Luis Andrés Domingo Puertas, Historiador y arqueólogo

Los paisajes rituales de la muerte, las necrópolis y lo que representan, son también expresión elocuente del mundo de los vivos. Exponen la vinculación física y simbólica de las sociedades humanas a un territorio y son el reflejo de la estructura social del grupo, de la identidad cultural y religiosa, pero también de las pequeñas idiosincrasias grupales o familiares. La ciudad de los muertos suele ser un trasunto diferenciado de la ciudad de los vivos y, en ella, se posa una tradición cultural que es también dinámica y cambiante. Los rituales que se asocian al enterramiento y veneración de los difuntos son expresiones culturales que nos hablan de múltiples aspectos de las sociedades que los desarrollan. En la denominada “Arqueología de la muerte” conviven numerosos enfoques, pero todos parten de la fascinación que genera la muerte y la simbología que gira en torno a ella como manifestación de la propia vida, la de las sociedades que la generan. En la Necrópolis de Remedios del municipio madrileño de Colmenar Viejo, fechada entre los siglos VI y VII d.C., podemos acercarnos al ritual funerario de época visigoda en el centro de la Península. Se sitúa en una pequeña loma situada a unos 2 kilómetros al norte del casco urbano y se accede por la carretera M-625. El descubrimiento de este complejo funerario se produjo en 1969, durante las obras de remodelación de la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, patrona de Colmenar Viejo. No obstante, su excavación sistemática y con un enfoque científico no se produjo hasta el año 1999, lo que llevó, en el año 2003 y tras su puesta en valor, a incluirlo en la Red de Yacimientos Visitables de la Comunidad de Madrid.

La necrópolis pudo estar asociada a dos pequeños asentamientos rurales de cronología visigoda que aún no han sido objeto de excavación, Navalmojón, al norte, y Los Villares, al sur, y es posible, como suele ser habitual en algunos de estos conjuntos funerarios, que se sitúe en el entorno inmediato de algún lugar de culto cuyas estructuras podrían hallarse debajo de la actual ermita.

Se trata de un conjunto de enterramientos inhumados en cistas y también en fosas excavadas en la propia roca, acompañados, en algunos casos, de humildes ajuares compuestos básicamente de jarritas y algunos adornos personales. La orientación de las tumbas se adapta a la norma del periodo visigodo, disponiendo el difunto con el cráneo al Noroeste y los pies al Sureste. Y además, se ha documentado otro fenómeno habitual en este tipo de necrópolis, esto es, la reutilización de las sepulturas, recogiendo los huesos del primer individuo para depositarlos en los pies del sepulcro, con atención especial para el cráneo. Las sepulturas se alinean en calles con un cierto espacio entre las mismas a modo de deambulatorios dentro del recinto funerario. Los enterramientos presentan de planta trapezoidal, y aprovechan la roca de gneis como base, levantando sus alzados laterales a base de piedra y mampostería irregular. Se cubrían con una, dos o tres losas o lajas horizontales.

A la izda., fragmento de plato decorativo (siglos XV y XVI); a la derecha, mojón romano y tenante de altar de época visigoda.

Tanto la necrópolis visigoda como su probable vinculación con un edificio religioso del mismo momento, representan solo uno de los episodios de este emplazamiento, ya que se han hallado evidencias arqueológicas de la ocupación de esta loma durante algunos periodos de la Prehistoria reciente, entre los que destaca un vaso campaniforme del periodo Calcolítico. Esta recurrente ocupación del yacimiento, hace inevitable pensar en la pervivencia de su consideración como lugar sagrado. Es por ello que, incluso después de la Alta Edad Media, se han ido superponiendo los rituales cristianos hasta la actualidad, ya que a partir de finales del siglo XVII, el santuario se convierte en lugar de referencia al adquirir protagonismo la advocación a Nuestra Señora de los Remedios, titular de la ermita y patrona de Colmenar Viejo.

Tanto la ermita como la necrópolis visigoda conforman un interesante conjunto histórico-arqueológico visitable que se inserta en un entorno natural de gran riqueza ambiental y paisajística que bien merece una visita.