El baile forma parte de nuestras vidas desde que nacemos. Con los primeros pasos, se cuentan por miles los vídeos de niños demostrando sus destrezas rítmicas en internet. Desde muy temprana edad, las niñas quieren ser princesas y muchas comienzan ballet a temprana edad. La danza española y el flamenco, por su parte, aúnan una amplia cantera de bailaores y bailaoras que va de profesionales a amateur. No digamos el boom latino convertido ahora en congresos SBK, sin olvidar lo más nuevo, la danza urbana y comercial, que está teniendo mucho tirón gracias a los millones de coreografías y bailes subidos a TikTok.

Tras el parón navideño, estudios de danza, escuelas de baile o academias reabren sus puertas para su alumnado, un alumnado que, en vez de libros u ordenador, va provisto de maillot y zapatillas. Por aula disponen de una gran sala con espejo, un aparato de música y una larga barra –en el caso del ballet- donde apoyarse. Son clases donde se trabaja con el cuerpo principalmente, y donde la concentración y la disciplina pero también el disfrute juegan un papel fundamental en su desarrollo.


En el caso de la danza clásica y la española, éstas están reguladas por el Ministerio de Educación. Se imparte en los conservatorios oficiales, de difícil acceso por el cupo; universidades con titulaciones de danza, artes escénicas, flamenco…, o centros privados. Sea de forma oficial o privada, la enseñanza de la danza en general mantiene un espíritu vivo, es decir, sigue ganando adeptos cada año. Lo explica muy bien Esperanza, directora de un estudio de danza con una dilatada experiencia: “el baile nunca pasa de moda, empecé con 6 años como alumna de ballet, tengo la doble titulación de danza clásica y española y ahora dirijo este centro educativo donde veo que la demanda no ha decaído, todo lo contrario; quizás sí pueda haber modas pasajeras de determinados estilos para cierto grupo de edad y durante cierto tiempo, como en su día fue la zumba; pero cuando alguien baila lo hace porque quiere bailar o estar en forma, las niñas de hoy en día todavía quieren seguir siendo princesas y bailarinas, además de futbolistas”.
Así, rara es la ciudad o el municipio que no cuenta con algún centro, escuela municipal o academia de baile, siendo frecuente la especialización en determinadas disciplinas. Aunque no existe una regulación concreta como tal, la profesionalidad y capacitación deben ser requisitos a tener en cuenta por los alumnos a la hora de matricularse. Y la continua formación, no sólo por el mantenimiento de la forma física, sino también para estar a la última en conocimientos, técnicas o nuevos estilos.


Esperanza imparte fundamentalmente clases de danza clásica y ballet, además de danza española y de sus cuatro ramas: flamenco, folclore, estilizada y escuela bolera. Para la directora de este centro de danza de referencia, el ballet es la base de cualquier baile, “es necesario para todo tipo de estilos, sea tango, moderno, español o latino, es mucho más fácil si sabes ballet por la colocación y la postura”.


El ballet tiene más tirón que la danza española, “el primero es más fluido, comienzan de pequeñas como un juego hasta que con el tiempo se van poniendo más exigencias y disciplina, se va profesionalizando; por el contrario, la danza española es más complicada, estricta y seria aunque también muy bonita”, explica la directora. Además, añade, es un hobby al que hay que dedicarle muchas horas y no es barato. Una bata de cola puede llegar a costar varios cientos de euros.

El ballet como fitness.- En la actualidad, las academias siguen estando ocupadas por niñas que con apenas 3 años de edad quieren hacer ballet, aunque también está muy de moda el ballet como fitness, es decir, mujeres que deciden hacer ejercicio a través de la danza clásica, una novedad de hoy en día que está teniendo una gran demanda, donde el único objetivo es el de mantenerse en forma. De ahí que no haya edad para bailar ni para empezar a bailar. La horquilla de alumnos matriculados en los centros consultados va desde los tres añitos hasta superar los 80 años.


De forma habitual, ninguna alumna que empieza tiene puesta la mirada en ser una estrella, “nadie tiene aspiración de nada”, explica Esperanza, si bien siempre hay algunas que destacan, por lo que se les orienta para que mejoren y desarrollen su talento. En su academia se prepara a alumnas para exámenes de la Royal Academy of Dance de Londres en ballet y de la Sociedad de Danza Española. A nivel profesional, cuenta la experta, la danza es algo complicada porque no hay ayudas ni compañías de ballet o danza española donde trabajar, por lo que la mayoría se decanta por la enseñanza. En el último año, en su caso, de las 100 alumnas, una se ha presentado a las pruebas del conservatorio donde ha obtenido muy buena nota. Y dice alumnas en femenino porque, lamentablemente, las chicas aún son legión y apenas se ve algún chico.


Además, Esperanza quiere desmitificar los prejuicios asociados al ballet o la danza clásica, de niñas con anorexia, grandes exigencias…, aspectos que se ven reflejados en el celuloide como es el caso de la última película ‘Las chicas de cristal’ dirigida por Jota Linares y protagonizada por María Pedraza o Marta Hazas. Para ella, es falso lo que se refleja en ese film, “el ballet no es lo que se ve en la película, no hay exigencias de peso ni de altura, nadie te pide una talla 36 para bailar, la única petición es que vengan con el pelo recogido; no conozco el ambiente existente en las compañías de ballet, pero a nivel formativo estoy convencida de que no”, concluye.


La danza urbana o el ‘heels dance’ marcan tendencia.- Lo que está siendo ahora un auténtico fenómeno social es la danza urbana y comercial, en parte gracias a los retos de la red social TikTok. Esa es la impresión al menos de los directores de academia y profesores David y Juan Carlos. Estos estilos, subraya David, “han supuesto una auténtica explosión en cuanto al interés de la gente por aprender unos pasos, conocer las técnicas y hacer una pequeña coreografía de pocos segundos para subir a internet”.


Ambos profesores confirman que la evolución del baile en general ha sido buena en los últimos años, salvando la “dura época del Covid-19” donde había que mantener distancias e ir con mascarilla, “todo lo contrario a lo habitual en una clase de baile”.


En opinión de David, el ambiente de una clase de baile debe ser festivo, donde el alumno pueda distraerse, disfrutar y evadirse de una realidad con pandemia, crisis económica, inflación…, “para ser instructor de baile debes ser empático, pensar en unas coreografías que satisfagan a todos, tanto a los más avanzados como a los que no; unos alumnos me decían que la clase de baile del jueves era su día favorito de la semana, para mí eso es lo fundamental, que el baile haga felices a la gente, que les haga olvidarse del día a día”, arguye.


En su centro imparten varias disciplinas desde lo más clásico pasando por danza contemporánea, danza urbana, flamenco, danza comercial, heels dance “un baile tipo sex style sobre tacones que se está llevando mucho y sobre el que particularmente me estoy formando”. A este respecto, destacan la importancia de la formación continua para los profesores de baile, “es prioritario estar al día, en nuestros estilos o en nuevos tipos de baile que puedan ir surgiendo, el conocimiento permanente y la mayor profesionalización es obligado en nuestro trabajo, tengas la edad que tengas”.


La danza urbana y comercial son una fusión de dos países y culturas, donde se entremezclan los ritmos del hip hop del Bronx y el reggae de Jamaica con un estilo más comercial y ‘popero’, “no son tan perfectos como la danza clásica o el flamenco, pero menos flexibles que un estilo contemporáneo; la base rítmica de lo urbano y comercial sería el ‘bounce’”, explica David.

Lo latino y las sesiones SBK.- A la par de lo urbano se mueve el baile latino, cuyos estilos van predominando en unas fechas u otras. Si hace diez años la reina era la salsa, de cinco años para acá la bachata es lo que más tirón tiene, opinan los expertos. A ellos se unen otros ritmos mezcla de otros países y razas como es la kizomba. Con la combinación de las tres, se organizan congresos o sesiones SBK (Salsa, Bachata y Kizomba). Estos eventos, que hoy en día pululan por discotecas y hoteles de todo el país, surgieron casi de forma natural hace unos seis o siete años, vistas las necesidades de los alumnos de latino de practicar lo aprendido en algún espacio. Hoy en día, eso ha derivado en auténticas fiestas en discotecas en un ambiente totalmente festivo y divertido, donde los bailarines de latino intercambian sus conocimientos.


Otra modalidad son los congresos en hoteles, donde se contratan a los mejores bailarines de latino que imparten talleres intensivos de viernes a domingo además de la fiesta nocturna o ‘noche de lo social’, “se venden full-pass que incluyen taller y la noche de lo social, es un modelo de formación no reglado pero muy efectivo y rápido, además es una herramienta de socialización increíble”, dice David. Esto va ganando cada vez más adeptos, tanto en discotecas como en hoteles donde incluso se han llegado a celebrar competiciones en pareja o con compañías. Además, en nuestro país se juega con la ventaja de contar con los mejores bailarines de latino, como Ronald y Alba, de Elche, tres veces campeones del mundo de baile latino; o Daniel y Desiré, de Sevilla, bicampeones del mundo.


Javier es alumno de bailes latinos desde hace cuatro años. Se tiene que desplazar unos 30 kilómetros para ir a la academia, de forma regular, pero no le importa, el mundo del baile le ha atrapado y también es un seguidor nato de los congresos SBK. Comparte con un amigo, gracias al que se apuntó, esta pasión del baile y procura no perderse los eventos programados en discotecas u hoteles. Para Javier, todo esto del baile son ventajas: “aprendo baile latino, me lo paso bien, disfruto con los que saben provenientes de Alicante, Madrid, Valencia… y encima resulta una convivencia con el resto de alumnos y profesores inmejorable”. Tampoco es un hobby caro, agrega, el baile puede suponer lo que cualquier otra enseñanza o deporte.


Tanto en danza clásica como moderna, no hay edad para el baile. Desde los 3 años y hasta más de 80 hay alumnos repartidos en todas las academias, por lo que tanto directores como profesores consultados animan a la gente a buscar un centro de enseñanza y apuntarse, aunque aconsejan empezar desde el inicio si apenas se no se ha hecho antes.


Beneficios del baile.- Tanto físicos como anímicos o mentales, los beneficios del baile son innumerables, pues no deja de ser ejercicios aeróbicos y de soporte de peso, por lo que aparte de reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo, la memoria y el rendimiento físico; previene la pérdida de masa ósea, estimula la producción de endorfinas ayudando a combatir depresiones o ansiedad; mejora la flexibilidad, el equilibrio, la coordinación y la resistencia, claves para evitar lesiones; reduce los niveles de colesterol en sangre; menor riesgo de demencia; aumenta el ritmo cardíaco y mejora la capacidad pulmonar manteniendo un corazón más sano.


Los profesores y directores consultados apuntan algunos más. Para Esperanza, “en el baile, beneficios todos, pero principalmente el tema postural de pies y espalda, es la alineación perfecta del cuerpo y eso se va adquiriendo día tras día, con disciplina y ensayo, ensayo y ensayo”. A juicio de David, bailar es un arte que implica trabajo, constancia y perseverancia, “en lo personal creo que hay que dedicarle muchísimo tiempo al estar trabajando continuamente con el cuerpo” pero que cuenta con múltiples ventajas, como la socialización “se comparten sentimientos, sensaciones de forma corporal con otras personas que nos hacen sentirnos bien, realizados, ganando confianza en nosotros mismos”, enfatiza. Sea de uno u otro modo, como alumno principiante, avanzado o simplemente como persona curiosa por practicar un baile que siempre has envidiado poder llevar a la práctica, atrévete a bailar y empieza poco a poco con los mejores formadores en un aprendizaje de vida que nadie olvida, “el baile permite una movilidad y un control corporal como ningún otro deporte o actividad física tiene; una clase de baile, si gusta, engancha; tanto que diría que es como una droga barata”, ultima David.

Bailar es un antidepresivo natural, una gran terapia para las personas mayores

Hay estadísticas realizadas por la Organización Mundial de la Salud que muestran que uno de cada cuatro adultos y cuatro de cada cinco adolescentes no realizan suficiente actividad física. La OMS recomienda el baile como actividad física para evitar problemas derivados del sedentarismo, el estrés o la depresión. Y es que durante la última década ha ido en aumento el número de estudios controlados que han demostrado el potencial de los efectos neuro-rehabilitadores de intervenciones basadas en la danza.


Bailar es expresarte mediante el movimiento de tu cuerpo, te ayuda a liberar la mente, a mejorar tu estado de ánimo además de mantener una buena condición física. Pero ¿qué beneficios tiene el baile en la gente mayor?


Existen distintos estudios científicos que afirman que este sector de la población mejora de manera significativa su capacidad aeróbica, su resistencia, fuerza y flexibilidad de su masa muscular, su agilidad y su equilibrio a través del baile. Ayuda a desarrollar nuevas conexiones neuronales, relacionadas con las funciones ejecutivas, la memoria de largo plazo y el reconocimiento espacial y es que memorizar las distintas coreografías y adaptar los movimientos al ritmo de la música, son acciones claves para obtener todos estos beneficios.


Evidentemente bailar nos alegra, cuando realizamos esta actividad, los niveles de serotonina (la hormona del bienestar), aumentan. Bailar es un antidepresivo natural porque influye en el aspecto psicosocial siendo una gran terapia para esas personas mayores que se encuentran más solas. Les ayuda, mediante el baile, a relacionarse con otras personas.


En cuanto a los estilos de baile más adecuados para ellos, son los bailes de salón. Todos se bailan en pareja por lo que además de hacer ejercicio al ritmo de la música, te permiten socializar. Mambo, bolero, chachachá, samba, bachata, swing, rock and roll, vals, tango, salsa o pasodoble, son bailes de salón todos ellos. Todos tienen diferencias en cuanto a la rapidez de la música, los pasos o partes del cuerpo que hay que mover. Por tanto, no hay excusa, hay mucha variedad para que las personas mayores que quieran bailar, escojan el que más les guste.


Texto: Oliva Carretero Fotos: Pixabay, Ayer&hoy