Isaac Palomares / Abogado y director de Cruce de Caminos, en Radio 4G

Hace unas semanas durante la emisión de uno de los programas de radio en los que colaboro, de repente se me encendió la bombilla y encontré la definición para alguien que se marchó de su pueblo a la ciudad para estudiar una carrera universitaria y decidió quedarse allí para poder comenzar una vida en un lugar nuevo y aportar su granito de arena para no solo buscar su forma de vida, sino para ayudar a que su nuevo lugar en el mundo fuera mejor.

Muchos de los que hicieron el mismo camino que yo, que vinieron por ejemplo a Madrid desde cualquiera de los pueblos de la mal llamada España vaciada, se han olvidado de sus orígenes, de su gente, se han olvidado de sus amigos con los que tantos momentos pasaron en la alberca, en el río, de sus tíos que les enseñaron cómo se esquilaba una oveja, cómo se ordeñaba una vaca, de su abuelo que les enseñó a sembrar el huerto, a mantenerlo para que no crecieran las malas hierbas, y para regar y que el esfuerzo de su trabajo diera sus frutos.

Le pese a quien le pese una gran mayoría de las personas que vivimos en las grandes urbes o cerca de ellas, venimos de los pueblos.

Hoy el mundo rural grita un SOS pidiendo ayuda, pidiendo comprensión y requiriendo que les ayudemos para que sus hijos, sus nietos, puedan seguir viviendo de lo que da el campo, de sus ganados, de sus cosechas, y no piden limosna, piden sentido común para que puedan seguir trabajando sin que tengan que acabar arruinándose y cerrando sus explotaciones agrícolas y ganaderas porque si siguen así será imposible levantar cabeza.

La guerra de Ucrania, con el desabastecimiento en cuanto a aceite de girasol, a gas, trigo, piensos, ha demostrado que aunque vivamos en un mundo globalizado, nosotros, el país en mi opinión más bonito del mundo, pueda seguir adelante, y nadie quede atrás, como se decía en el lema pandémico. Aunque me van a permitir ustedes que muestre mi decepción y mi escepticismo respecto a esto, porque los aplausos a nuestros héroes sin capa, se han convertido en odio, en rencor, y en insultos para todos aquellos que lo único que quieren es seguir trabajando y que a sus familias, no les falte lo necesario para vivir, porque no quieren subsistir, no quieren ser unos apesebrados, no quieren ser unos limosneros, quieren producir, sentir e ilusionarte con el futuro de este gran país llamado España en el que pueden vivir y convivir todas las ideologías, siempre que respeten la democracia y la constitución, y sobre todo la unidad de España, porque esto no tiene color político, da igual ser de izquierdas, derechas o mediopensionistas, porque si nos dividimos como los reinos de taifas, acabaremos como Al Ándalus, o peor…

Estamos en un momento importante de nuestra Historia reciente, en un momento en el que ahora más que nunca hace falta unidad, hace falta ilusión, hacen falta los valores y principios que nos inculcaron nuestros padres, nuestros abuelos, aquellas generaciones que supieron perdonarse tras una guerra fratricida, y que abrazaron al vecino aunque incluso se hubieran disparado en un campo de batalla, porque sabían que esa sería la única y mejor forma de ayudar a que sus hijos y sus nietos prosperasen e incluso se llegaran a convertir en la generación mejor formada de la Historia de España, una generación que debe honrarles siguiendo su camino, siguiendo su estela y pensando con sentido común y no en mamandurrias o chorradas, vengan de donde vengan.