Elena Cid. Pedagoga y directora general de CICAE

España es uno de los países de la Unión Europea con más vacaciones de verano para los estudiantes. Algunos críticos defienden que no es positivo pasar tanto tiempo “en blanco”, sin rutinas y con poca actividad académica. Los defensores de las vacaciones opinan que los niños necesitan jugar más, divertirse y pasar tiempo al aire libre. ¿Es posible encontrar un equilibrio entre las dos? ¿Qué podemos hacer los padres y madres para que nuestros hijos “aprovechen” al máximo su periodo estival?

El verano es para divertirse… Pero no implica que no podamos aprender. Por eso, una de la teorías que más fuerza está cobrando en los últimos años en países anglosajones y del norte de Europa es el “descanso activo”. Dicho de otra forma, debemos proponer a nuestros hijos retos, programas de verano, trabajos o actividades que les permitan mantenerse activos, vivos, ocupados, pero sin que esto implique una actividad académica intelectual fuerte.

Cada vez es más común ver a estudiantes universitarios realizando un voluntariado, o haciendo “trabajillos de verano” que les permitan financiarse una escapada con amigos o desarrollarse a nivel interior. Poco a poco, los adolescentes van siguiendo este ejemplo y buscan actividades que les sirvan para aprender cosas nuevas, conocer gente y empezar a sentirse un ciudadano más.

Cómo favorecer el “descanso activo” de nuestros hijos
Los campamentos de verano y los viajes al extranjero son algunos de los ejemplos más cotidianos de lo que supone el “descanso activo”. Sin embargo, la economía familiar no siempre permite ofrecer a nuestros hijos este tipo de experiencias. Por eso, tenemos que empezar a ser creativos y buscar nuevas alternativas para ayudarles a crecer.

El primer paso es sentarnos con ellos y preguntarles qué les gustaría hacer durante el verano, qué les genera curiosidad y qué habilidades querrían desarrollar. Algunos niños encuentran muy interesante el bricolaje, la música, la cocina o la jardinería. Estas actividades recreativas son valiosas para que un día puedan valerse por sí mismos. La clave es crear una agenda de trabajo, con un proyecto que queremos llevar a cabo y un horario en el que se va a desempeñar la tarea.

Uno de los retos para los padres es buscar el cómo y con quien van a desarrollar estas actividades. Lo más recomendable es que haya otros chicos y chicas de su edad participando en esta “asignatura de verano”. Si conseguimos organizarnos con otros padres y madres del colegio o vecinos para repartirnos esas ocupaciones y la responsabilidad, será más fácil conseguir un compromiso por parte de los chavales.

La rutina es una de las claves para lograr que nuestros hijos lleven a cabo con éxito cualquier actividad. Por eso, es importante que combinemos estas labores recreativas con una hora de deporte al día, otra de lectura y otra de creatividad. La actividad física puede organizarse de manera formal, en un campus de verano, o informal, permitiendo a nuestros hijos diseñar su propia rutina de entrenamiento. La lectura es esencial para que puedan seguir “conectados” con el colegio de alguna forma. Lo importante es que el libro les resulte interesante y que se lean un par al mes. En cuanto a la creatividad, lo ideal es desarrollar una actividad de pintura o escultura. Eso sí, tenemos que comprarles materiales para poder llevarla a cabo. También pueden realizarse maquetas o hacer puzles que le permitan evolucionar en su inteligencia espacial.

Y por último, una clave esencial para pasar un verano movido y divertido es viajar. Si bien es cierto que los padres tenemos pocos días libres, no es menos cierto que cada vez es más frecuente repartirse las vacaciones con otros padres y madres del colegio o del barrio. Podemos buscar una fórmula por la que 4 familias se repartan las vacaciones de manera que nosotros nos hagamos cargo de todos los niños una vez, pero tengamos a los niños ocupados durante todo un mes. Como madre, me resulta especialmente atractivo llevarme a los amigos de mi hijo de vacaciones porque se mantienen ocupados, buscan cosas qué hacer y les veo felices. Este tipo de experiencias son las que forjan amistades que duran toda la vida.

Somos los padres los que tenemos que buscar un plan alternativo a las video consolas y las mañanas de televisión sin límite. Nuestros hijos están deseando desarrollar su curiosidad, su talento y sus habilidades sociales, pero no pueden hacerlo si no trabajamos con ellos y llegamos a acuerdos para hacer del verano una época productiva, divertida y agradable.