Dra. María Esperanza Morón García, Cronista oficial de Pozuelo, Presidenta de la Asociación de Cronistas de la Comunidad de Madrid

Las fiestas del Barrio de La Estación se empezaron a celebrar a principios del siglo XX, en honor de la Virgen del Carmen, advocación a la que estaba consagrada la primera capilla que se construyó en este barrio. Se iniciaron las obras en 1900, y fue construida por suscripción popular, encabezándola la Reina Regente María Cristina de Habsburgo, la Infanta Isabel y el Arzobispo de Madrid-Alcalá. Esta capilla fue destruida durante la Guerra Civil de 1936 y en su lugar se construyó una nueva que, tras varias modificaciones, ha dado lugar a la Iglesia que conocemos hoy día.

Con la construcción de la primera capilla se inició la celebración de las fiestas en honor a la Virgen del Carmen. Se celebraban el fin de semana siguiente a su festividad, del 16 de julio que, por otra parte, coincidía con la época de más población en este barrio, constituido mayoritariamente por personas que venían a pasar el verano, dada la proximidad a la capital y las ventajas que suponía el transporte del tren, que desde 1861 la Compañía Hierros del Norte había trazado su recorrido por este municipio.

Aunque se formaba una comisión de fiestas, todos los vecinos colaboraban. Los días previos tenía lugar la novena a la Virgen, para lo que se contrataba los últimos días una orquesta de cámara. La Iglesia se adornaba con flores y especialmente la imagen de la Virgen del Carmen. Del adorno de la capilla se encargaban las mujeres, las cuales aportaban flores y plantas de sus jardines.

Las fiestas, propiamente dichas, se celebraban el fin de semana siguiente al 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen. Con el transcurso de los tiempos, fueron variando los actos, pero varios años, se iniciaron el sábado con el toque de diana por parte de la banda municipal, despertando a los vecinos y anunciando el comienzo de los festejos. La música recorría las calles de la colonia, que así se la conocía, la Colonia de La Estación, y por la tarde se inauguraba el baile. Por la noche se quemaban los fuegos artificiales, con más o menos esplendor, dependiendo del dinero recaudado, aunque hubo años, en que algún vecino con buena posición económica, se “estiraba” y pagaba él solo los artificios. Al terminar los fuegos había baile hasta la madrugada.

La Misa Mayor era el domingo por la mañana, en ella cantaban las jóvenes y un orador experto en temas marianos predicaba la homilía. A continuación, salía la procesión, acompañada por la banda municipal, haciendo un recorrido más extenso del que se hace actualmente, llegando hasta el colegio de San José de Cluny.

Por la tarde, se iba a los toros o becerrada, si se había organizado ese año. La primera fiesta taurina de la que tengo constancia documental es de 1912. Si no había toros, se iba al baile, que se organizaba por la tarde y por la noche. La ubicación de éste se fue trasladando a diversos lugares, con el transcurrir de los años. En un comienzo, se hacía en la plaza de San Juan, frente a la capilla de la Virgen, pero también se celebró en el muelle de la estación del tren, en la plaza del Gobernador, en el parque de las Minas…, lugares que se adornaban con cadenetas y farolillos para limitar el lugar de la verbena. Por la noche otra vez fuegos y después, el baile continuaba hasta “el canto del gallo”.

El domingo también se celebraban los eventos deportivos consistentes en una carrera de bicicletas, un partido de fútbol –entre los del Pueblo y la Estación- y diversos juegos como carreras de sacos, de cintas y juegos populares. Un periodista de 1924 nos relata las fiestas del Carmen de esta forma: “…han resultado brillantísimos los festejos celebrados en el Barrio de La Estación, con motivo de las festividades religiosas en honor de su Patrona amantísima Nuestra Señora del Carmen. Se quemó una vistosísima función de fuegos artificiales, que gustó extraordinariamente, pues fue realmente notable. La Verbena instalada en las glorietas de la Capilla, exornadas con el mejor gusto e iluminadas profusamente resultó, como era de esperar, animadísima, y un verdadero derroche de gracia y de hermosura hecho por tanta guapísima mujer, como allí se congregó…”.

Los tiempos han cambiado, pero la esencia de las Fiestas del Carmen no han variado, todos esperamos estos días con ilusión y que, tanto los niños, como jóvenes y mayores pasemos unos días agradables.