, tortilla, pulguitas y tostas variadas. Además, tenemos codillo y cocido todos los días también para llevar y, por supuesto, no nos olvidamos de las sugerencias de la casa, con productos de temporada”, afirma Casimiro.

Y es que La Marina tiene algo especial que enamora a todos los que entran en el bar porque lo sienten como si fuera su casa.

Texto: Ayer&hoy Fotos: Bar La Marina, Ayer&hoy