César Vacchiano / Ingeniero y analista

La Comisión Europea se ha visto sacudida por los efectos de la crisis energética derivada de sus reacciones políticas contra Rusia, un hecho aplaudido por casi todos los países de la Unión. Sin embargo, el fanatismo radical de los ambientalistas ha promovido una política sobre la descarbonización de la industria y la economía, que los funcionarios de las instituciones no han sabido calibrar en función del grave perjuicio que supone para los propios ciudadanos.

El descrédito alemán, alimentado por su elevada dependencia de los suministros rusos de gas ha limitado su posición en el debate energético, más aún por la necesidad de recurrir a centrales de carbón para aliviar las carencias de gas y poner en duda el cierre anunciado de sus tres reactores nucleares. Esa debilidad se ha evidenciado al intentar defender su industria automovilística que ve un peligroso efecto en la prohibición de los vehículos de combustión interna a partir de 2035.

La crisis, que evidencia una ausencia de criterio en las autoridades europeas, nos aboca a un escenario de incertidumbres que sólo producirá perjuicios en el terreno industrial y debilitará la posición europea en el mundo. Mientras Alemania trata de superar sus propias contradicciones internas con un gobierno cada vez más contestado por los ciudadanos, Reino Unido y Francia renuevan la apuesta nuclear con altas probabilidades de recuperar adictos en Bélgica, Países Bajos y los países de la ex órbita soviética; con Italia centrada en diversificar la provisión de gas en una dependencia sin fin de los hidrocarburos y España dominada por una ideología de camuflaje técnico-social que ignora las necesidades de su propia economía.

El avance de la generación renovable no debe ocultar su necesaria convivencia con fuentes seguras y homologables en la protección ambiental. La generación eólica y la fotovoltaica suponen, con limitaciones temporales, una aproximación notable a la solución que, en España, podrán aportar este mismo año más del 50% de las necesidades de electricidad. Pero hay que cubrir el resto con respeto a la descarbonización y nuestros embalses carecen del potencial necesario. Planear el abandono de la solución nuclear y obcecarse en estar ausentes de los centros de investigación y desarrollo de la industria con estos fines, es una de las peores decisiones que nuestros gobernantes han podido adoptar.

Desde ahora, cuando aún faltan 10 años para evidenciar el abandono del vehículo de combustión interna en Europa y el de las centrales nucleares en España, anticipo que ambas decisiones no serán implementadas. Suecia votó el abandono de la energía nuclear en 1980 y sigue utilizando sus reactores; Francia e Inglaterra ofrecerán reactores de menor tamaño y construcción seriada para resolver el problema de una generación estable de electricidad. Y las empresas que proveen de derivados del petróleo como carburantes unirán sus esfuerzos para usar productos homologados de escaso contenido en carbono para movilizar vehículos con menor consumo. No hay ninguna duda de que ello será posible y la mirada retrospectiva sobre los políticos que gestionaron la crisis del 2022 será una mirada de censura.

La crisis de competitividad de la industria española y el fenómeno paralelo de inflación en los productos de consumo tienen su origen en la incompetente gestión de la crisis energética. Más allá de las decisiones de carácter solidario que definieron un tímido aislamiento económico de Rusia, la caótica relación diplomática en el Magreb nos ha obligado a pagar un gas más caro y, a la postre, a tener que triplicar las cantidades compradas a Rusia, en contra de todas las recomendaciones europeas. Una actuación temprana, aplicando reducciones de impuestos a los carburantes y derivados petrolíferos de uso industrial para obtener fertilizantes, junto con reducciones de IVA en el consumo eléctrico y alimentos básicos nos hubiera permitido superar la crisis inflacionista que ha catapultado el incremento del coste de las pensiones abriendo una brecha de déficit estructural en futuros ejercicios. Una recaudación fiscal imprevista, que debilita la economía de las familias, mantiene feliz a un gobierno insolidario con la realidad económica, aunque sobren las palabras y gestos de presunta comprensión sobre lo que está pasando. Será difícil corregir este entuerto, muchos no lo viviremos; les queda a los jóvenes reaccionar si quieren asegurar otro futuro.

(Para más información, Bajalica Green Planet SL. Defensa del Medio Ambiente Tel.: 91 856 01 77, bajalica@bajalica.es, www.bajalica.es)