Temperatura confortable todo el año y sin elementos a la vista

Elena Rodríguez Tato / Directora de equipo
Begara Luxury Real Estate

La puesta al día de una tecnología con raíces en el pasado
A pesar de que últimamente más visible en la publicidad, el concepto de climatización invisible es, todavía hoy, desconocido en España. Se calcula que menos del 10% de la población lo tiene en su vivienda. Su origen se remonta a la época de los romanos, y toma su forma del hipocausto, una construcción de canales por debajo del suelo, por los que circulaba el aire caliente. Hoy, en lugar de aire se utiliza un fluido caloportador o cables calefactores eléctricos. El resultado es un sistema que ofrece una temperatura homogénea que se siente, pero que no se ve y que no precisa ningún tipo de aparato emisor: no hay radiadores, ni rejillas. Adaptable a cualquier época del año, al ser válido tanto para frío como para calor, se gradúa de forma independiente por habitaciones. No hay corrientes de aire, ni cambios bruscos, y se produce un intercambio térmico muy eficaz entre el cuerpo y el ambiente, con un ahorro energético de más de un 20%.

Ambientes cómodos y saludables a la medida de cada necesidad.
Aspectos como el nivel de ruido y la distribución del calor/frío marcan pautas de consumo y, en consecuencia, inciden en el desarrollo tecnológico e investigación de las empresas del sector.

La climatización invisible es silenciosa, distribuye de forma uniforme la temperatura y no genera ni polvo ni ácaros, ya que no produce corrientes ni movimiento de aire. Se puede instalar en vivienda nueva o rehabilitada, y bajo todo tipo de suelo en formato gres, madera, moqueta, mármol. Tampoco precisa mantenimiento, ni cuidados extra. Además, no incorpora cables, ni radiadores u otros aparatos externos. Cuenta con un método de regulación que permite independizar zonas con distintas temperaturas.

Así, hay una unidad base que recibe y transforma las señales de un número determinado de termostatos, un display de usuario con varios programas de temperatura, y los termostatos instalados en cada habitación y con sensores que detectan cada variación.

Funcionamiento e instalación; cómo y dónde se produce el calor/frío
La climatización invisible va por el suelo, paredes y techo, y consta de un circuito de tuberías que cubre toda la superficie de la vivienda. Sobre ella una capa de cemento de mortero que actúa como emisor. En invierno, el agua circula por el suelo a unos 40 grados, el mortero se calienta, cede calor al pavimento y éste, al ambiente. Durante el verano, va tanto por el suelo como por el techo, se impulsa agua a baja temperatura que absorbe el calor de la habitación. Las tuberías son de polietileno reticulado. Las tuberías van insertadas en un panel con aislamiento de poliestireno expandido, de 30 Kg/m2 de densidad, que evita pérdidas térmicas, y una lámina plástica de recubrimiento para otorgarle mayor resistencia. Por último, la capa de mortero debe incorporar un aditivo especial, para asegurar la correcta transmisión del calor/frío al suelo.

Ahorro y rendimiento: factores que marcan la diferencia
El ahorro es otro de los factores que marca la diferencia con el resto de los sistemas. Esto se debe a que la temperatura que el agua necesita para obtener un rendimiento óptimo es, aproximadamente, la mitad que la que necesita cualquier otro sistema. En invierno trabaja a 40 grados frente a los 70 grados de una instalación convencional con radiadores. En verano, con agua a 17 grados frente a los 7 grados del circuito primario del aire acondicionado. Para lograr unas condiciones saludables es conveniente mantener con el exterior una diferencia de temperatura que no supere los 12 grados teniendo en cuenta, además, que cada grado que disminuye la temperatura se consume un 8% más de energía. La climatización invisible establece en invierno la temperatura idónea en 20-22 grados y en verano en 25 grados. Este hecho se traduciría en un ahorro del 25-27%, o lo que es lo mismo en unos 300€ anuales.

Ecológico y eficiente, un sistema que cuida el medio ambiente
Aunque es compatible con todas las fuentes energéticas, ni siquiera es necesario cambiar la caldera existente, la climatización invisible forma un binomio perfecto con la energía solar. Teniendo en cuenta que el 50% de las emisiones de dióxido de carbono procede de las viviendas, el desafío consiste en reducir el impacto medioambiental de la climatización.