Mª Ángeles de Pablos Yagüe / Coordinadora de
Educación Primaria
de Eurocolegios Casvi

En un mundo cada vez más digital y acelerado, encontrar momentos para que los niños lean y escriban con calma puede parecer un lujo. Sin embargo, tanto la lectura como la escritura siguen siendo pilares fundamentales en su desarrollo integral. Más allá de su importancia académica, les ayuda a comprender el mundo, fortalecer su identidad y la relación social con los demás. Por eso, las familias en casa y el profesorado en los centros, tenemos que ser los primeros animadores y creadores de espacios y momentos para que hagan de la lectura un hábito placentero y enriquecedor. Es una manera de fomentar estos hábitos desde edades tempranas, y mantenerlos activos.

Leer para entender el mundo.- Leer ayuda a mejorar el fortalecimiento del lenguaje y la comunicación ampliando el vocabulario, mejorando la comprensión y la expresión oral y escrita. También les ayuda a mejorar la capacidad de concentración, memoria y razonamiento lógico.

Pero no sólo eso. Con la lectura amplían horizontes, transportándoles a mundos desconocidos. Les despierta y estimula la imaginación, al igual que la creatividad, construyendo historias propias.
Un niño que lee regularmente tiene más herramientas para interpretar el mundo, para desarrollar el pensamiento crítico analizando las lecturas. El niño se cuestiona sobre lo que lee, analiza y piensa diferentes formas de actuar sobre un mismo hecho desarrollando su capacidad de argumentar.

A través de los personajes y las situaciones que encuentran en los libros, favorece la empatía, la confianza en sí mismo y el respeto hacia los demás. La lectura les permite identificar sus propios sentimientos y aprender estrategias para gestionarlos de manera saludable.

Pero para que la lectura se convierta en hábito y no en obligación, es fundamental que esté asociada al placer, no a la tarea. La clave está en acompañar sin imponer, en crear momentos de lectura compartida y en dar ejemplo: si en casa se ve a los adultos leer, los niños lo normalizarán y lo incorporarán como algo propio.

No se trata solo de “leer porque hay que leer”, sino de leer porque emociona, divierte o intriga. Por eso, es importante dejar que los niños elijan qué quieren leer, aunque a veces no se trate de novelas largas, sino de cómics, revistas, biografías, cuentos clásicos o incluso recetas.

La lectura puede ser un buen medio para crear un vínculo familiar. Una forma de aumentar la complicidad con nuestros hijos. Gracias a ella, vamos a poder tratar infinidad de temas creando un clima de seguridad para que nuestros hijos tengan confianza con nosotros. Así, podrán exponer sus sentimientos con libertad a través de los personajes e historias que vamos leyendo. Una buena idea es reservar un rato diario para leer juntos, aunque sólo sean 10 minutos.

Escribir para expresarse.- La escritura, por su parte, es el complemento natural de la lectura. Escribir permite a los niños ordenar ideas, expresar emociones, contar historias o simplemente dejar constancia de lo que han vivido con libertad y creatividad.

Una excelente propuesta para fomentar la escritura es animar a los niños a escribir lo que han hecho durante el día, lo que les ha hecho sentir alegría, miedo o sorpresa. También pueden inventar cuentos, escribir cartas a familiares, redactar listas de deseos o hacer un “cuaderno de viajes”, de aquellas actividades más relevantes que realicen, cuando estén de vacaciones.

Incluso los más pequeños pueden empezar con dibujos acompañados de frases sencillas, fomentando así el vínculo entre imagen y palabra escrita.

Leer y escribir no son actividades escolares, son habilidades para la vida. Cuando un niño se siente cómodo con las palabras, tiene más herramientas para comunicarse, para resolver conflictos, para imaginar soluciones y para construir su propio pensamiento.