El inventor de la primera bombilla eléctrica que el 21 de octubre de 1879 consiguió que su primera bombilla luciera durante 48 horas seguidas sufría, aparentemente, de nictofobia (miedo o pánico a la oscuridad). Con el invento de la bombilla incandescente quizá buscaba superar su temor o tal vez fue pura casualidad, pero acabó iluminando su vida. ¿Talento o mera casualidad? Todo puede ser; al fin y al cabo, tenía un incontinente genio creativo, tanto que se cuenta que cada 15 días creaba un trasto y que llegó a inventar más de 1.000 cachivaches. Sea como sea, está comprobado que para superar una fobia no hay mejor estrategia que enfrentarse a ella, y lo que hizo Thomas Edison fue mucho más que eso: fulminarla con un destello de luz.