El esfuerzo por la inclusión de personas maravillosas con discapacidad intelectual

Doña Carmen Gayarre fue una mujer luchadora en favor de los derechos de personas con discapacidad intelectual y dedicó toda su vida a la atención y formación de estas personas tan especiales y excepcionales. La Fundación Gil Gayarre que creó, lleva ya 61 años dando servicio y atendiendo, en la Comunidad de Madrid, en sus sedes de Pozuelo de Alarcón y San Sebastián de los Reyes, a personas con discapacidad intelectual y a sus familias.

Esta increíble mujer, madre de seis hijos, fue catedrática de Filosofía y Letras pero lo que le hizo formarse en educación especial fue la llegada de su último hijo que nació con síndrome de Down, “se fue a estudiar a distintos países del extranjero para formarse y prepararse en temas de discapacidad y ampliar su formación en relación a la discapacidad intelectual. Era una mujer muy preparada, tenía una gran capacidad de trabajo, un gran tesón y fue una mujer muy visionaria”, nos cuenta de ella la actual directora general, Amparo González. Y tan adelantada a su tiempo era Doña Carmen que ya en los años 70 apostó por la vivienda tutelada. Lo hizo comprando dos viviendas en una comunidad de vecinos en la localidad de San Sebastián de los Reyes. En este municipio se encuentra el segundo centro de la fundación, La Granja San José, que cumple 40 años. Este centro, situado en una finca que fue una donación de un particular a la fundadora, fue el origen de uno de los dos Centros Especiales de Empleo que tiene la Fundación, su C.E.E. de Jardinería, que hoy día ofrece sus servicios en el mantenimiento del Parque de la Marina, la conservación, junto a otra empresa, del campo de golf de la Real Sociedad Hípica Española Club de Campo y el cuidado de los jardines de la Fundación.

Izq.: Carmen Gayarre saluda a un alumno a través de la ventana en 1992. Centro: primeros talleres en 1972. Dcha.: Un taller actual de restauración de muebles y enseres.

Amparo González, actual directora de la Fundación, tuvo la suerte de conocer a Doña Carmen Gayarre. De ella destaca que era una persona “fantástica, excepcional, pionera en atención temprana en España y en temas de empleo. A nivel personal era una mujer que me despertaba un gran respeto y una gran admiración. Era un referente a seguir”.

Pero no podemos olvidar el papel de su marido, Don Carlos Gil, que fue muy importante ya que se mantuvo al lado de su mujer apoyándola siempre en todos sus proyectos e iniciativas, “su marido era médico, siempre apoyó la formación de Doña Carmen y en ningún momento le restó autoridad, teniendo en cuenta que esto se produjo en los años 50, 60 donde en el modelo familiar, el hombre era el cabeza de familia. En este sentido, esta pareja fue un ejemplo de igualdad”, nos cuenta Amparo.

El principal pilar de la Fundación Gil Gayarre es atender a personas con discapacidad intelectual y a sus familias, pero también fomentar el valor de la dignidad de la persona, el respeto a la diferencia, el creer en sus capacidades, apoyar a estas personas en la defensas de sus derechos y promover su inclusión social.

Izq.: Amparo González, actual directora. Dcha.: Uno de los alumnos de uno de los talleres de audiovisual, imagen y sonido.

Cuando entras en el recinto de la Fundación Gil Gayarre puedes observar su logotipo en muchos de los rincones del centro: una tortuga con alas acompañada de la frase ‘Respeta el ritmo de cada uno’, un significado que nos explica la presidenta: “Las tortugas van lentas pero seguras y a la vez esta tortuga despliega alas porque sueña y puede soñar con otros ideales, es algo que todavía está por llegar, como que no existe pero que podemos volar y alcanzarlo. Alcanzar nuestros sueños”. Actualmente, la Fundación Gil Gayarre presta servicio a 485 personas de distintas edades y de diferentes necesidades de apoyo, desde los tres años más o menos hasta los 83. Una de las características más relevantes de esta fundación es que atiende a las personas a lo largo de su ciclo vital. En la parte educativa cuentan con 118 alumnos de 3 a 20 años y el resto son adultos que están en distintos centros y servicios: en el centro ocupacional, el centro de día, en viviendas tuteladas y en el centro especial de empleo. Pero todo este trabajo no podría salir adelante sin ese maravilloso equipo de profesionales y voluntarios que está constantemente trabajando con estas personas tan especiales. Gente que está hecha de una pasta especial, “no se puede trabajar en este sector si no te gusta y si no crees en las personas pero también hace falta ser profesional. Hay que tener competencias técnicas, competencias éticas y competencias relacionales porque trabajamos con personas. Tienes que ser una persona coherente, con respeto y tener unos valores”, comenta Amparo, y eso se ve en cada rincón de la Fundación Gil Gayarre. La profesionalidad de la gente que dirige los talleres y su sensibilidad hacen que sus alumnos disfruten de cada momento en el aula o en la tarea que estén desempeñando.

La familia de Doña Carmen Gayarre sigue presente en la fundación. Sus nietos forman parte del Patronato, no reciben ninguna retribución económica pero tienen una gran presencia y colaboran siempre con la fundación. Su principal financiación es pública pero hay servicios como el de psiquiatría o la fisioterapia de adultos que no cubre esa financiación por lo que tienen que recurrir a donaciones particulares o de empresas.

Amparo González lleva un año y medio dirigiendo el centro, pero realmente lleva toda su vida profesional en él, ya que su primer contacto con la fundación fue cuando estaba estudiando Psicología y se fue de voluntaria en uno de sus campamentos de verano. “He estado trabajando como psicóloga la mayor parte de mi vida profesional aquí y eso ha supuesto una oportunidad muy grande para crecer personal y profesionalmente. Agradezco muchísimo a la fundación la oportunidad que me ha dado de crecer, de formarme a nivel profesional y a nivel personal. He aprendido muchísimo de las personas con discapacidad, de sus familias, de todos mis compañeros y me siento muy agradecida”, confiesa Amparo. Y la verdad es que en la Fundación Gil Gayarre se aprende cada día y los que nos dan las mayores lecciones de vida son todas las personas con discapacidad intelectual que se superan día a día y que luchan por sus sueños. Unos sueños que llegarán antes o después pero que lo harán con paso seguro, como lo hace la tortuga con alas que les representa.

Izq.: Varios alumnos en un taller de mecánica en los comienzos de la Fundación Gil Gayarre. Dcha: Carmen Gayarre delante del centro en 1979.

Texto: Ayer&hoy
Fotos: Fundación Gil Gayarre