Excelentes embutidos y trato familiar, lo mejor del establecimiento

El pasado 29 de abril, el Mesón Jamonero Canete cumplió 32 años. Juan Carlos y su mujer, Luisa han estado siempre al frente del restaurante, un negocio que comenzaron juntos. Como todos los inicios, nos cuenta Juan Carlos, fueron duros “hay que tener suerte, además de trabajar mucho”. La familia de Juan Carlos es de Boadilla del Monte, sus abuelos y sus padres, al igual que él son nacidos en la localidad. Su padre era carnicero y él junto con su hermano, comenzaron a trabajar en el negocio familiar.

Se especializó en la salchichería y en la parte del embutido, de ahí que años más tarde cuando comenzó con el restaurante, porque a Juan Carlos siempre le ha gustado la hostelería, lo orientara hacia los jamones y el embutido en general.

Diversas etapas del mesón jamonero Canete, con Juan Carlos en los comienzos del negocio

El local, ubicado en la calle Enrique Calabia número 6, se lo dejó su padre, pero comenzar un negocio de cero es costoso “tuve que pedir un préstamo de un millón de pesetas por aquel entonces a lo que era el Banco Levante y un leasing para las cámaras y la parte de frío que tenía que pagar 270.000 pesetas todos los meses durante cinco años. Fue duro, también era joven, entonces no había horas pero gracias a Dios se trabajaba bien y estoy muy agradecido a la gente que me hizo trabajar tanto, y bueno, he salido adelante. Recuerdo el primer día cuando íbamos a abrir por la tarde, llegó el de la registradora para pagar los rollos de la máquina y eran 15.000 pesetas la cajita con los rollos de papel y me dijo mi mujer “dame dinero”, le dije “es que no tengo ni un duro”, y me lo tuvo que dejar mi suegro. Mi madre también nos ayudó con las mesas del restaurante. Es con lo que empecé y gracias a Dios me ha ido bien, he tenido la gran suerte de trabajar y ahí seguimos”, nos comenta Juan Carlos.

El nombre de este mesón jamonero es como conocían a su padre en el pueblo, “a mi padre le llamaban Canete, era muy rubio y de pequeño le pusieron Canete de mote”.

Su mujer, Luisa, siempre ha estado codo con codo con su marido y es una parte muy importante del restaurante, “ella hace casi todo, desde la casa hasta parte de la organización de aquí de la cocina y echa una mano si hace falta en la barra”, nos explica Juan Carlos. También sus hijos han ayudado en el negocio, “el mayor me ayudó mucho, pero luego terminó la carrera y se fue a hacer su vida y ahora tengo al pequeño, que de vez en cuando me echa una manilla, pero vamos, creo que también al final hará su vida por otro lado. La verdad es que preferiría que se buscaran una vida más tranquila que la de trabajar en el restaurante”.

Izq.: con su mujer Luisa en la terraza. Dcha: Juan Carlos en la dehesa extremeña .

Materia prima propia y de calidad.- Todo buen profesional que se precie tiene que conocer de primera mano la materia prima con la trabaja, por eso Juan Carlos tiene cochinos propios, “los compro en el pueblo de mi mujer, en la Dehesa de Alcuéscar, en Extremadura y luego los llevo a matar y a preparar en el valle de los Pedroches, en Fuenteovejuna. Se matan y se hacen allí, se despiezan, se salan para hacer jamones y paletas que luego vendo aquí. Los jamones cuando tienen cuatro años y las paletas cuando tienen de dos a tres”.

Todo el producto que tiene en el mesón es nacional y de primera calidad. Su seña de identidad es el embutido, los jamones y los torreznos, “los llevo haciendo desde que abrí, me enseñó el señor Eloy que era de un pueblo de Segovia, de Turégano, y tenía dos restaurantes aquí en Madrid, uno era La Cepa en el Paseo de Extremadura y el otro cerca del Bernabéu. También empecé a hacer tortas rellenas a través de un amigo de aquí, de Ramón Menéndez que junto con Manolo Nicolás, el carpintero, lo estuvimos viendo y nos trajimos la idea, se puso y tuvo muy buena aceptación. Vas sacando, vas innovando, vas metiendo cosas nuevas e intentando estar al día” nos explica Juan Carlos.

Está constantemente exigiéndose ya que su prioridad es la de atender mejor a sus clientes, tener un buen género y mejorar cada día como profesional. Los camareros que trabajan en el mesón llevan mucho tiempo con él, “Pepe empezó conmigo, estuvo cuatro años lo que pasa es que se casó, se fue a Navalcarnero a vivir y no tenía opción de poder venir. Luego volvió y ahora llevará conmigo 14 o 15 años. Y Manolo debe llevar conmigo casi 29 años”, nos explica Juan Carlos. Lo que más satisfacción le da a Juan Carlos es la de seguir manteniendo clientes que han estado desde que abrió sus puertas el Canete. Tiene muchas anécdotas guardadas en sus recuerdos, “ten en cuenta que aquí nos daban las tres y las cuatro de la mañana todos los días tomando copas y había un grupo de gente, algunos ya faltan por desgracia, que lo hemos pasado muy bien”, nos dice con nostalgia. Por otro lado, como hostelero le queda al final que le reconozcan ciertas cosas que ha querido hacer pero que quizá no haya sabido llegar a la gente como quisiera ya que no se mueve en redes sociales, “hay gente que lleva tiempo aquí en Boadilla y que no conoce mi casa, viene un día de las fiestas y dice: “Pues aquí se come bien y no lo conocíamos”, pero bueno es lo que te queda, a ver si descubren, a ver si se dan cuenta”.

El género que tienen es excepcional pero lo mejor que te puedes encontrar en este restaurante es a este matrimonio: Juan Carlos y Luisa, son gente sencilla, que te acoge en su casa, en su mesón jamonero como si fueras uno más de la gran familia que han formado a lo largo de estos 32 años.

Centro y Dcha.: Interior y exterior del local hoy en día, situado en la calle Enrique Calabia, 6 de Boadilla del Monte.

Texto: Ayer&hoy
Fotos: Mesón Canete y Ayer&hoy