A pesar de llevar tiempo jubilado, Juan Granizo no para, aunque desde su operación de rodilla, como dice él, “mis facultades físicas han bajado al 80%”. Pero él sigue involucrado participando de todas las tradiciones de Pozuelo, ya que es miembro de la Asociación de Gigantes y Cabezudos, de la Hermandad de San Sebastián, de San Isidro, de la Casa de Extremadura, de La Lira, de la Ynseparable y presidente de la Congregación Ntra. Sra. de la Consolación. Una persona fiel a sus raíces que siempre ha tenido tiempo para regalar a los demás ayudando en todo lo que podía.

“Siempre digo que hay que ser feliz con lo que se tiene”

Pregunta.- ¿Oriundo de Pozuelo?
Respuesta.-
Bueno, no, nací en Galapagar. Los pueblos de la zona: Pozuelo, Majadahonda…, con la guerra se refugiaban en la sierra en Galapagar, Colmenar Viejo, Miraflores…, y volvían a Pozuelo para ver si había pasado todo y podían volver a sus casas. En una de esas últimas salidas de la sierra a Pozuelo, once o doce días antes de que terminara la guerra, al llegar a Galapagar vine al mundo. Según mi madre, dio a luz en medio del campo porque los médicos estaban escasos, eran las ofensivas fuertes en Brunete y lo único que se veía eran muertos por todos lados. Y a los once días ya volvieron a Pozuelo, nada más acabar la guerra. Los que nacimos fuera de Pozuelo hijos de padres de Pozuelo, nos bautizaron los primeros en la parroquia de Pozuelo estando llena de escombros, pero estoy inscrito en Galapagar.


P.- ¿Cuántas generaciones Granizo en Pozuelo?
R.-
Pues fácilmente cuatro generaciones, todo el árbol genealógico de la familia, no me acuerdo, sinceramente no me he dedicado a investigar porque lo único que me ha preocupado en esta vida y por necesidad, ha sido el trabajo. A los ocho años cumplidos, ya en tiempo de la recolección de la siembra de las cosechas, mi padre murió en junio y a los dos días me tocó ir a segar al campo, no había más remedio. Todos los hijos, fueran niños o niñas, todos colaboraban. La vida es así.


P.- ¿Cómo definirías tu vida?
R.-
He sido feliz, lo único que siempre he pedido es salud y no tener envidia a nadie. Siempre digo que hay que ser feliz con lo que tienes. Te acostumbras cuando vives con necesidad, aprecias las cosas de distinta manera. Los buenos vecinos nos hemos ayudado siempre. Si había un poco más un día en una casa, se repartía con la de al lado porque a lo mejor tampoco tenía mucho. Eso ha sido nuestra juventud, repartir lo que había, el día que tenía más, repartía más y si no, dejar algo para mañana porque a lo mejor mañana, no había nada.


P.- ¿En qué has trabajado a lo largo de tu vida?
R.-
Desde mis primeros años sobre todo en verano, había que ir al campo, a segar, a recoger, atar la mies en haces, luego ir con los carros llevarlos a la eras, extenderlo todo, trillarlo y te voy a decir una cosa, que ahora nos quejamos del calor, pero en los años que yo te estoy contando, el día que hacía mucha calor dábamos gracias a Dios porque cundía el doble el trabajo cuando había que trillar, que se llamaban las parvas, con las pajas partías rápido con el calor y entonces ese día cundía más.


A los doce años me salió un trabajo de aprendiz de jardinero que lo que hacía era regar las macetas de una señora sevillana que tenía una finca, que se llamaba finca Malvarosa ubicada entre las calles Sagunto, La Consolación y Calvario. Allí estuve hasta los 14. Luego me colocó un tío mío de aprendiz de mecánico tornero en la calle Alberto Aguilera y allí estuve al menos tres años, después, a través de un amigo, me coloqué en un taller donde se hacían piezas para máquinas de presión y ahí ya empecé a soltarme de mecánico y estuve varios años. Cuando hicieron la M30, a la altura de la plaza de República Argentina tuvieron que cambiar la ubicación de la empresa y ya me pillaba fatal ir de Pozuelo hasta allí. Entonces me metí en la construcción. Tenía un amigo que era encargado, y me dijo de ir a trabajar con ellos, era en Pozuelo, el sueldo era más o menos igual y no tenía gastos de viaje. Ahí al año, de ayudante pasé a oficial y a los tres años pasé a encargado de obras, progresé. Luego ya tuve un accidente de tráfico y ahí murió mi madre, no se me olvidará, un 24 de junio, ella falleció en el acto y yo me tiré dos años en la Clínica la Concepción: tres meses hasta que me operaron y me dieron el alta pero luego tuve que hacer dos años de rehabilitación. Mi caso fue especial, de hecho, me convocaban en los congresos de médicos como ejemplo. Tras el accidente, a través de un tío mío que tenía una finca, pusimos el vivero donde he estado muchísimos años hasta ahora.


P.- ¿Todo trabajo físico, de oficina nada?
R.-
No, de oficina nada (risas). Aprendí a leer y a escribir, a la escuela hubo un tiempo que pude ir de día y otros en los que iba de noche, pero aprendí lo básico, aunque la educación que daban antes era más fuerte. En aquellos tiempos, yo sabía trigonometría y álgebra, y las clases eran muy generales, pero de geografía universal y otro tipo de cultura aprendías más que ahora, yo creo.


P.- ¿Qué tradición recuerdas tú de niño que te hiciera especial ilusión?
R.-
Las fiestas de Pozuelo, porque precisamente mi madre fue la camarera de la Virgen. Eso Juanjo también lo ha vivido porque en mi casa había una habitación solamente para la ropa de la Virgen, un armario ropero de madera, normal y corriente, y ahí estaba lo poco que tenía la Virgen. Llegando las fiestas mi madre sacaba los mantos, los planchaba y Juanjo que era pequeño decía: “abuela me tienes harto que no me dejas jugar en la habitación”.


P.- ¿Hay alguna tradición que haya desaparecido pero que te hubiese gustado que se conservara?
R.-
Desaparecer han desaparecido los peleles que se celebraban por San Sebastián, se hacían aquí detrás de la iglesia, en el Callejón del Viento, me parece. Las mujeres repartían palos a los chicos porque querían quitarles el pelele, pero palos literalmente, alguno que otro ha salido con una brecha en la cabeza, no se miraba si era el hijo, el sobrino o el marido, a quien se metiese por en medio allí te atizaban. Ahora se hace el manteo del pelele, pero de distinta manera, antes una buena vara de fresno te apañaba las costillas (risas).


P.- ¿Qué rincón te gusta más de tu pueblo?
R.-
La plaza de los toros, la plaza de la Coronación. Recuerdo cuando estaba el ayuntamiento ahí, en la casa que está en la plaza era el antiguo ayuntamiento, quedó medio derruida. En esos tiempos servía de calabozo, son los recuerdos de niño que más he vivido, además, mi familia siempre ha vivido cerca de la plaza de los toros y el ambiente de los encierros, eso es lo que más me gustaba.


P.- Acaban de poner tu nombre en una plaza muy especial para ti, ¿qué sentiste ese día?
R.-
Empezamos a darle vida poniéndole el azulejo de la Virgen. Fue Juanjo el promotor, fue a Sevilla y lo encargó, y como he manejado todos los oficios, allí estuve yo para ponerlo, Juan Pedro también intervino al hacer el tejadillo de madera. También he participado en arreglar la capilla y el tejado de la tapia de la Virgen, además de las aceras alrededor de la iglesia. Siempre he participado en todo, he hecho las cosas, no para que nadie me las agradezca, sino porque me salen del corazón.


Sentí una gran satisfacción, es un rincón de Pozuelo que hemos tratado de que fuera bonito, agradable…, cuando me dijeron que me iban a poner una plaza, me preguntaron “¿qué se te ocurre hacer?”. Les comenté de poner una barandilla, una acera alrededor de una jardinera, les di la idea y más o menos la pusieron en práctica; estaba un poco abandonada, agradezco que hayan puesto mi nombre a la plaza y así, se ha quedado un poco más decente.


P.- A tu hijo Juanjo le has inculcado el amor por Pozuelo, ¿qué se siente cuando le ves participar?
R.-
La verdad es que se siento una gran satisfacción, pero todas estas cosas se aprenden con ejemplos. Los consejos hay que darlos, pero los tienes que poner en práctica primero para que no digan que es muy fácil hablar y no hacer. Y cuando hago una cosa no es para que la gente tenga que agradecerlo eternamente, no, no.


P.- ¿Qué les dirías a las futuras generaciones de Pozuelo?
R.-
Mucho sacrificio, que traten de ser personas con arreglo a su capacidad, no se crean inferior a nadie y lo que hagas hazlo bien y de corazón.