César Vacchiano / Ingeniero y analista

La crisis energética derivada de la cautividad de Europa ante los suministros rusos de gas natural enmarca una situación en la que confluyen tres factores que alimentan la confusión: la candidez de los gobiernos europeos obligados a demostrar unidad ante la agresión sobre Ucrania; la respuesta tardía a la inflación de costes energéticos que alimenta hoy todos los costes de bienes y servicios; y la falta de realismo con intención contaminante de las ideologías que se imponen a la realidad.

La candidez de la Unión Europea al subordinar la dependencia de Rusia en aras de una competitividad -sobre todo por parte de Alemania – es lo que ha facilitado estados de bienestar artificiales y deuda creciente, pero coherentes con la reducción de las emisiones de gases contaminantes mientras ha crecido la alternativa de generación eólica. Durante más de veinte años se ha construido una relación de dependencia de la que se han beneficiado políticos alemanes y se ha progresado en el liderazgo de la descarbonización con perjuicio para toda la industria europea. Ahora, cuando hay que convivir con la situación creada y es fundamental la construcción del repudio moral a la Rusia de Putin, nadie da la cara por el error consentido.

Mientras los estados europeos, en mayor o mayor medida, han considerado la energía como elemento de recaudación fiscal, se ha obligado a los consumidores a soportar costes crecientes en numerosos bienes y servicios. Ello es una de las causas de la menor competitividad europea frente a los Estados Unidos. El efecto de los nuevos costes ha hecho saltar por los aires la inflación, sin que a nadie se le ocurriera reducir la carga fiscal en el origen para frenar ese efecto inducido y paliar el esfuerzo de los consumidores finales. La búsqueda de proveedores alternativos se ha procurado en competencia y con capacidades diplomáticas muy dispares, a las que hay que añadir ridículos desempeños personales fáciles de descubrir.

La confusión ideológica, alimentada durante décadas, sobre la calidad y seguridad de las fuentes tecnológicas duras, como la energía nuclear, ha permitido a muchos gobiernos eludir su responsabilidad educadora de la población y servirse de la ignorancia con argumentos ideológicos que han construido un inmenso engaño. De él se ha servido la ahora escondida señora Merkel, asumiendo cesiones a los “verdes” para seguir en el poder; o una Italia sin referentes políticos ejemplares que ha consolidado la mayor dependencia del gas natural en toda Europa; alguien ha reflexionado sobre la confianza francesa en la energía nuclear, como resultado de un pacto de socialistas y comunistas en los años cincuenta, para responder a la falta de recursos energéticos en el país. Los hechos no pueden ocultarse y quien dispone de recursos humanos bien formados para la gestión tecnológica no cae en la dependencia exterior. Reino Unido, Suecia, Países Bajos, Suiza, Finlandia, Bélgica y numerosos países del este han concebido su apuesta de generación eléctrica combinando nuclear y renovables. Pura racionalidad. Mientras, en nuestro país se demoniza lo obvio, engañando a la mayoría e ignorando la experiencia de quienes conviven en los emplazamientos de los reactores y ello, a pesar de la consideración proclamada en Europa de ausencia de emisiones contaminantes.

La instalación de parques individuales y colectivos de generación fotovoltaica será una ayuda notable para nuestra independencia energética, pero ha de conseguirse garantizando una producción estable sin interrupciones. La confusión nace de la intención, si alguien escuchó el mensaje en un informativo de TVE sobre la producción eléctrica sin CO2 el 22 de noviembre habrá descubierto esa intención: los datos no sumaban porque omitieron que un 25% procedía de las nucleares, que tampoco lo emiten. Puestos a servir al amo que les supervisa, mejor no dar pie a lo que pudiera irritarle. Aunque sea contra la verdad.

(Para más información, Branco Bajalica SL. Defensa del Medio Ambiente Tel.: 91 856 01 77, bajalica@bajalica.es, www.bajalica.es)