La pasión por su trabajo se aprecia en su comida

Si les escribo el nombre de Luis Sánchez Baratas, así de primeras a lo mejor no les suena, pero si pongo Casa Luis, muchísimos de ustedes sabrán de quién les hablo. El restaurante Casa Luis ya forma parte de las vidas de muchos de los vecinos de Pozuelo de Alarcón. Es ese rincón de la Avenida de Europa donde te sientes querido, te miman y disfrutas de una comida hecha por profesionales con una materia prima excelente.

Hoy nos llevamos las manos a la cabeza, pero antes aprendías la profesión desde bien jovencito. Eso es lo que nos cuenta Luis, “empecé a los nueve años en la calle Hortaleza, en el restaurante Los Galápagos. Yo soy de Toledo y mi padre era guarda de caza en la finca de los propietarios de dicho restaurante y allí empecé. De ahí pasé a sitios impresionantes de buenos, he trabajado en las mejores casas de Madrid y Santander, como en Lucio, El Landó y el Hotel Real de Santander entre otros. Me formaron grandes profesionales”.

Sus comienzos en Pozuelo fueron en el Kiosko de la Plaza de España en 1989, “era una concesión del Ayuntamiento y junto con Miguel Sanchidrián como socio (una gran persona) formamos una sociedad. Estuvimos allí cuatro años y cinco veranos. Tuvimos un exitazo grandísimo”, nos cuenta Luis. Dieciocho personas trabajaban en el Kiosco junto a él y su mujer, Pilar Castro, que era la cocinera.

Junto a ella y a su hijo Luis Ángel, decide montar su propia casa, su propio restaurante familiar, “dejé el kiosco con mucha pena y me traje a todas las personas que estaban conmigo, allí no se quedó nadie”.

Izq.: Luis en plena faena. Dcha.: Pilar, su mujer, en la cocina.

Casa Luis fue un éxito rotundo. Por el restaurante han pasado durante estos 25 años grandes personalidades del mundo de la política, del deporte, artistas… “Para mí lo más importante del restaurante son ellos, nuestros clientes, a la par que la cocina claro, ambas cosas se llevan toda mi atención y dedicación. Mi mujer ha estado en la cocina 20 años, ha sido impresionante lo que ha hecho. La casa la ha hecho ella junto con nosotros, pero ella ha sido el alma. ¡Cómo guisaba!, las cosas que ha preparado en la cocina”.

Sus ojos se emocionan cuando habla de su restaurante, de lo mucho que ha disfrutado trabajando en sala, del cariño con el que habla de sus empleados, de los que están pero también de los que han pasado por el restaurante, y sobre todo cuando habla de su mujer Pilar. No hay más que ver su cara, que se le ilumina la mirada al hablar de ella, de lo buena persona y trabajadora que es, confiesa que sin ella no hubiera llegado donde está.” Ha sido ella la que ha formado al actual jefe de cocina, Marino, peruano de nacionalidad, buenísimo en la cocina”.

Izq.: vista de la terraza reformada en la última etapa de Casa Luis. Centro: imagen del kiosco donde Luis comenzó a desarrollar su pasión por la cocina en Pozuelo. Dcha.: Ricardo, uno de los hijos del fundador cuando estaba trabajando en el restaurante.

La crisis supuso un gran reto para la familia, “tuvimos que afrontar momentos muy duros, pero gracias a mantenernos unidos y no dejar de trabajar, seguimos adelante”. Agradece y reconoce el trabajo y el esfuerzo de su hijo Luis Ángel, “yo he cuidado siempre a mis clientes y él ahora cuida a los hijos de los clientes, los cuida al máximo, es una persona muy inteligente, muy cariñoso, un chaval que vale. Es un tío que tira del carro porque hemos pasado una época complicada, pero él ha estado aquí al frente”. “Siempre me animaba mucho, me decía: padre, esto sale adelante, aquí estamos los dos, y lo lleva fenomenal. Igual que a mí, le encanta cuidar al cliente. Podemos presumir de tener una clientela buenísima. Muchos de ellos me siguen de otras casas en las que he trabajado y no se imaginan lo que me alegra seguir viéndoles”.

Casa Luis es un negocio familiar, aunque de sus cuatro hijos, el único que ha seguido sus pasos ha sido su primogénito, Luis Ángel, “está muy bien formado, le metí en sitios difíciles para que se empapara de la profesión. Los maîtres y compañeros me decían que valía, que le gustaba y ponía mucho interés en aprender”. Mi otro hijo varón, Ricardo, también nos acompañó unos años, y aunque tenía unas cualidades buenísimas como cortador de jamón y emplatados muy elaborados, le tiraban mucho los ordenadores, así que retomó sus estudios y acabó la carrera”.

Su profesión le apasiona, “he sido muy feliz en esta profesión porque nací para ello”. Aún así, después de casi 60 años de trabajo, a Luis le llegó el momento de disfrutar un poco más de la vida, de la familia, pero pese a estar jubilado, Luis no rompe con su Casa Luis, su casa “cada día que vengo aquí, cada día que abro la puerta me pongo contento joder, porque esta profesión la llevo dentro y la quiero mucho. Cada vez que piso la casa me…, no sé cómo explicártelo. Estoy jubilado pero vengo a ver a mi hijo, paso por aquí a ver a los clientes, mis amigos ya muchos de ellos. Esta es mi vida…”, confiesa.

Era el momento de hacer un cambio, una regeneración, un nuevo impulso a la Casa. “Hoy mi hijo Luis Ángel lleva las riendas del negocio, él es joven y tiene muchas ganas, ideas nuevas, se embarca en muchas reformas, ¡es un fenómeno! Ha reformado toda la terraza y ha quedado preciosa”. Casa Luis tiene otro aire, pero sin perder sus raíces, su cocina tradicional, casera, con buenos aperitivos, todos caseros, nos asegura Luis que no se compra nada hecho fuera, vigilan muy de cerca la máxima calidad de sus carnes y pescados. “La gente que viene a comer aquí viene a comer bien y se va siempre contenta porque los cuidamos ofreciéndoles siempre productos de primera”, reconoce Luis.

Celebran eventos de todas las clases, uno de los que recuerda con más cariño es la boda de Arlaukas, el jugador de baloncesto.

Casa Luis sigue cuidando a sus comensales en la calle Oslo número 1, esquina con la Avenida de Europa número 16. ¡Disfruten de su buena mesa!

Texto: Ayer&hoy
Fotos: Casa Luis/Ayer&hoy