La seguridad vial es muy importante a la hora de obtener cualquier permiso de conducción y eso lo saben muy bien en Autoescuela Briones, porque para ellos, la formación del alumno que quiere optar a sacarse el carnet de conducir es lo más importante. Son muchos años en el negocio que comenzó Celestino Treceño en el año 1978, conocido en la profesión por Celes, que se dice pronto y que actualmente dirige su hijo Carlos.


Desde aquellos inicios con la adquisición de su primera autoescuela en la zona de Marqués de Vadillo, ha pasado mucho tiempo y, como no, todo ha ido evolucionando. Con la apertura de su primera autoescuela adquirió cuatro coches Seat 850 y al año otros tres de la misma marca pero modelo 127, “de hecho una frase que siempre dice mi padre, es que él compró esos tres coches con un millón de pesetas y hoy en día con tres millones de pesetas sólo te compras uno”, recuerda su hijo Carlos. Celes era licenciado en derecho, mientras se sacaba la carrera realizó el examen de formador vial compaginando los estudios con el trabajo de profesor de autoescuela. Finalmente, se fue inmiscuyendo en la profesión hasta que tuvo la oportunidad de adquirir su primer centro. La segunda autoescuela la tuvo en 1996, un pequeño local en el barrio de La Fortuna (Leganés), con la que estuvo durante casi 10 años hasta que la traspasó a un profesor que trabajaba para él.


Ya en el 2001, llegó a Boadilla. Fue la primera autoescuela que se abrió en la recién inaugurada zona nueva de Boadilla conocida como el “Sector B”. Fue de los primeros negocios que abrieron en la nueva avenida del Infante Don Luis, concretamente en el número 5 y tres años más tarde, en la zona del pueblo, el dueño de la conocida autoescuela Las Encinas, traspasaba el negocio por jubilación, adquiriendo Celes el local. Tanto Celes, como su mujer Encarna y dos de sus tres hijos, se han volcado en el negocio familiar, un negocio que tiene su propio estilo, “el estilo Briones sería formación e insistencia. La enseñanza tiene que ser lo principal, que esto lo dirán todos, pero aquí se cumple de verdad. Para mí, ahora como propietario, una cosa vital es la preparación de la gente por varios motivos: primero por seguridad, segundo por imagen y tercero por publicidad de nuestros propios alumnos. Cuando busco un profesor, no quiero una persona que pasee a los alumnos. Para mí, una máxima como jefe, es que la gran mayoría de los alumnos pueden y tienen que salir a la primera”, cuenta Carlos Treceño, actual propietario de las dos autoescuelas de Boadilla desde que su padre le traspasó el negocio en 2015, dirigiendo su hermano mayor la de Marqués de Vadillo.

Coches de la autoescuela Briones en la pista de prácticas y examen Paesa año 1981, carretera de Boadilla a Villaviciosa.


Carlos, que estudió y trabajó de fisioterapeuta, con el tiempo se dio cuenta que su trabajo no le hacía feliz y decidió apostar por el negocio familiar sacándose en 2006 el título de formador vial. Durante un tiempo compaginó la fisioterapia con el trabajo en la autoescuela hasta que en 2009 decidió volcarse en la enseñanza de la conducción. Desde 2015 dirige el negocio, pero su padre sigue trabajando con él, codo con codo, hasta 2018 cuando se jubila. Para Carlos, su padre le ha enseñado muchísimo de su profesión, “he aprendido de él la seriedad en el trabajo, el compromiso y el querer siempre intentar destacar por encima de todo. Las autoescuelas que ha tenido mi padre han sido siempre referentes de la zona, y a mí lo que me ha transmitido, es que tenemos que trabajar para que sigan siendo referentes. Eso es algo que nosotros podemos demostrar con números y con hechos”, afirma Carlos.


La evolución de los coches de autoescuela ha sido importante, desde los primeros Seat 127 que adquirió Celestino, pasando por Opel, BMW, Seat, Volkswagen… siempre coches de tamaño medio adecuados para la enseñanza de la conducción, hasta llegar a la última adquisición, hace un año, un Cupra Formentor. En cuanto a motos, Celes no apostó por ellas hasta que llegaron sus hijos al negocio y se sacaron el carnet de moto, “recuerdo que empezamos, para el carnet de moto grande, con una Suzuki TU de 2,5 y también una vespa LX 125 del año setenta. Luego hemos pasado por distintas motos, la marca que siempre nos ha gustado ha sido Honda aunque también hemos tenido Yamaha de 125 y ciclomotores de la marca Piaggio”, nos dice Carlos.

Izq.: Flota de vehículos de autoescuela Briones en 2008. Dcha.: Imagen de Celes en una clase teórica.


Desde que entraron los hijos de Celes en el negocio familiar se potenció el tema tecnológico aunque Carlos destaca de su padre, ser un pionero también en cuanto a avances, “Briones fue de las primeras autoescuelas de Madrid que tuvo ordenadores en las aulas para sustituir los test de papel, pantallas interactivas reemplazando las pizarras de rotuladores, hasta el día de hoy que tenemos medios muy buenos. Además, hace unos cuatro años, tomé la decisión de franquiciarme con una de las grandes autoescuelas de Madrid que es Lara. ¿Por qué? El negocio nos ha ido siempre bien pero todo el tema de redes, internet, páginas web (que nosotros la teníamos), al ser una mediana empresa no dispones de una gran cantidad de recursos para poder invertir en todo este tipo de cosas, sin embargo, franquiciándote a una empresa mayor que sí tiene esos medios, vi la oportunidad de poder mantener nuestro estilo, el estilo Briones, pero con la captación que tiene una empresa como Lara que se anuncia en la radio cada dos por tres, en el palacio de los deportes de Madrid…, creí que era una buena opción y estoy muy contento de haberlo hecho. En esencia seguimos siendo Briones, potenciados por una gran marca como es Lara”, señala Carlos, actual gerente.


Otra de las apuestas pioneras de Celes, y que su hijo Carlos al principio no vio con buenos ojos, fue la adquisición de un coche eléctrico, “al principio de comprarlo, pensé que era un error, pero mi padre vio el momento y acertó, porque venía gente de Las Rozas, Majadahonda, Pozuelo o Villaviciosa a dar clase con el automático, no paraba porque no había ninguna autoescuela en la zona que lo tuviera y en todo Madrid, sólo había otro”.

Fachada antigua de la autoescuela del pueblo y fachada actual de la avenida Infante D. Luis.


Al preguntarle a Carlos cómo ve el futuro de la autoescuela, nos comenta que “creo que no llegaré a ver el futuro de las autoescuelas porque obviamente es un futuro lejano pero el coche autónomo llegará en algún momento. Ya hay pruebas, estudios, incluso coches autónomos que se están probando. No es cuestión de si van a llegar o no, si no de cuándo lo harán. Obviamente, cuando los coches sean autónomos, la profesión de profesor de autoescuela tiene fecha de caducidad o nos tendremos que reciclar y a lo mejor, el profesor en vez de enseñar al alumno a conducir un vehículo, le enseñará cómo manejar los sistemas electrónicos que hacen que ese vehículo se conduzca solo, pero no será lo que hemos conocido desde los inicios de esta profesión hasta el día de hoy”. Mientras llega ese día, Carlos seguirá disfrutando de su profesión, del trato con el alumno, de motivarle y de darle una formación vial de calidad, como lleva dando Autoescuela Briones desde sus inicios, allá por 1978.


Texto: Ayer&hoy Fotos: Ayer&hoy, Autoescuela Briones